martes, 31 de mayo de 2016

El Estrés, 3ª parte


Aunque el Estrés nunca surge de forma brusca, sus síntomas pueden aparecer de este modo
Respuestas del organismo
   En el estrés, el organismo emite una respuesta que no siempre es paralela a la percepción del estímulo desencadenante. Esto ocurre porque la persona no suele valorar objetivamente este estímulo y, en lugar de utilizar estrategias adaptativas, reacciona con respuestas fisiológicas, anatómicas, neurológicas, etc.
   Las respuestas típicas del organismo al estrés se pueden clasificar en distintos niveles.


Primer nivel
   Hace referencia a la actividad del sistema nervioso autónomo, que es el responsable de facilitar la relación con el medio ambiente. Este sistema dispone de un tipo de respuestas estereotipadas que pueden incluirse dentro del apartado de somatizaciones, es decir, los individuos presentan cefaleas, sensaciones vertiginosas, estreñimiento, diarreas, taquicardias, contracciones musculares, etc.
   Tradicionalmente se conoce a estas enfermedades como psicosomáticas. Son respuestas de alarma que indican que hay algo en el organismo que empieza a funcionar mal y avisan que la relación con el entorno debe modificarse, porque de persistir estas señales de alarma puede llegar a producirse una “lesión” del organismo.


Segundo nivel
   Este nivel es más difícil de detectar por parte del individuo que se halla en esta situación, y las respuestas que se producen son de tipo endocrinológico u hormonal.
   El organismo humano está interconexionado, y los diversos sistemas orgánicos funcionales interactúan entre ellos. Por este motivo, en una situación estresante, el sistema hormonal se ve perturbado o alterado. La modificación del equilibrio hormonal provoca la aparición de enfermedades o las agrava. También suelen aparecer aumentos en la tasa de cortisol.
   Gracias a la detección de estos cambios, por medio de pruebas de laboratorio de tipo químico se puede determinar cuál es el grado de respuesta biológica del organismo frente al estrés.


Tercer nivel
   Hace referencia a la respuesta inmunológica. Las “defensas” del organismo disminuyen en una situación de estrés y, en consecuencia, la posibilidad de coger enfermedades de tipo tóxico o infeccioso es mayor que en condiciones normales. Por ejemplo, se dan complicaciones respiratorias en gripes o resfriados, casos de diabetes, hipertiroidismo, etc. Cuando surgen problemas en el sistema inmunológico, se facilita la entrada en el organismo de otras alteraciones más graves.
   De un modo u otro, la reacción del organismo tiene como fin preparar al individuo ante una situación de ataque o defensa.


Cómo combatir el estrés
   Ciertas situaciones de tensión estresante favorecen la existencia de una actitud positiva y activa, si bien aparentemente están relacionadas con la angustia y la tensión. Son aquellas situaciones gracias a las cuales la sociedad ha ido progresando en sus conocimientos científicos, en su supervivencia como humanidad, en ellas se ha provocado la agudización del ingenio y la búsqueda de soluciones. Estos son algunos consejos para ayudar a asumir las situaciones estresantes de una forma más positiva:
* Es fundamental que vivas con ilusión, para poderte marcar objetivos de diversas índoles.
* Debes conocerte a ti mismo/a en tus diversas facetas. Junto al conocimiento personal debes tener en cuenta la proyección de la imagen que ofreces a la sociedad. La lucha entre la realidad del “yo” y la de lo que “quisiera tener” puede causar una sensación de fracaso permanente y generar ansiedad.
* Relativiza al máximo los sucesos. En la vida cotidiana prácticamente no hay verdades incuestionables. El paso del tiempo ayuda a relativizar y la mayoría de tus problemas dejaran de serlo dentro de un tiempo, aunque no se solucionen de forma adecuada. Con esta actitud disminuirás considerablemente la ansiedad que ocasionan las preocupaciones cotidianas.
* Genera nuevas ilusiones y frentes de interés, y aprovecha de forma distinta los elementos que tienes a tu alcance para mejorar tu vida. La alternativa al estrés pasa por generar un tipo de vida en que, al despertar por la mañana, la persona piense que el nuevo día puede aportar algo interesante que produzca ilusión, aunque no sea necesariamente algo nuevo.
* Sustituye cualquier actividad, decisión o situación que genere hiperresponsabilidad, ya que ésta provoca un bloqueo. Esta medida te ayudará a descargar la tensión acumulada. La hiperresponsabilidad se convierte a menudo en una trampa, ya que la persona afectada desciende su rendimiento debido al agotamiento que conlleva este compromiso.
* Crea tu propio diseño vital. Identifica tus posibilidades reales y los medios de los que dispones para llegar a los objetivos marcados. Cuando el listón de un proyecto es irrealizable, esto implica una fuente de estrés, por lo que se deberá hacer otro diseño nuevo más adecuado.
* Improvisa frente a la rutina. Con suma facilidad se cae en una vida rutinaria, que produce una aparente sensación de tranquilidad, aunque en realidad la angustia es proporcional al nivel de rutina con que se vive. La improvisación te permitirá descubrir aquello que realmente te apetece y tomar conciencia de que no estás condicionado/a en todos los acontecimientos.
* Aumenta tu capacidad de resolver problemas. El ser humano, desde el nacimiento, se enfrenta sucesivamente a una serie de situaciones desconocidas que debe entender y superar. La presencia de nuevos problemas no debe ocasionar miedos que obliguen a evitar las situaciones conflictivas o bien generen situaciones de angustia. Los terapeutas aconsejan a los pacientes con miedos a situaciones determinadas (fobias) enfrentarse a lo que les
angustia.
* Acepta que puedes cometer errores. No debes depender del éxito. Ser el mejor no supone la felicidad y pretender ser infalible no es ninguna ventaja. Solamente no comete errores quien no toma ninguna decisión, es decir, quien esquiva toda responsabilidad.


