lunes, 31 de octubre de 2016

Vivir sin Psoriasis


TRATAMIENTOS
   La Psoriasis es una enfermedad de la piel, que en la mayoría de los casos evoluciona de modo crónico y de forma benigna. Se tiene conocimiento de ella desde la antigüedad, y está extendida en todo el mundo, afectando de un 2 a un 4 % de la población en general.

   La Psoriasis se caracteriza por regiones de piel inflamada, de tipo superficial y simétrico, bien delimitada, que puede afectar a áreas muy concretas o extenderse en grandes zonas del cuerpo. La localización en la cara no es normal que se dé.
   La capa superior de la piel muestra un engrosamiento y unas zonas de descamación fina asociada a escamas de color plateado y opalescente que pueden producir un intenso picor y ardor ocasional.
   La manifestación, el grado de evolución y el desarrollo de la enfermedad varía mucho de un caso a otro, aunque de modo general se manifiesta de modo alternante los periodos de brote y en los de remisión, en los cuales desaparecen los síntomas.
   Existen diversas formas de Psoriasis. La más común (90%) es la Psoriasis vulgaris, cuya localización puede afectar preferentemente las zonas de flexión y extensión de rodillas, codos, axilas, pliegue anal, así como cuero cabelludo y cejas. Otras manifestaciones de la enfermedad, aunque no tan frecuentes son la afectación inflamatoria y artrósica de las articulaciones y la sobre-infección de la piel en las zonas afectadas al desaparecer la protección cutánea a las bacterias, apareciendo pequeños micro-abscesos o pústulas sobre las escamas.
   Dentro de la Psoriasis vulgar hay una forma que se caracteriza por desencadenarse en la juventud, que afecta frecuentemente a varios miembros de la familia y es de probable mecanismo autoinmune, es decir que el propio organismo reacciona contra elementos propios produciendo una reacción inflamatoria. Hay otra forma que aparece en edades más avanzadas sin probable relación autoinmune ni desarrollo familiar evidente.


CAMBIOS QUE SUFRE LA PIEL EN LA PSORIASIS
   La piel está formada por tres capas superpuestas, denominadas desde la superficie al interior, epidermis, dermis superficial y dermis profunda. La epidermis tiene un grosor de 1 mm., no contiene vasos y su estructura está compuesta por células que provienen del crecimiento de las capas más internas. En la parte más superficial de la epidermis se sitúan las células viejas, que están por encima en forma de escamas invisibles que se van prendiendo conforme van creciendo las células más profundas migrando hacia el exterior. La maduración y transformación de las células hasta el desprendimiento de la escama queratinada se extiende normalmente durante el plazo de 4 semanas.
   En la Psoriasis se produce un recambio celular acelerado de la piel, lo cual lleva a una ampliación de la capa de células superficiales que al  poder juntarse entre sí se descama de modo excesivo y se produce una alteración funcional de la piel con la consiguiente desprotección de los agentes externos (infecciones) y deshidratación. También se produce un aumento de la circulación superficial con enrojecimiento inflamación local.
   La Psoriasis cura sin dejar cicatrización y no se altera el crecimiento del pelo. Al remitir la lesión queda a menudo una falta de pigmentación residual o, al contrario, una híper-pigmentación.


CAUSAS DE LA PSORIASIS
   Parece ser que hay una cierta predisposición hereditaria a padecer la enfermedad. Cerca de un 30% de los pacientes con Psoriasis tiene algún familiar con la misma afección, aunque no hay una relación ni en el momento de aparición ni en su intensidad, ya que estas características son muy variables.
   Debido a esta variabilidad individual cada vez se da más importancia al factor psicológico en la afección de la enfermedad, que se centra en situaciones vivenciales de separación, como es la pérdida del contacto físico o psicológico con personas queridas. A nivel social y sentimental, las personas que padecen esta enfermedad sienten un sentimiento de injusticia y reproche frente a este estado de separación. El hecho de que la enfermedad evolucione a brotes estaría en relación a que estas situaciones conflictivas se repiten y se solucionan parcialmente en el tiempo y por esto las lesiones cutáneas predominan en determinados momentos como fase descamativa o como fase inflamatoria.
   Sin embargo, además de estas situaciones psicológicas, hay ciertos factores que pueden desencadenar los brotes de psoriasis, como son heridas o inflamaciones cutáneas, procesos infecciosos respiratorios, enfermedades eruptivas de la infancia (sarampión, varicela...), alcohol, ciertos medicamentos, diabetes, hipersensibilidad a ciertos alimentos, obesidad, osteoporosis. Todo lo cual reafirma que la manera de vivir estados de separación puede inducir a determinados estados de ánimo que deriven en otras patologías relacionadas, y ciertas enfermedades pueden producir a la larga un estado de separación con sentimiento de injusticia y angustia asociadas.


