De ayer a
hoy
El término Autismo fue usado por primera vez por
Bleuer en 1906, para referirse al aislamiento socio-afectivo, a! mutismo y al
desinterés por la realidad que presentaban los pacientes psicóticos (este es el
motivo por el que costó bastante tratar el autismo como un síndrome claramente
diferenciado de otros trastornos). Ya en 1943, Leo Kanner definió los criterios diagnósticos del autismo infantil o Síndrome de Kamer, a saber:
* Dificultad para establecer relaciones afectivas desde el nacimiento (“soledad del autista”)
* Alteraciones graves del lenguaje
* Juegos repetitivos y estereotipados
* Obsesión por el orden en su entorno
* Ausencia de imaginación
* Facilidad para el aprendizaje memorístico
* Aspecto físico normal
Kanner pensaba que los niños con autismo tenían una inteligencia normal o incluso superior a la media, no obstante, en la actualidad se constata que el 75% de ellos presenta déficits intelectuales. Tres de cuatro niños sufren algún tipo de retraso mental, las habilidades verbales son las más dañadas, mientras que las menos afectadas son las manipulativas y viso-espaciales.
Entre
un 10 y un 20% de los niños Autistas vuelven a integrarse socialmente, aunque
persisten los problemas de relación con el entorno.
Dos causas posibles
Existen dos tipos de modelo
explicativo sobre las causas del autismo, el que se centra en las deficiencias
psíquicas y el basado en los factores genéticos y/u orgánicos.
Deficiencias
psíquicas
Una vertiente defiende que en la base del trastorno existen importantes deficiencias psíquicas que, según unos, arrancan de las primeras relaciones, nulas o negativas, entre madre e hijo. Como consecuencia de esto, la afectividad del niño quedaría gravemente afectada. Según otros, estas deficiencias provienen de las primeras experiencias con el entorno en general, vividas como traumáticas (hospitalizaciones, complicaciones en el parto, deterioro familiar...), que producirían un bloqueo en el comportamiento adaptativo y, por tanto, un retraso general en el desarrollo.
Factores genéticos y/u orgánicos
La otra postura defiende que son los factores genéticos y/u orgánicos (lesiones cerebrales o mal funcionamiento de estructuras cerebrales) los que se hallan en la base del autismo, un punto de vista que domina actualmente. La influencia de factores genéticos ha sido demostrada a través de estudios con gemelos monocigóticos y dicigóticos.
Una vertiente defiende que en la base del trastorno existen importantes deficiencias psíquicas que, según unos, arrancan de las primeras relaciones, nulas o negativas, entre madre e hijo. Como consecuencia de esto, la afectividad del niño quedaría gravemente afectada. Según otros, estas deficiencias provienen de las primeras experiencias con el entorno en general, vividas como traumáticas (hospitalizaciones, complicaciones en el parto, deterioro familiar...), que producirían un bloqueo en el comportamiento adaptativo y, por tanto, un retraso general en el desarrollo.
Factores genéticos y/u orgánicos
La otra postura defiende que son los factores genéticos y/u orgánicos (lesiones cerebrales o mal funcionamiento de estructuras cerebrales) los que se hallan en la base del autismo, un punto de vista que domina actualmente. La influencia de factores genéticos ha sido demostrada a través de estudios con gemelos monocigóticos y dicigóticos.
¿Cómo se comunican?
Las
alteraciones del lenguaje
Los niños autistas presentan algunas alteraciones características en
el lenguaje que utilizan: * Repiten inmediatamente o de forma diferida lo que otra persona dice (ecolalia inmediata y diferida). No usan el lenguaje para comunicarse,
* Confunden los pronombres (yo, tú, él) y se auto-designan con la segunda o tercera persona del singular.
* Articulan mal.
* Sus respuestas son demoradas.
* Sus estructuras sintácticas son inmaduras.
* El tono de voz es apagado y monótono, reflejo de la falta de emociones. 1 Se da un mutismo.
* Se inventan palabras (neologismos)
Se caracteriza principalmente porque en la persona se da una clara indiferencia hacia el entorno, porque le es imposible establecer lazos socio-afectivos y es incapaz de realizar el juego imaginativo y además existen problemas de lenguaje.
Diagnóstico y tratamiento
Pese a los avances en cuanto
al tratamiento del autismo, el pronóstico es todavía desalentador y depende del
momento en el que aparece el trastorno y también el lenguaje (el pronóstico
empeora si éste se da a partir de los 5 años), del grado de retraso mental y la
calidad del ambiente familiar. Solamente un 10-20% de los niños autistas consigue mejorar, posibilitando una buena integración social. Un porcentaje similar mejora, aunque no consigue adaptarse plenamente al entorno social. No obstante, en ambos casos persisten los problemas de lenguaje, la frialdad emocional y las actitudes extrañas. El 60% restante suele quedar incapacitado para una vida autónoma.
La relación con el entorno
El niño con Autismo presenta un total desinterés
por relacionarse con los demás y es indiferente
al mundo que le rodea. Permanece aislado emocionalmente y ensimismado,
reaccionando poco a los estímulos externos (el muro es tan grande que incluso
llega a rechazar la comida, al ser vívida tomo un elemento extraño. Por el
contario, puede tener gran apego por ciertos objetos. El niño carece de sonrisa como medio de relación y su expresión facial es inexpresiva y seria. Su mirada es vacía, no se centra en nada concreto, no se dirige directamente a los ojos y rechaza el contacto físico.
Presenta reacciones emocionales inadecuadas, como rabietas al parecer inmotivadas (quizá porque algún objeto de la casa ha sido cambiado de ubicación). Y es que, en este sentido, presenta obsesión por la inmutabilidad del entorno. Así, un jarrón fuera de lugar o no recibir la merienda a la hora acostumbrada puede desencadenar ansiedad y cólera.
En lo referente al aspecto psicomotor, el niño autista suele presentar problemas de coordinación y retraso en general, con movimientos muy estereotipados. Por ejemplo, puede balancearse durante tiempo como forma de autoestimulación. Se dan también rituales, manierismos y conductas autolesivas.
En el ámbito sensorial, aunque en un principio se creyó que se daban déficits auditivos, al no responder a los estímulos del entorno, las pruebas objetivas han demostrado que esto no es cierto. En realidad el niño reacciona ante sonidos repetitivos como el de una campanilla, sólo hay que acertar qué es lo que les puede hacer responder.
Terapia y resultado
Hoy por hoy, el tratamiento
del autismo combina medicación antipsicótica con tratamiento psicológico.
Asimismo, se necesita también de un programa de educación especial. Con este
tratamiento se consigue reducir el aislamiento y las conductas estereotipadas. El abordaje psicológico incluye a los padres, en el sentido de que se les dan pautas para poder educar a su hijo, al tiempo que se les proporciona apoyo emocional.
Modificar la conducta
Aunque modestos, los mejores resultados en el
tratamiento del autismo infantil se han obtenido con las técnicas de
modificación de conducta. Para llevar a cabo estos cambios se funciona con
premios o con la falta de los mismos, hasta que finalmente se adquieren las
conductas deseadas y las no deseadas desaparecen. Los objetivos que se plantean
son sucesivamente: * Eliminar o reducir, en la medida de lo posible, conductas patológicas que supongan un peligro para el niño o para los demás.
* Fomentar comportamientos que favorezcan el aprendizaje (permanecer sentado, mirar a los ojos...)
* Favorecer la adquisición de medios de comunicación, lo que constituye el 800/o de la reeducación. En niños mudos, se usan sistemas alternativos como signos o dibujos, mientras que en otros casos se trabaja el aprendizaje de la lengua.
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