Consecuencias psicológicas
   La repercusión más importante del estrés es la pérdida de capacidad para ser feliz; se sufre y no se encuentra la fórmula para disfrutar los aspectos favorables de la vida.
   Junto a la sensación de infelicidad, la persona se siente incapaz de ser eficaz, disminuye su rendimiento en todos los aspectos de la vida, pierde el interés por la familia, por sus relaciones afectivas y sexuales, por el trabajo y la diversión, etc.
   Hay una desconfianza en los propios recursos personales, que se hace especialmente evidente cuando la persona constata la inutilidad de razonar de forma adecuada sobre su propia situación. Además, se hace una valoración negativa del entorno.
   En la búsqueda de formas para superar la tensión se recurre a las huidas, que sólo proporcionan un consuelo momentáneo o agravan todavía más la situación, hasta que finalmente existe una necesidad permanente de huir.
   En este clima de tensión no solamente se ven involucradas las personas estresadas sino también todas aquellas que comparten su vida.


 

lunes, 30 de mayo de 2016

El Estrés, 2ª parte


El organismo se siente amenazado por una presión que puede desequilibrarlo o se enfrenta a una situación de emergencia
El Síndrome General de Adaptación (S.G.A.)
   El S.G.A. consiste en un conjunto de reacciones fisiológicas coordinadas con las que el organismo responde ante cualquier agente procedente del exterior que resulte estresante, actuando como protector y preparándole para la actuación. Estas reacciones ayudan al individuo a enfrentarse a situaciones de emergencia según tres parámetros:
• Propician la utilización de una mayor fuerza durante períodos cortos. Por ejemplo, permiten que una persona pueda cargar con un mueble pesado cuando se está incendiando su casa.
• Estimulan una actividad sostenida durante un período mas largo de lo que ordinariamente es posible. Es el caso, por ejemplo, de una persona que puede correr sin síntomas de fatiga o a mayor velocidad de lo normal cuando es perseguida por un ladrón.
• Reducen la sensibilidad al dolor.


Fases del S.G.A.
   El Síndrome General de Adaptación se compone de tres fases (alarma, adaptación y agotamiento).

Fase de shock o alarma
   En el proceso de establecimiento del estrés hay una primera fase de shock o de alarma, en la cual se produce el enfrentamiento de la persona con la causa estresante. Ésta puede ser única y fácilmente detectable (por ejemplo, la enfermedad de un ser querido rompe el equilibrio de la vida habitual, introduce un factor de angustia nuevo y exige una dedicación personal intensa) o plural y polimorfa (la progresiva complicación del trabajo encomendado, las múltiples angustias que de él se desprenden y el progresivo empeoramiento de la situación con el paso del tiempo).
   Cuando un individuo está sometido a esta fase del shock, pasa por un período en el cual no ve que las situaciones que le rodean le afectan en alto grado, sino que las vive simplemente como conflictos que ha de superar. Sin embargo, llega un momento en el que la persona se da cuenta de que la situación le supera, que sus fuerzas ante la agresión se debilitan, y toma conciencia de la presencia del estrés.
   De todas formas, algunas personas no reconocen que padecen estrés, y en consecuencia no aceptan ayuda, pues sienten y creen que nadie puede entender lo que les pasa.
En la fase de alarma se movilizan las defensas del organismo y se pone en marcha el eje hormonal hipotálamo hipófisis-suprarrenal. Entre los síntomas destacados de esta fase se detecta nerviosismo, irritabilidad, cambios de humores repentinos e imprevistos, impaciencia e insatisfacción personal. La persona tiende a encontrar mal todo lo que hacen sus colaboradores, critica indiscriminadamente a la gente con la que vive y tiene una actitud irascible con la sociedad (por ejemplo, conduce el coche con prisa, sin precaución o de forma agresiva).


En una primera fase de alarma, el organismo moviliza sus defensas                                                   y deja entrever unos síntomas inequívocos
 Fase de adaptación
    En esta etapa, el organismo se acopla y las hormonas liberadas (los corticoides) vuelven a la normalidad. Cuando la adaptación no se produce y el agente estresante sigue actuando, se inicia la tercera fase (de agotamiento).

   En el segundo estadio de resistencia, el individuo nota que aumenta su cansancio y disminuye su rendimiento, de modo que tiende a tomar medidas para que esto no suceda. La persona se sobrepone, piensa en organizarse de otra forma, trata de buscar horas para descansar y recurre a la farmacología (vitaminas o estimulantes) para conseguir el impulso suficiente para mantener el ritmo.
   En este contexto, la denominada fuerza de voluntad tiene un papel muy importante. Normalmente el individuo ha sido educado en la idea de que “querer es poder”, de modo que cuando ve que “puede menos” 2ende a “querer más”. Según esta premisa, la persona puede tratar de compensar el estado de fatiga con una respuesta de actividad excesiva y frenética, ya que tiene la necesidad de demostrarse que “es capaz” de hacer as cosas como antes.
   Este esfuerzo suplementario puede ser causa de una ligera recuperación, pero a corto o medio plazo acaba contribuyendo al aumento del estrés, puesto que se crea un círculo vicioso, el incremento de la fatiga lleva la persona a cometer errores más graves, que crean mayor malestar, más dificultades para conciliar el sueño y, por tanto, mayor dificultad para descansar.
   Esta fase en la que el sujeto intenta adaptarse a la situación, se realiza a costa de un gran desgaste de las reservas del organismo. El carácter se vuelve más insoportable, aparecen tics y otras manifestaciones externas de angustia (taquicardia, sudoración palmar, vértigos, mareos, pequeños problemas de tipo fóbico y obsesivo que estaban aletargados, etc.). Además, la persona adquiere lo que comúnmente se denominan manías y se obsesiona consigo mismo.
   Cuando se entra en el proceso de fatiga establecida, el estado de nerviosismo puede alternarse con fases de profundo abatimiento, de hastío y falta de ilusión. La persona se sumerge en una especie de carrera por encontrar una satisfacción y se hace firmes propósitos de cambiar, de intentar trabajar menos o tomarse la vida de otra manera, pero los compromisos que adquiere le obligan a aplazar estas decisiones positivas.
 Fase de agotamiento
   Esta fase, que a la larga podría provocar la muerte, se caracteriza porque la persona tiene una sensación de cansancio y se ve superada por la situación que padece.
   El sujeto descansa mal porque padece insomnio o duerme de forma sobresaltada, y eso motiva que por la mañana, al despertar, tenga dificultades para levantarse y ponerse en marcha. Ante esta sensación de fatiga y de falta de estímulo para cumplir con todas las obligaciones, la persona adopta posturas fóbicas o de rechazo a su trabajo y a las obligaciones que ha contraído, suele sentir la necesidad de acabar el día, desea que pasen las horas con el fin de terminar la jornada laboral y volver al hogar. Pero una vez en casa, le sucede lo mismo y es igualmente incapaz de descansar, pues no cesa de pensar en los problemas derivados de su ocupación o de la causa que provoca el estrés.