Parece cierta una predisposición hereditaria a padecer la enfermedad.
Cerca de un 30% de los pacientes con psoriasis tiene algún familiar con la misma afección, pero esta relación es arriesgada, pues las características son muy variables.
TRATAMIENTO DE LA PSORIASIS
  Es importante tener en cuenta las medidas que tienen influencia positiva sobre la enfermedad y que sin lugar a dudas pueden disminuir tanto la intensidad como la frecuencia de los brotes. Así, evitaremos circunstancias agresivas para la piel como son la exposición y el contacto de sustancias potencialmente tóxicas o alergénicas (óxido de nitrógeno, derivados sulfurados....), y como norma dietética, seguir una alimentación integral, rica en fibras y pobre en grasas de origen animal.
   El mar y la exposición solar suelen ser claramente beneficiosos, aunque en este último apartado es importante tomar ciertas precauciones.
   Se debería dar mucha más importancia al aspecto psicológico antes mencionado de separación, ya que si éste se determina realmente en parte del paciente, es una pieza clave en la evolución de la enfermedad, mediante la búsqueda de comportamientos que superen estas circunstancias adversas. Es importante, por tanto, encontrar una gran ayuda y apoyo familiar y social, sobre todo teniendo en cuenta que la propia enfermedad por parte del paciente y de los demás, puede agravar el conflicto de separación por miedo al contagio o a una cierta aversión.


   Sin embargo la Psoriasis sigue siendo una incógnita en su evolución ya que hay una gran variabilidad en su manifestación y evolución posterior. Es por ello que se la ha llamado la enfermedad caprichosa, ilógica y excéntrica (Suglia 1993).
   Esto hace que el tratamiento sea muy personalizado en relación a los factores predisponentes de cada persona.
   Como medidas de tratamiento directo tenemos la fotoquimioterapia, los retinoides, el Ditranol y la Cortisona, como terapéutica clásica no han demostrado su eficacia a largo plazo, debido a sus múltiples efectos secundarios y al efecto rebote que producen en algunos casos al abandonar el tratamiento. Por todo ello se hace necesario valorar alternativas naturales que no presentes estos inconvenientes.
   Cada vez se da más importancia al factor psicológico en la afección a la enfermedad. A nivel social y sentimental, las personas que padecen Psoriasis sienten un sentimiento injusticia y reproche frente a este estado de separación.

Tratamientos
+ Aplicación local de preparados que protegen y engrasan la piel, así como de cremas y lociones hidratantes.
+ Tomar Vitamina
D3 en combinación con aceite de pescado o aceites vegetales ricos en glicéridos y Vitamina E, como el de onagra, borraja, maíz, lino, germen de trigo. La riqueza de estos aceites naturales en ácidos grasos tipo omega parece influenciar positivamente en el proceso inflamatorio de la Psoriasis.
+ Como suplementos vitamínicos debemos de considerar las Vitaminas A, E, C y B, que intervienen en el crecimiento y reparación de la piel. 
                                                                                                                                   
÷ Muchas veces brotes agudos pueden ser reprimidos con una terapia selectiva de UV tipo A, ya que parece tener un efecto inhibidor sobre la multiplicación celular de la piel.
+ Otra alternativa es el tratamiento homeopático, que toma una consideración muy especial de las particularidades de cada paciente, ya que los remedios son seleccionados de acuerdo con la constitución del paciente, el aspecto local de la lesión y los síntomas asociados.
+ La Fitoterapia puede ayudarnos a mejorar los cuadros agudos de la enfermedad al poder incidir sobre la función metabólica y cutánea, la modulación.


   Para potenciar el sistema inmunitaria, se utilizan Plantas como la Equinácea, el Eleuterococo y el Ginkgo biloba.
   Por sus efectos depurativos y drenadores hepáticos se utilizan el Abedul, el Helicriso, la Fumaria y la Escrofularia.
  
La Melisa, el Marrubio y la Avena actúan como moduladores del sistema nervioso y hormonal, teniendo la Avena también un efecto directo sobre el cuidado de la piel.
   El Grosellero negro tiene una acción importante sobre el metabolismo de la piel, favoreciendo su crecimiento y regeneración.


  Para el sistema nervioso se deben tomar Infusiones de Pasiflora, Valeriana (raíz), Espino albar y Azahar.                 
La yemoterapia incluye el tratamiento con las partes de crecimiento de la planta (yemas), con una gran riqueza en determinados principios activos de la planta. Aplicado a la Psoriasis contamos con el Nogal, indicado en Psoriasis con tendencia a la infección. Se prescribe en dilución homeopática decimal, 40 gotas tres veces al día.
   A nivel de Fitoterapia local, la pomada de tintura madre de Mahonia aquifolium tiene un efecto antiinflamatorio importante, junto a una me
jora en el desprendimiento de las escamas psoriásicas, que ayuda a una mejor reepitelización de la piel. Ofrece una muy buena tolerancia y es considerada agradable debido a sus características protectoras.
   En aplicación local también podemos aplicar cataplasmas de Arcilla en las zonas afectadas, potenciadas con 20-30 gotas de extracto de Bardana.
  
Si afecta a amplias zonas del cuerpo se pueden realizar baños de Arcilla, posteriormente aclararse y aplicar en las zonas afectadas aceite de Crisálida o cerato de Calaguala. Si hay un gran componente inflamatorio se puede aplicar una emulsión de Manzanilla, Aloe, Llantén y Caléndula. Los baños se pueden realizar incluyendo plantas ricas en mucílago, que actúan como emolientes (Lino, Malvavisco, Milenrama, Llantén y Pensamiento) y potenciarlo con extracto de propóleo.
   Como ejemplo de tratamiento con fitoterapia tendríamos la combinación de Grosellero Negro, Helicriso y Ginkgo biloba en cápsulas de extracto seco asociada a una infusión a base de Melisa, Equinacea y Centella Asiática, esta última de gran propiedad antiinflamatoria y cicatrizante. Además, aplicaríamos dos veces al día una crema a base de Mahonia aquifolium.

RECOMEDACIONES DIETÉTICAS
+ Dieta exenta de alimentos que pueden ser agravantes, como el cerdo, grasas, dulces, salsas, fritos, alcohol, picantes y condimentos fuertes.
+ Tomar verduras frescas y abundante fruta. También puede tomarse en zumo, apio, zanahoria, lechuga, uvas, pomelo, limón.
+ La pulpa de zanahoria ha sido empleada en aplicaciones externas contra diferentes afecciones cutáneas, ya que calma el picor.
+ Utilizar aceites de semilla de gran pureza, de primera prensión en frío, como el aceite de lino, girasol o maíz.
+ Aumentar el consumo de cereales integrales (arroz, trigo, maíz, cebada, avena, mijo...).
+ Como suplemento alimentario de tipo vitamínico que favorece el crecimiento y regeneración de la piel, tenemos el germen de trigo y la levadura de cerveza.


 

 

domingo, 30 de octubre de 2016

Como extraer los principios activos de las Plantas


La preparación de una infusión, una decocción, unos vahos.., y las dosis a utilizar en cada procedimiento, son conocimientos sencillos, pero de gran utilidad para el perfecto aprovechamiento de todas las sustancias de las plantas.
   Para la extracción de los principios activos de las plantas medicinales existen varios métodos. Gracias a estos las plantas dejan que sus propiedades sean extraídas de la forma más natural e íntegra posible.
   Para que estos principios activos sean aprovechados de la mejor forma posible existen unas reglas fundamentales que por su sencillez y fácil aplicación muchas veces nos pasan desapercibidas, pero que son de gran importancia.
   En cualquier planta medicinal, a parte de un principio activo (llámesele alcaloide, glucósido, aceite esencial...), existen otras sustancias como alcoholes triterpénicos, taninos, vitaminas, aminas... así como abundantes sales minerales. Parte de estas sustancias suelen ser extremadamente volátiles, tanto, que a través del vapor del agua se podrían perder de forma importante.
   Con algún sistema de condensación a través del contraste con el frío se pueden retener y hacer de esta forma más potente la receta.