   El sujeto actúa de igual forma frente al fin de semana, los días laborables aparecen como obstáculos que hay que superar para alcanzar el viernes o el sábado, pero luego es igualmente incapaz de descansar y de abstraerse de los problemas cotidianos. Por lo general, durante el domingo por la tarde aparece la sensación de frustración, motivada tanto por la inminencia del comienzo de una nueva semana, como por la percepción de la pérdida de la oportunidad de descansar, puesto que termina el fin de semana. En esta situación, la persona aparece dominada por una sensación de prisa e impaciencia, que hace que viva con una angustia permanente.
   En esta fase domina la apatía, un estado semejante a la depresión, que se caracteriza por un desinterés generalizado y una falta de control sobre las emociones, que se inhiben. Estos parámetros se traducen en estados de agitación o de pasividad, con una sensación añadida de enfermedad e insomnio cada vez más pertinaz. Es en este momento cuando aparece el desánimo, la falta de ilusión y en especial el deseo de huida, que se mantiene como una expectativa tan deseada como inalcanzable.
   Otros signos de fatiga son la gran dificultad para realizar pequeños esfuerzos físicos (subir un primer piso por la escalera) y una fuerte sensación de incapacidad para resolver problemas nuevos. Cualquier situación produce mucha angustia e incomoda, por lo que la persona trata de alejarse de toda circunstancia novedosa.

 

domingo, 29 de mayo de 2016

El Estrés; 1ª parte


Este fenómeno biológico es la consecuencia de las exigencias crecientes de energía mental y física a las que estamos sometidos cada día, y puede tratarse de forma natural, con la ayuda de la Fitoterapia, la Homeopatía, la Reflexología podal o la Aromaterapia
   El estrés o ansiedad es una respuesta del organismo a una demanda que se le realiza, ya sea de tipo físico, psíquico o emocional, y se presenta como un problema cada vez más grave que afecta en algún momento a buena parte de las personas que viven en la sociedad de hoy en día, dominada por las prisas y las exigencias tanto físicas como psíquicas. Este fenómeno, caracterizado por la fatiga y la incapacidad de afrontar situaciones conflictivas, deriva a menudo en enfermedad.
   En este contexto, las terapias naturales aportan soluciones destinadas a equilibrar nuestro estado y mejorar la capacidad de superación personal.
   Aunque en nuestro entorno el estrés se interpreta de distintas formas, pueden apreciarse distintas connotaciones relacionadas a este concepto, como la fatiga e incapacidad que siente la persona, las graves dificultades que sufre para enfrentarse a una situación conflictiva, la sensación de encrucijada frente a la toma de decisiones y el cansancio con predominio del factor psíquico sobre el físico.


La fatiga
    El estrés como fenómeno biológico puede ser producido, entre otros motivos, a consecuencia de un estado de fatiga. La fatiga por sí misma no es una enfermedad, sino una respuesta biológica normal del organismo, que se activa cuando éste se ve sometido a un trabajo físico o psíquico de intensidad superior al que la persona está acostumbrada.
   Si bien en general se asume con facilidad el concepto de cansancio físico (por ejemplo, es el que se produce cuando se sube un buen tramo de escaleras con un gran peso), es más difícil entender el cansancio psicológico, pues parece que a este nivel todo es posible. Además, es habitual el hecho que se atribuya a una persona mayor inteligencia y capacidad o voluntad en la medida en que es capaz de soportar situaciones tensas durante mucho tiempo.
   Una de las causas de fatiga, y en consecuencia, del estrés, es el tipo de actividad que desarrolla la persona, principalmente según su forma de vivirla. Todas las actividades son más o menos estresantes en función del nivel de responsabilidad que conlleven y el grado de preocupación que generen. El medio ambiente en el que se
desarrolla la actividad tiene una gran repercusión en el índice de fatiga. Favorecen el estrés, por ejemplo, los ambientes con sobrecarga de humos, ruidos, con una iluminación inadecuada, con mucha gente en poco espacio, etc.
   Una alimentación desequilibrada provoca una serie de enfermedades (obesidad, afecciones cardiovasculares, etc.) y una disminución de la capacidad de trabajo y la consecuente aparición de fatiga.
   El reposo inadecuado provoca asimismo fatiga. Descansar no es sólo dormir o desconectar, también implica adquirir una disposición positiva en la búsqueda de actividades diversas que causen satisfacciones y complacencias. Para conseguir este objetivo, cabe saber que el período dedicado a dormir tiene una gran trascendencia para afrontar adecuadamente la jornada.
   El cansancio también puede ser producido por los trabajos monótonos, repetitivos, situaciones de poca actividad o de subestimulación. Cualquiera de las situaciones que generan “incapacidad” comporta la aparición de un estado de “angustia” que aumentan progresivamente hasta desembocar en un estado de “bloqueo”.


La fatiga es una respuesta del organismo ante un esfuerzo físico o psíquico                                                     de intensidad superior a la habitual
Tipos de estrés
   La vida se compone de una serie de etapas con distintos problemas y la persona ha de adquirir una serie de habilidades para enfrentarse a ellos y a la vez ir aprendiendo sobre la marcha a resolverlos.
   Asimismo, en la sociedad cada persona tiene un grado de tolerancia diferente frente a las exigencias que se le hacen y respecto a su energía mental, algunas las resisten bastante bien, mientras que otros llegan enseguida al límite de lo que pueden soportar. Todo individuo necesita un cierto nivel de estrés ya que, después de todo, éste responde a una función natural del cuerpo (la hormona llamada adrenalina se produce en los momentos de estrés).
   Ahora bien, la ansiedad crónica de la vida en la ciudad, los problemas monetarios, los familiares, la salud, etc., hacen que la presencia constante de la adrenalina pase factura, llevando a la hipertensión o al aumento de la presión arterial, y a muchas otras enfermedades somáticas más o menos graves. La solución se encuentra en el equilibrio.
   En cualquier caso, dentro de la forma generalizada del concepto de “estrés” pueden distinguirse dos tipos.