PARTES DURAS Y BLANDAS
   Hemos de procurar que al extraer los principios activos de la planta, tardemos el mínimo tiempo posible. Sin embargo, ello dependerá de la consistencia de la planta, de su dureza o lenidad, de ahí que podemos hacer dos divisiones importantes de las partes de una planta: las partes duras y las partes blandas.
   Las partes duras de una planta son aquellas que muestran mayor resistencia, de aspecto coriáceo y fortaleza resistente. Estas son: las raíces, las cortezas de las ramas y de los tallos, los frutos, bayas y las semillas.
   Las partes blandas de una planta son aquellas que muestran menor consistencia y menor resistencia, suelen ser flexibles: las flores, las hojas, los tallos.
   Para tratar las partes blandas de la planta no necesitamos un proceso duro e intenso para extraerle las sustancias y los principios activos. Sin embargo en las partes duras si necesitamos un proceso más violento, mediante el cual se pueda extraer la totalidad de sus principios activos y de todas sus sustancias.
   El agua diluye las sustancias solubles, y a través del fuego se produce un proceso alquímico de sintetización y transmutación de algunas sustancias. Así, el fuego y el agua son dos elementos indispensables para la extracción de los principios activos de las plantas y de sus sustancias.
   Para que todo este proceso se realice de la forma más óptima posible hemos de partir de un principio básico: la planta debe estar total mente seca. Separaremos las partes duras de las blandas, y en su almacenamiento es imprescindible que tanto las raíces como las cortezas estén bien troceadas en partes lo más pequeñas posibles, así facilitaremos el proceso de extracción.


LA MEZCLA

   La mayoría de las ocasiones, para un preparado utilizaremos de dos a siete plantas, lo que denominamos mezcla.
  
Esta mezcla acostumbra a ser de diferentes partes de la planta, componiéndose de partes duras y partes blandas, a esta mezcla la llamaremos mezcla mixta.
  
Cada planta tiene un fin concreto, y en su conjunto aportan soluciones para una determinada dolencia. Varían, naturalmente, según el objetivo o problema a solucionar.
   Para dosificarlas existe un sistema que podríamos denominar a partes iguales consistente en seleccionar la misma cantidad de cada planta.
   Para realizar esta mezcla a partes iguales utilizaremos las manos, que deben estar bien limpias, y procederemos a la mezcla con los dedos.
   Este proceso se debe hacer concienzudamente durante tres minutos como mínimo.
   Después las colocaremos en un recipiente y las conservaremos bien tapadas. Una vez preparada la mezcla podremos utilizarla en las dosis convenientes según realicemos una infusión o una decocción.
   Existen tres medidas que podríamos llamar universales, de fácil y rápida definición, sin tener que recurrir a básculas de precisión, etc.
   Se basa, sencillamente, en las medidas de las tres cucharas más habituales: sopera, de postre, y de café. En definitiva de lo que se trata es de una dosificación, pues cada cuchara tiene una capacidad de medida diferente.
   Debido al peso especifico tan variado de las plantas, su valor se estructurará en gramos fluidos, como si midiéramos o pesáramos agua. Una cucharada sopera equivale a 18 gramos fluidos; una cucharada de postre equivale a 5 gramos fluidos; y una cucharadita de café equivale a 2 gramos fluidos.
   Normalmente, si la planta no contiene algún alcaloide o sustancia fuerte, la medida que se suele utilizar es la cucharada sopera de mezcla por taza de infusión o decocción, si lleva alguna sustancia un poco fuerte se suele utilizar la cucharada de postre, y si lleva alguna sustancia muy fuerte, utilizaremos la cucharadita de café.
   Otra forma de medir las proporciones es la de utilizar una pizca (medida usual en tratados y publicaciones, incluso en recetas culinarias, sobre todo para la sal y especias). Una pizca es la cantidad de hierba que podamos coger entre los dedos pulgar, índice y corazón juntos, formando una pinza. Aproximadamente equivale a una cucharada de postre