• El Eutrés, en el que la reacción del organismo se encuentra adaptada a su fisiología normal. Este es el tipo de estrés que se sufre en la vida cotidiana, que ejerce una función benefactora sobre el organismo y gracias al cual se consigue el progreso personal y el desarrollo psicológico.
• El Distrés, al que normalmente se hace referencia como estado desagradable, ya que afecta de forma negativa tanto a nivel físico como psicológico.

Fases del estrés
  El estrés pasa por distintas fases, reaccionando de distinto modo a nivel psicológico y corporal.         Psicológicamente, el organismo se encuentra sumido en un estado en el cual se siente amenazado por una fuerza o por una presión que puede desequilibrarlo, o bien se enfrenta a una situación de emergencia.
   A nivel psicológico, el estrés hace que el cuerpo movilice todos sus recursos y gaste más energía de la habitual. Las reacciones del organismo frente al estrés constituyen el Síndrome General de Adaptación (SGA).


 

 

viernes, 27 de mayo de 2016

Supera el Estrés; 10 propuestas naturales para vencerlo, 3ª parte


PENSAMIENTOS CONSCI ENTES E INCONSCIENTES
2 La mente sensorial da sentido al mundo que nos rodea. Mediante la percepción, el lenguaje, los hábitos y las emociones, nos proporciona un sentido personal de la realidad. Con la mente podemos viajar en el espacio y en el tiempo, y cada imagen que creamos o rememoramos, produce estímulos para poner nuestro cuerpo en acción.  Pero debemos tener cuidado, ya que el cuerpo sólo vive en el presente, así que si viajamos a menudo al pasado o al futuro, creamos un desequilibrio fisiológico.
> Si centramos los pensamientos en el aquí y ahora, y acallamos nuestro diálogo interior a través de la meditación, disminuiremos la angustia (por lo que aun no ha sucedido) y la tristeza (por lo que ya ha pasado).
> La visualización creativa es una excelente técnica para producir estados de bienestar y relajación (la mente no diferencia entre imágenes creadas o reales).

EMOCIONES
3 Conocer nuestras emociones y expresarlas sin miedo a perjudicar ni perjudicarnos, es un camino liberador. La opresión que implica reprimirlas constantemente, suele ser uno de los factores que producen una situación de estrés permanente.
> Asumir, conocer y canalizar adecuadamente nuestras emociones es parte del proceso de autoconocimiento que nos permite establecer vínculos más sanos en cada uno de los ámbitos de nuestra vida.
> Las psicoterapias (individuales y grupales), la arte-terapia y otras actividades en grupo, pueden proporcionarnos nuevos modos de ver la vida y despertar nuestra sabiduría interior, fuente de toda energía armonizadora.

Nutrición y hábitos alimentarios

4 En estados de estrés, una alimentación inadecuada puede agravar nuestro desequilibrio físico y emocional. Recordemos que, desde la primera infancia, la alimentación está asociada a los afectos, a través de ella calmamos la ansiedad o manifestamos rechazo y rebeldía,
> El entorno y la actitud con la que comemos es un factor importante para una buena digestión y asimilación de los alimentos.
> Buscar una guía de información nutricional nos permitirá seguir una dieta que compense estados carenciales y elegir suplementos nutricionales adecuados. A1 elegir lo que comemos, debemos optar por alimentos lo más naturales posibles.
> Las vitaminas y minerales juegan un papel fundamental en los estados de ánimo y disponibilidad energética: la Vitamina C es necesaria para la producción de corticosteroides (hormonas que segrega nuestro organismo como respuesta a un estado de estrés para ayudar a superarlo) además de fortalecer el sistema inmunitario, la falta de Vitamina B6 (arroz, pan integral) se asocia a la irritabilidad, la Vitamina B1 favorece la digestión de los hidratos de carbono y la producción de serotonina (importante para el sueño).
> En cuanto a minerales, la carencia de zinc aumenta la intolerancia al estrés, mientras que un déficit de cromo (presente en la levadura de cerveza, el germen de trigo y las legumbres) se traduce en una sensación de ansiedad que puede incrementar la tendencia a comer dulces.
> Los riesgos del estrés ligados a problemas de alimentación y al sistema digestivo, hacen necesaria una consulta al especialista, ya que las úlceras y los problemas intestinales requieren del consejo y supervisión médica.  
BAÑOS RELAJANTES
Hay pocas cosas tan relajantes como sumergirse durante un buen rato en una bañera llena de agua templada.
   En Europa, los baños (utilizados desde tiempos remotos con fines terapéuticos y estéticos) son una terapia muy extendida y son numerosas las curas de agua que se pueden realizar en balnearios, centros de salud y estética. La terapia recibe diferentes nombres en función del tipo de agua usada, cuando se trata de agua de mar, se denomina talasoterapia, termalismo si el agua procede de termas, y balneoterapia cuando los tratamientos se realizan con agua común. A pesar de todos los beneficios que nos puede aportar un baño, hay que seguir unas pautas para sacarle el máximo partido.


¡Ojo con la temperatura!
   Para obtener los beneficios deseados es muy importante que controles la temperatura del agua.
> Si utilizas agua caliente, el tiempo no debe sobrepasar los 10 minutos, ya que la aceleración del pulso puede provocar debilidad y mareos. Este baño está contraindicado para quienes tienen la tensión baja o problemas cardíacos, ya que los vasos sanguíneos se expanden tratando de enfriar el cuerpo, y esto hace que el corazón deba realizar un gran esfuerzo. Por el contrario, los baños calientes son de gran ayuda para provocar sudor y eliminar las toxinas del organismo.
> Los baños de agua fría también aumentan el ritmo cardíaco, aunque el pulso se estabiliza después del momento inicial. Son muy recomendables para activar la circulación sanguínea y tonificar la piel.
> Los baños templados (con el agua entre 32°C y 36°C) son los más relajantes, reducen la tensión muscular y actúan sobre las terminaciones nerviosas que están debajo de la piel. Son los más aconsejables después del ejercicio físico, pues evitan la rigidez de los músculos y articulaciones, y también en caso de problemas urinarios, fiebre y resfriados.

Añádele plantas y aceites esenciales
   Una de las mejores formas de añadir al agua extractos de hierbas y plantas es introducirlos en una bolsita de muselina o tela porosa, y colgarla del grifo de manera que el chorro de agua diluya la infusión. Así, además de relajarte, tu baño tendrá propiedades terapéuticas.

Hidromasaje antiestrés
    Si tienes bañera de hidromasaje o conoces algún lugar donde utilizarla, puedes sumar al efecto relajante de los ‘jets” de aire los beneficios de los aceites esenciales. Llena la bañera con agua a 36°C, añade unas gotas de aceites de angélica, anís, mejorana, lavanda, azahar y melisa. Con este masaje subacuático tonificarás tus músculos, mejorarás el flujo sanguíneo y darás mayor elasticidad a tu piel.

Adiós a la tensión muscular y articular
> Añade dos bolsitas de manzanilla al baño de agua templada o una infusión elaborada con 4 cucharadas de esta planta. Este baño reducirá la tensión muscular y proporcionará un perfume delicado a tu piel.
> También puedes añadir unas gotas de aceite esencial de melisa, sándalo, lavanda y bergamota, para aliviar la tensión muscular y articular.                                                                                                                                                                        > Si tienes los músculos doloridos porque has realizado un sobreesfuerzo, prepara una infusión con corteza de sasafrás, raíz de lampazo mayor, agrimonia, consuelda mayor y salvia.
> Para calmar la tirantez muscular y aliviar la tensión de las articulaciones, añade al agua templada del baño una infusión de salvia, lavanda y laurel.
> Después de una larga jornada andando o trabajando de pie, nada mejor para tus pies que un baño relajante. Sumérgelos en agua fría y caliente  -alternándola- y añade unas gotas de aceite esencial de limón e hierbabuena al baño. Favorecerás la circulación sanguínea y perfumarás tus pies.

 

 

jueves, 26 de mayo de 2016

Supera el Estrés; 10 propuestas naturales para vencerlo, 2ª parte


Mitos y realidades sobre el Estrés
La relación estrés-estímulo
   En los años 50, las investigaciones de laboratorio sobre las reacciones y consecuencias del estrés hicieron posible observar diferentes fases en las que la presión y desequilibrio predisponen a la enfermedad:
> Fase de alarma: Prepara el cuerpo para la acción (sistema simpático).
> Fase de adaptación Una vez pasada la amenaza, reequilibra el cuerpo hacia la relajación o reposo (sistema parasimpático).
> Fase de fatiga: Cuando persiste el estímulo o el equilibrio no logra recuperarse, el cuerpo agota sus reservas de combustible y puede aparecer tal cansancio (estrés crónico) que cada vez tengamos que trabajar más para realizar la misma tarea. En esta última fase se encuentran aquellas personas que expresan “estar quemadas’, algo que merece especial atención, pues es cuando todas nuestras capacidades comienzan a mermar, cuando abonamos un campo propicio para la enfermedad.
   Estas investigaciones se basaron estrictamente sobre el estímulo del sistema simpático, ignorando el papel de la inhibición parasimpática. De allí proviene la popularizada asociación de ‘estrés” con “presión, dado que las etapas citadas se describieron en función de estímulo, sobreutilización y desgaste de los recursos corporales, generando la idea inexacta de que cualquier estímulo es estrés


El “buen” y el “mal” estrés
   Del concepto que acabo de describir y que asoció estrés estímulo, proviene otro mito que tampoco contribuyó a aclarar la problemática del estrés, se trata del mito del buen y del mal estrés. Y es que durante un tiempo circuló la idea de que todo estímulo positivo (que promoviera el ser más productivo, pasarlo bien, fortalecer un grupo muscular o el lograr éxito en cualquier objetivo) era “eustress” y. todo estímulo negativo (que promoviera un ataque cardíaco, el dolor, la frustración, la ansiedad, etc,) era “distress”. Pero en ambos casos, se prestaba atención sólo a las dificultades y respuestas del sistema simpático.
Lo cierto es que:
> Los distintos estímulos generan distintas respuestas. No pensamos ni sentimos igual frente a un desafío que frente a una pérdida importante, por lo que nuestro sistema nervioso autónomo tampoco responde sólo con su sistema simpático, sino que también pone en marcha al sistema parasimpático. Así un estímulo (por ejemplo, una situación crítica) también altera el compás en el que ambos sistemas llevan su ritmo y sus funciones,
> Cuando se produce el desequilibrio, no siempre el estrés es sinónimo de ‘enfermedad, puede ser simplemente una respuesta fisiológica de adaptación circunstancial, que acompaña a una respuesta psicoemocional también excepcional o pasajera.                                                                                                                                                      > Cuando se nos presentan situaciones críticas, generalmente la vida nos confronta con la necesidad de cambios profundos, toma de decisiones, experiencias transformadoras, grandes esfuerzos... y otros factores que causan estrés.
>
De nuestra actitud depende en gran medida, que el estrés sea un estado de respuesta adaptativa a lo excepcional circunstancial, o que se instale como estado crónico. Como respuesta natural nuestro sistema nervioso autónomo acompaña fisiológicamente nuestro proceso psicoemocional de asimilación y superación de las crisis vitales. A medida que esto ocurre, todas nuestras funciones van recuperando la armonía.
> La predisposición biológica y biográfica de cada persona determina diferentes respuestas ante crisis similares. De esas diferencias surgen también distintas tendencias hacia él desequilibrio y las patologías severas, con problemáticas derivadas de un mal funcionamiento del sistema simpático (como la hipertensión o las úlceras) y otras asociadas a un funcionamiento erróneo o desequilibrado del sistema parasimpático (como la depresión o el asma).