LOS MÉTODOS

   La extracción de las sustancias, como veremos más adelante, se puede obtener de dos formas muy óptimas.    Utilizaremos un proceso u otro dependiendo de las partes de la plantas que tratemos.
   Cuando tratemos partes blandas podemos utilizar la Infusión y con las partes duras utilizaremos la Decocción. De esta forma no existe una extracción violenta para aquellas partes de las plantas que con suma facilidad sueltan sus sustancias y aplicaremos la extracción de forma más violenta en aquellas partes que más les cueste soltar sus sustancias debido a su resistencia.


LA INFUSIÓN

   Es la maceración suave de las plantas medicinales, partiendo del agua hirviendo. Para ello sólo utilizaremos las partes blandas de las plantas.
   Para realizar una perfecta Infusión lo principal es usar agua lo más natural posible. Ponemos una medida de agua en una taza, en un bol, cacerola o cazo (es importante utilizar siempre el mismo utensilio para las hierbas).
   Una vez el agua en el cazo lo ponemos en el fuego y dejamos que el agua hierva, cuando arranque el hervor apartaremos el cazo del fuego y echamos las hierbas en las dosis especificadas según la mezcla.
  
A continuación (y esto es importante), cubriremos el cazo con un plato o tapadera, en el interior de la cual pondremos un poco de agua fría. Aunque en la infusión el hecho de añadirle agua al platillo no es tan importante como en la decocción, este es un detalle que no se suele utilizar, y es fundamental pues de esta forma evitamos la evaporación de las sustancias y, gracias al contraste de la fría superficie del plato que lo tapa, condensa el poco vapor que intenta salir en forma de gotitas pequeñas que vuelven a depositarse en la infusión, permitiendo así un total aprovechamiento de todas sus sustancias.
   Una vez está la infusión a una temperatura templada (más o menos como la temperatura corporal, 37 grados) podemos apartar el plato y procedemos a filtrar el contenido, dependiendo de la hierba utilizaremos un filtro u otro, cualquier colador es bueno aunque el más apropiado es el de trapo o estameña, ya que nos permite presionar los residuos y exprimirlos al máximo.
   Lo mejor es tomar la infusión de la forma más rápida posible. Así aprovecharemos al máximo todas las sustancias y principios activos de la planta.


LA DECOCCIÓN

   Es la maceración de la planta en agua hirviendo durante unos minutos. Se aplica con las partes duras de la plata.
   La diferencia con la infusión es notoria en cuanto al procedimiento; en la decocción partimos del agua fría y añadimos la dosis de planta que corresponda con el agua y, juntas, se dejan hervir de 2 a 18 minutos (de- pendiendo de la dureza de la planta).
   Es imprescindible, una vez puesta la planta en el agua, tapar bien el cazo con un plato y añadirle agua fría encima para que durante el hervor se vaya condensando el vapor en forma de gotas y estas resbalen por el plato y vuelvan al agua de la decocción. Pasado el tiempo se aparta del fuego y se deja enfriar.
   Seguidamente se filtra, no permitiendo que la planta esté más tiempo en agua a fin de que no reasimile las sustancias.
   Como la infusión, debe tomarse de la forma más rápida posible.
   He explicado el método sencillo de decocción, pero existe la decocción rápida, la decocción lenta y la decocción mixta. A pesar de todo estos procedimientos no difieren en gran manera del explicado, y utilizaremos uno u otro dependiendo del volumen de la parte dura y de la mezcla.                                                                           

La decocción rápida: Se suele utilizar cuando las partes duras de la planta son semillas o raíces finas de poca consistencia. Esta decocción es igual que la normal, pero con un intervalo de tiempo de ebullición que no supera los 2 minutos.
La decocción lenta: La utilizaremos con las partes duras de la planta de mayor envergadura, como pueden ser grandes raíces, cortezas de árbol o arbustos. En este caso el tiempo de decocción suele oscilar entre 5 y 15 minutos a fuego lento, de hecho siempre es mejor en cualquier decocción que el fuego sea lento, para que de tiempo a sacar todas las sustancias.
La decocción mixta: Se suele utilizar cuando la composición de las hierbas es una mezcla de plantas y se empieza poniendo en decocción rápida las partes puras, cuando han hervido el tiempo necesario retiraremos el cazo del fuego y añadimos las partes blandas de las plantas que acaban de completar la mezcla. Con ello tenemos un aprovechamiento mayor de cada planta según sus necesidades.
Por ejemplo: Supongamos que tenemos una mezcla compuesta por raíz de Valeriana, hojas de Tila, flores de Malva y corteza de Saúco.
  