Claves para transformar el Estrés en energía positiva
RESPIRACIÓN
1 La respiración irregular y arrítmica nos lleva a un estímulo irregular de la descarga simpática y parasimpática; en otras palabras, a un desequilibrio autónomo o estrés.
> El yoga considera a la respiración como un timón para el sistema autónomo, La exhalación estimula el sistema parasimpático (reposo) y la inhalación estimula el sistema simpático (acción). Practicar la respiración diafragmática con doble tiempo de exhalación que de inhalación, reduce enormemente la tensión y crea un estado más profundo de reposo para el corazón y el sistema vascular (este ritmo no es aconsejable en las personas que sufren depresión crónica, pero sí resuelve un gran numero de problemas de estrés y ansiedad).

 

 

miércoles, 25 de mayo de 2016

Supera el Estrés; 10 propuestas naturales para vencerlo, 1ª parte


Tener Estrés ya no es un trastorno fuera de lo común, sino una consecuencia más de las prisas que nos impone un ritmo de vida marcado por el continuo desarrollo de
nuestra sociedad.
Te ofrezco 10 propuestas naturales y múltiples ideas para que puedas
superarlo y vivir con más calidad de vida.
Señales de estrés
Aunque los primeros indicios de estrés pueden parecer pequeños detalles sin mucha importancia,
sin duda conviene prestarles atención. Estos son los más comunes:

> Falta de concentración, fatiga intelectual, inapetencia a las tareas inhabitúales y descuidos.                                                                                                                                                 > Dificultad de recuperación que produce un agotamiento constante. Se hace difícil levantarse por la mañana.                                                                                                                                                > Dolores de espalda y cuello. Contracturas                                                                                                                                                                  > Descenso del rendimiento  intelectual o físico, depresión y sensación de tristeza,
> Fatiga sexual, descenso del deseo, dificultades en la erección y el orgasmo.                                                                                                                                                   > Nerviosismo, exceso de actividad, ansiedad, angustia, impaciencia, irritabilidad. La tensión se descarga al menor estímulo sin importancia.                                                                                                                                                                > Trastornos del sueño.                                                                                                                                                                    > Acidez de estómago, digestiones difíciles. Frecuentes dolores de cabeza y en la cara.                                                                                                                                                          > Tics y movimientos involuntarios, impaciencia, etc.
   Desde un abordaje holístico, es decir, desde un enfoque integrador, es esencial definir el significado de la palabra “estrés”, para poder avanzar en la comprensión conceptual que conlleva el término o su uso popularizado. “Estrés” es una traslación lingüística del término inglés stress (tensión, fuerza, compulsión, someter a esfuerzo, hacer hincapié en...), que se utiliza en medicina para referirse a los procesos físicos, químicos o emocionales que producen una gran tensión y que pueden llevar a la enfermedad.
   Desde hace ya varias décadas, nuestra sociedad y el estilo de vida y ritmo que nos impone, ha incrementado hasta tal punto estos factores, que la palabra estrés es moneda corriente para definir estados desarmónicos en todos los niveles de la población. Sin embargo, y quizás por la frecuencia inusitada con la que oímos y utilizamos esta palabra, sea oportuno saber un poco más sobre los factores desencadenantes, causas posibles, tipos de estrés, así como nuestros recursos internos y las claves para superar y prevenir sus efectos.
   También es conveniente aprender a llevar las riendas de la inmensa cantidad de información que hay sobre el tema y evitar todo aquello que nos exceda, que nos produzca ansiedad, confusión e incapacidad para tomar decisiones acertadas. Así pues, conocer los distintos abordajes de la problemática del estrés nos permitirá posicionamos adecuadamente a la hora de buscar soluciones a nuestra medida.


Pero... ¿Todo es estrés?
   Sin duda, todos nos sentimos identificados con más de una de las señales o síntomas arriba mencionados. Con esta breve lectura, el concepto de estrés bien podría convertirse en un gran saco donde depositar explicaciones, diagnósticos, e incluso, auto-justificaciones simples o superficiales. Para no caer en errores o en posibles ‘callejones sin salida”, vale la pena ir paso a paso, y aclarar que el “estrés” no es el origen del problema sino el nombre general que otorgamos a cualquier estado de desarmonía en nuestro comportamiento funcional,
   Así, sería valido decir que una enfermedad, un accidente, una operación, una intoxicación, etc., son causa de estrés, del mismo modo que lo sería el sufrimiento psicoemocional o los hábitos perjudiciales. Si además tenemos en cuenta que los factores que causan estrés pueden ser de orden físico, psíquico, emocional, sociocultural, de comportamiento o bien económicos, debemos:
> Conocer los mecanismos (ver sistema nervioso) que intervienen en los estados de estrés.
>
Tomar consciencia de los riesgos para la salud que pueden devenir si dichos estados se presentan con demasiada frecuencia o se convierten en crónicos.
> Utilizar la información para reflexionar acerca de cómo podemos asumir y recuperar el control de nuestra realidad, sea cual sea, para mejorar nuestra calidad de vida (aún en la adversidad).


El sistema nervioso
   Frases usuales como “estoy nervios@”, “sufro de los nervios’, “tengo los nervios de punta”, “está al borde de un ataque de nervios”... han sido siempre válidos sustitutos de la palabra estrés.
   En el control de nuestras reacciones, mucho tienen que ver nuestro cerebro y su extensión, la médula espinal. Los nervios, a su vez, forman parte de dos poderosos sistemas que cumplen las instrucciones del cerebro, llevando y trayendo la información de todo el cuerpo para su procesamiento.
> El sistema nervioso sensorio-motor, generalmente denominado “voluntario” porque rige músculos y órganos de los sentidos, es un sistema de acción que podemos hacer actuar desde nuestra voluntad consciente, para tensar o relajar, movernos o permanecer quietos.
> El sistema nervioso autónomo o vegetativo, que regula nuestros sistemas orgánicos internos (respiratorio, cardiovascular, digestivo, urogenital, hormonal, cutáneo), se denomina así porque su funcionamiento se lleva a cabo independientemente de nuestra voluntad. Es precisamente este sistema el responsable de controlar nuestras reacciones frente al estrés.