Primero herviremos la raíz de Valeriana junto a la corteza de Saúco. Si está bien triturado lo pondremos a hervir unos 5 minutos, pasados los cuales retiraremos del fuego el cazo y añadiremos las hojas de Tila y las flores de Malva y volveremos a hervir, siempre con el platito de agua como tapadera del cazo, hasta que quede tibia el agua. Colaremos la mezcla y estará lista para tomar.
   Existen otros procedimientos, que en otra ocasión explicaremos, como son las tinturas, esencias, o los vahos.


Vahos

   Una variante de la infusión son los vahos. Consiste en concentrar una cantidad de 5 litros de agua para 28 o 38 gramos de una planta.
  
Para los vahos de Eucalipto se procede como en una infusión pero dejando que el agua hierva sola unos 2 minutos, luego retiraremos el cazo del fuego y añadiremos las hojas previamente troceadas. Es muy impor
tante que están bien troceadas, para que se puedan liberar con mayor facilidad las sustancias de las plantas (el Eucalipto, así como el Laurel, a pesar de tratarse de hojas, adquieren una considerable resistencia al secarse).  A continuación verteremos la picadura en el agua y los vahos estarán listos.
   Sentados y con la cara a una distancia de un palmo de el cazo, y pasando una toalla húmeda o mojada por encima de la cabeza, respiramos el vapor que emana el mayor tiempo que podamos resistir y repetiremos tantas veces como podamos hasta que el agua se enfríe.
   Un vaho recién preparado se puede dejar en una habitación por la noche para humedecer el ambiente y enriquecerlo con las sustancias. Este procedimiento se suele utilizar en casos de resfriados, o congestiones nasales y pulmonares. Y siempre con plantas balsámicas y ricas en aceites esenciales, entre las que destaca el Eucalipto.


INFUSIONATE...

   Como hemos podido comprobar, la infusión, la decocción, unos vahos, y las dosis a utilizar en cada procedimiento son conocimientos sencillos, pero de gran utilidad para el perfecto aprovechamiento de todas las sustancias de las plantas.
   Así, conseguiremos que los tratamientos con plantas sean más efectivos, y podremos comprobar los resultados con mayor fiabilidad.


 

 

sábado, 29 de octubre de 2016

Medicina precolombiana, 5ª y última parte


AMÉRICA DEL SUR
Chibchas
   Las tribus cazadoras con lengua afín a la chibcha estuvieron asentadas desde 8000 a. de C. entre el actual territorio nicaragüense y el ecuatoriano, hasta que hacia 1000 a. de C. la introducción de influencias olmecas, principalmente el cultivo del maíz, les permitió desarrollar la agricultura. Al final del período precolombino el área chibcha estaba fragmentada en multitud de tribus en conflicto, destacando por su evolución cultural los muexcas, muiscas o Moscas, vocablo que en lengua chibcha significa gentes.
   Fue un pueblo que vivió austeramente, y como dice Pedro Simón (1627), los jeques “se preciaban de médicos y de que anduviesen juntos los dos oficios, porque conocían unas yerbas buenas para las heridas de que hay tantas en esta tierra, y para otras enfermedades a que también acudían usando mil ridículas ceremonias entre las aplicaciones que hacían de ellas”.