Cuando perdemos la sincronía
   Los sistemas simpático y parasimpático forman la globalidad del sistema nervioso autónomo. Podemos imaginarlos como un acto de equilibrio sofisticado. El sistema simpático crea estímulos en el cuerpo preparándolo para la acción (acelera el ritmo del corazón y hace que el hígado libere combustible para que los músculos puedan quemarlo). El sistema parasimpático se encarga justamente de lo contrario, prepara al cuerpo para el reposo (enlentece el corazón y hace que el hígado acumule dicho combustible).
   Cuando estamos sanos, es decir, cuando todos nuestros procesos de intercambio se realizan armónicamente, ambos sistemas trabajan conjuntamente, al igual que lo hacen nuestras manos al realizar una tarea, se sincronizan automáticamente, manteniendo un equilibrio de reacción, acción y reposo, según los cambios y necesidades que se presenten.


¿Qué provoca la desarmonía?
   Cada vez que pensamos que algo o alguien nos puede causar daño (físico, emocional, social o económico) se enciende en nosotros una alarma de peligro que nos presiona hacia una reacción, luchar, huir, o pasar desapercibidos. Tanto esta alarma como la intensidad de la reacción dependen de nuestras percepciones y pensamientos, es decir, de la importancia que tenga para nosotros la situación que se presenta (real o imaginaria).
   Por lo general, las preocupaciones diarias ponen en marcha una reacción limitada y escasa, mientras que las grandes amenazas, como la posibilidad del despido, una separación o el salvarnos de un accidente, desencadenan reacciones que afectan al sistema endocrino durante varios días e incluso semanas (como en el estrés postraumático). En cualquier caso, la salud o la armonía no suelen perderse de forma abrupta y repentina, salvo por accidentes o imponderables. Ahora bien, cuando se da la pérdida total del equilibrio como consecuencia de permanecer sometidos a niveles elevados de presión constante, las consecuencias y los riesgos pueden ser tan severos, que bien merecen una reflexión profunda por nuestra parte.


Un enfoque Holístico
   Comprendidas las diferencias entre las situaciones y motivos que crean estrés, es tiempo de unificar y no de polarizar. Podemos servirnos de las virtudes de la ciencia occidental, de la sabiduría oriental y las medicinas alternativas, pues la base de un enfoque holístico se fundamenta en la integración y coordinación multidisciplinaria. En el tratamiento y prevención del estrés, así como de cualquier desequilibrio físico o anímico, nos centraremos en ese aspecto subjetivo e intangible que nos convierte en seres humanos únicos e irrepetibles. Esta particularidad, determinada por nuestra predisposición hereditaria, hábitos y biografía, hace que cada uno de nosotros vivamos las mismas crisis de manera diferente.

¿Cómo recuperar el equilibrio?
   Una vez centrados en el eje de nuestra consciencia, podremos observar y atender todo aquello que, por haber escapado de ella, ha perdido su armonía, incluso la de nuestro sistema nervioso vegetativo. Asimismo, podremos asumir prioridades, buscar orientación profesional, tomar medidas de emergencia o trabajar en la recuperación armónica de varios aspectos.
   La consulta a un profesional puede ser la mejor orientación y el primer paso para recuperar el control. No es conveniente mantener posturas rígidas a la hora de tomar decisiones importantes, ya que ante la gravedad de ciertos estados, puede ser conveniente considerar las ventajas de un alivio rápido, para luego poder afrontar procesos relacionados con la personalidad y cambios más profundos.


Enfermedades y síntomas severos
   Corno estado que permanece y se vuelve crónico, el estrés puede producir complicaciones de riesgo para la salud:
> Hipertensión: Puede dañar los riñones y llevar a un ataque de apoplejía.
> Úlceras pépticas: Se producen por un exceso de jugos gástricos o por una sensibilidad excesiva en una zona de la pared digestiva, causando náuseas y dolor.
> Anorexia nerviosa: Es muy común en las adolescentes y se caracteriza por una negativa a comer.                                                                                                                                                       > Colitis ulcerosa y enteritis: Inflamaciones del colon y del intestino.
> Asma: Puede producirse por contratiempos de tipo emocional.
> Trastornos de la piel: Por ejemplo, pérdida del cabello, sarpullido, etc.
> Trastornos anímicos severos: Ansiedad, irritabilidad, depresión...
   Debido a la elevada frecuencia con que se dan, cada una de estas patologías merecería una mayor profundización como problemática ligada al estrés.


 

martes, 24 de mayo de 2016

Estrés ¡La solución en tus manos! 2ª y última parte


Principales manipulaciones y sus efectos
1 PASES NEUROSEDANTES
  
Estos pases se incluyen en la serie de maniobras preparatorias y/o concluyentes con efecto sedante. Al inicio del tratamiento sirven para tranquilizar y relajar. Con las puntas de los dedos se aplican suaves roces sobre el trapecio, las cervicales y la cabeza (la persona está tumbada boca abajo), y sobre los hombros, cuello, cara y cabeza cuando la persona está acostada sobre la espalda. Los pases neurosedantes representan también el último paso de cada sesión de masajes, para finalizar la tanda de movimientos. Los suaves roces ayudarán en este caso a relajar y reforzar el efecto de los masajes realizados hasta el momento. Una vez se han aplicado con la persona boca abajo se cambia de posición.

2 AMASAMIENTO PALMODIGITAL
  
Con la persona recostada sobre el abdomen, este movimiento se realiza con ambas manos, de forma alterna sobre la musculatura del cuello, trapecios, deltoides (hasta el codo), y toda la espalda en general.
   El amasamiento palmodigital proporciona elasticidad a los músculos y rebaja la tensión acumulada en la zona, al incrementar el riego sanguíneo de los músculos.
   Esta técnica de masaje no se aplica cuando la persona está tumbada boca arriba, sino que en este caso el movimiento en cuestión se sustituye por la denominada “técnica de ojos’ un movimiento relajante cuya descripción viene
detallada a continuación.  
3 TÉCNICA DE OJOS
  
En este movimiento específico, el masaje se aplica con las puntas de los dedos (excepto los pulgares) sobre ambos ojos a la vez.
   Los dedos se deslizan sobre las cejas, partiendo del entrecejo, y al llegar a las sienes se realizan círculos deforma lenta y con profundidad suave, movilizando únicamente la piel.
   Esta manipulación, que se realiza antes de las remociones digitales, time un efecto muy relajante y puede repetirse tantas veces como se considere oportuno.
   La técnica de ojos también presenta excelentes resultados en caso de que la persona padezca habitualmente fuertes dolores de cabeza o sea propensa a las migrañas.


4 REMOCIÓN DIGITAL
  
Las remociones son manipulaciones que se realizan con las puntas de los dedos de forma lenta y profunda (sin causar dolor), y cuyo objetivo es favorecer el riego sanguíneo de la zona, además de actuar como relajantes.
    Cuando la persona está recostada sobre el abdomen se aplican sobre la musculatura cervical, paravertebral, las dorsales y el segmento lumbar. Cuando la persona está recostada boca arriba, las remociones se ejercen en toda la cabeza, desde la
frente hasta la nuca, y de la parte superior del creáneo a la zona de los temporales (por encima de las orejas).
   En este caso también sirven para eliminar la tensión muscular de la zona del trapecio.
5 REMOCIÓN NUDILLAR
  
Estos movimientos se efectúan en las mismas zonas que en el caso anterior, es decir, sobre la musculatura cervical, paravertebral, en las dorsales y el segmento lumbar (acostados boca abajo). La diferencia radica en que en este caso los masajes se efectúan con mayor profundidad, manteniendo la mano cerrada y movilizando la musculatura con los nudillos.
   La remoción aporta más afluencia de sangre a la zona en la que se realiza el masaje y produce un calor moderado, lo que contribuye a la relajación muscular.
  
Una vez la persona está acostado boca arriba, el movimiento se debe aplicar sobre la parte posterior del cuello.


6 MOVIMIENTO DE KINESIS
  
Cuando la persona está recostada sobre el abdomen este movimiento se aplica en primer lugar sobre Las vértebras dorsales (desde la cabeza del paciente y en sentido vertical), con la mano izquierda apoyada sobre la derecha y en sentido de las agujas del reloj. Posteriormente se repite el proceso sobre las vértebras lumbares (en sentido horizontal). Ya en posición contraria, se realizan círculos en la frente de la persona, alternando las manos. Puesto que el movimiento de kinesis se aplica sobre zonas muy concretas (esternón y frente), este masaje aporta una sensación de bienestar y relajación. Es éste el penúltimo paso antes de finalizar la sesión, ya que los pasos neurosedantes pondrán punto final a la serie de movimientos.

 

 

lunes, 23 de mayo de 2016

Estrés; La solución en tus manos, 1ª parte


Una cierta dosis de estrés proporciona retos y estímulos para hacer frente a nuestra vida cotidiana y también al propio estrés.                                                                                                                           Los problemas surgen cuando éste rebasa nuestra capacidad de enfrentarnos a él, ocasionando tensiones que exceden a las limitaciones normales.
Aprender a disfrutar de las cosas que nos llenan interiormente es un paso importante que hay que dar para lograr estar bien con uno mismo y con la vida.
10 Pautas para combatirlo

* Analiza tu forma de vivir y mentalízate para cambiar aquello que no te guste de ella,
* Relativiza los problemas e intenta valorar su importancia real.
* Intenta disfrutar al máximo de todo aquello que te llena interiormente.
* Practica ejercicios de relajación.                                                                                                                                                * Evita aceptar más trabajo del que puedas hacer y aprende a decir "no”.                                           * Respira profundamente cuando empieces a sentir que la angustia te está venciendo.
* Dedica más tiempo a tus aficiones actividades preferidas.                                                                                                                                                 * Revi
sa tu dieta: debe ser completa y debe incluir el aporte necesario de hidratos de carbono, proteínas, grasas y minerales.
* Reserva cada día unas horas para la práctica de ejercicio (andar, correr, nadar...)
* Toma un baño de agua caliente antes de acostarte.

   Establecer el límite de sobrecarga al estrés resulta un tanto difícil, la respuesta a su acción es cada vez más dura, más marcada, siendo el resultado una aparente mejora en su capacidad y eficiencia. El “crac”, el desmoronamiento puede llegar finalmente, haciendo que la persona sucumba bruscamente ante el estado de fatiga.
   A largo plazo el estrés provoca debilitamiento tanto físico como mental y, bajo su efecto, se produce en el cuerpo un aumento de adrenalina, noradrenalina y corticosteroides. Estos aumentos hormonales provocan tensiones musculares, cefaleas, migrañas, etc., entre otros problemas, cuya solución se halla en el campo de la medicina y la psicología.


Niveles de tolerancia al estrés

   Las causas que pueden originar el estrés dependen de ciertos factores relacionados con problemas laborales, económicos, emocionales, etc.
   Cada vez que se presenta una situación crítica, el organismo permanece alerta hasta que desaparece el peligro. Situaciones habituales como llegar tarde al trabajo, a una cita o encontrarse en medio de un atasco de tránsito, forman parte de las tensiones a las que estamos sujetos con tanta frecuencia que pasan desapercibidas.
   No obstante, los efectos son acumulativos y la tensión derivada incide a corto o largo plazo sobre la presión arterial, el corazón, etc. Precisamente la capacidad de hacer frente a estas situaciones es la que depende del nivel de tolerancia al es
trés, que varía de unas personas a otras. Mientras unas son capaces de mantener un estilo de vida estresante o se adaptan con facilidad al mismo, otras en cambio, caen rápidamente en ciertas enfermedades relacionadas con él.

Masajes para relajarte
    El masaje relajante es una de las mejores terapias para tratar el estrés, especialmente si en el aceite o crema empleados se añaden unas gotas de aceites aromáticos de manzanilla, lavanda, geranio, ciprés, enebro o salvia.
   Los movimientos deben aplicarse sobre los grupos musculares que presenten tensión, a menudo en el cuello, tercio superior de la espalda, cabeza, cara y la zona de los ojos. También se tratará el resto de la espalda hasta la zona lumbar, para obtener el mayor grado de relajación posible.


Paso a paso
   Todas las manipulaciones que se describen a continuación se realizan por orden, en primer lugar con la persona acostada sobre el abdomen (tumbada boca abajo), siguiendo las especificaciones indicadas. A continuación se efectuarán los mismos movimientos con la persona acostada sobre la espalda (boca arriba).
   Es aconsejable intercalar este tipo de masaje practicado sobre zonas muy concretas, con sesiones de masaje corporal completo, cuya periodicidad deberá decidir el terapeuta según sea el estado de la persona.