Incas
   El dominio del área andina por los Incas del Cuzco, con la unificación política y militar del Tahuantinsuyu, consumada en 1470 d. de C., tuvo una influencia decisiva en las prácticas médicas del incanato. Uno de sus procedimientos curativos era el trance alucinatorio del curandero mediante drogas psicotrópicas, bien con la aspiración nasal del polvo de semillas de yuca o huilca, nombre quechua del yopo o cohoba, Anadenanthera peregrina, o con infusiones de ayahuasca o yagé, Banisteria caapio del chamico, Datura tutula, según las áreas andinas.
   Se ha especulado sobre la anestesia utilizada por los Incas en las intervenciones quirúrgicas, algunas de larga duración, y ciertos historiadores como Raoul d’Harcourt (1939) sugieren que pudieron realizarse sin anestesia o bajo los efectos de alguna droga que no llegan a identificar; otros mencionan la coca, pero ésta carece de acción anestésica general, aunque fue utilizada como anestésico local, según indica Bernabé Cobo (1652), en los dolores de muelas. Juan de Betanzos (1551) afirma que en la ceremonia de la perforación de las orejas, los que iban a ser intervenidos quedaban inconscientes después de beber chicha, bebida alcohólica de consumo habitual, de baja graduación y obtenida por fermentación del maíz; por otra parte, entre los indios Yungas de la costa del Pacífico se potenciaban los efectos anestésicos de la chicha, bebiendo en su lugar la chicha fuerte o sora, a la que se agregaba el palo de una fruta seca llamada espingo, y esta bebida, a la que llamaban yale, embriagaba con gran rapidez.
   Las drogas más utilizadas fueron de origen vegetal, principalmente purgantes y eméticas como la Euphorbia penicillata, la Jatropha gossipiifolia y el Schinus molle. El balsámico de Perú, Myroxylon peruiferum se utilizaba como cicatrizante, y el bálsamo de Tolú, Myroxylon toluiferum, como expectorante. Además del tabaco o sayri en poiyo, de uso precolombino generalizado, usaron plantas nativas: asipa, apincoya, ayrampo, capuli, chuchu, huayruru, layan, llampu-quisa, lucet, mus que, maju, mancapaqui, mayten, sacha sackarara, thoupa y otras más en las cuales se ha confirmado cierta actividad farmacológica. Las drogas que dieron merecida fama a la materia médica andina fueron la coca o hayo, Erythroxylon coca y la quina, Cinchona calisaya. La coca fue un arbusto cultivado en chácaras bajo el control del inca, y sus hojas, un preciado artículo de consumo para suprimir la fatiga, la sed y el hambre, por su acción anestésica sobre el estómago, y a la vez estimular las funciones cerebrales, debido a su contenido en cocaína. En cambio, respecto a la corteza del quino o quina, aunque autóctona del Tahuantinsuyu, no existen indicios de que hubiera sido conocida ni utilizada en el período incaico, antes bien, los indígenas se resistieron a utilizarla en las fiebres después de que hacia 1635 se estableciera su actividad específica frente al paludismo y las fiebres, como ha señalado Francisco Guerra (1977).


Amazónicos
   Los pueblos precolombinos más numerosos, y los que ocuparon el área continental más extensa fueron los que habitaron al Este de los Andes, entre la Guajira y el río de la Plata.
   Su ceremonia curativa consistía en el trance del wishinu o curandero jíbaro, mediante una infusión de ayahuasca, cayapi o yagé, Bisteria caapi, o también la infusión de huanto o guantug, Datura sanguinea o floripondio, servía igualmente la insuflación nasal de rapé de semillas de yopo, Anadenanthera peregrina. Los Jíbaros consumían infusiones estimulantes de gua yasa, llex gua yasa y mascaban y fumaban las hojas enrolladas de sasango o tabaco. Durante la ceremonia, el wishinu hacía sahu-merios y soplaba sobre el enfermo, mientras que en sus alucinaciones adivinaba el lugar donde estaba alojado el dardo o la espina causante de la enfermedad que aparentemente extraía succionando. También administraba cocimientos de hierbas a las que atribuía propiedades mágicas, como es el caso de una ciperácea que decía aumentaba la fertilidad, o agitaba al aire las hojas de sasango para llamar en su ayuda a los espíritus.
   El curandero de los Tupíes, tribu establecida en el interior y la vertiente atlántica brasileña, llamado según las tribus pajé, caraiba, paywasu..., cuando era llamado a curar a un enfermo aspiraba por la nariz polvos de paricá, semillas de Anadenthera peregrina, o bebía un cocimiento de yagé, Banisteria caapi, y tras danzar alrededor del enfermo llegaba al trance donde se comunicaba con el espíritu de Anhangá, que le revelaba la causa de la enfermedad y el modo de curarla.
   Otras tribus tupíes tenían prácticas médicas diferentes. Entre los Taupilang, como indica Alfred Metraux (1928), los espíritus de las plantas ayung contribuían a la curación de los enfermos, de ahí que los curanderos, que habitaban en casas situadas en las ramas más altas para ahuyentar los malos espíritus, utilizaran un ramo de hojas verdes en lugar de maracas.
     Los Guaraníes constituían tribus nómadas, asentadas en las riberas de los ríos paraguayos, cuya dieta era básicamente vegetariana, basada en mandioca, batatas, maíz, fréjoles, amanduvi o maní y algunas leguminosas. Consumían en abundancia frutas y miel, y poco pescado y carne, apenas usaban la sal, y su condimento principal era el ají. Destacaban entre otros pueblos precolombinos por sus prácticas higiénicas, y utilizaban como jabón las semillas machacadas de la espina de corona o de ñandyrá, para evitar las picaduras de insectos se untaban la piel con urukú o bija y con el cocimiento de para yo palo amargo. Preparaban una bebida alcohólica, kaui, por fermentación de la mandioca y la batata, y la bebida habitual tras las comidas era una infusión de mate o guarana, que por su contenido en cafeína eran estimulantes. El curandero o pajé alcanzaba un trance mediante drogas alucinógenas como el yuyra pajé, árbol del hechizo Myrocarpus frondosus o el kurupay, Piptadenia macrocarpa, para obtener la ayuda de los espíritus.
   Tanto Moisés Santiago Bertoni (1927) como W. Müller (1928) han identificado numerosas plantas con reputación medicinal, purgantes y eméticas, unas administradas en infusiones y otras de forma externa, que para los guaraníes tenían virtudes mágicas, pero cuya actividad no siempre es posible confirmar.


Patagones
   Las tribus de origen patagónico ocuparon durante el período precolombino el cono sur americano a ambos lados de los Andes. Sus curanderos wilan celebraban ceremonias donde inhalaban semillas semitostadas en polvo de cebil, Piptadenia macrocarpa, y durante las alucinaciones que les provocaban creían que su espíritu se desdoblaba y se unía a otros espíritus que les daban poder para curar a los enfermos.
   Hemos podido conocer, a través de las prácticas médicas y las costumbres de los diferentes pueblos, cómo los logros de la medicina precolombina fueron en gran medida debidos a la integración de sus recursos materiales y espirituales dentro de la concepción mágico religiosa de la enfermedad.


viernes, 28 de octubre de 2016

Medicina precolombiana, 4ª parte


Al final de periodo clásico, en el área yucateca se identifica al Dios maya de la medicina: Sacal Puc, dios de los yerbateros. Los remedios de estos, aparecen recogidos en los libros de los Chilam Balam sacerdotes depositarios de crónicas
Mayas
    La medicina maya evolucionó profundamente integrada con las ideas que sobre los fenómenos de la naturaleza desarrollaron los Mayas desde 3000 a. de C. Entre los dioses mayas, ya hacia el final del período clásico, en el área yucateca se identifica el dios de la medicina Sacal Puc, dios de los yerbateros.
   La gran tradición terapéutica de los Mayas fueron sus yerbateros, cuyos remedios aparecen recogidos en los libros de los chilam balam, sacerdotes depositarios de crónicas. El más importante de ellos por su contenido botánico medicinal es el de lxil. Ralph L. Roys (1931) ha reunido más de 400 recetas mayas para diferentes enfermedades con las indicaciones para recoger las hierbas que las componen, modo de prepararlas e indicaciones terapéuticas. Tenían los Mayas un concepto numérico de la diferente actividad de las drogas en el hombre y la mujer, pues el hombre, por lo general, debía seguir el tratamiento trece días, mientras que la mujer sólo nueve. Según Roys (1931), algunas de las indicaciones de los remedios parecen seguir una idea de curar con los semejantes, pues para una erupción de la piel parecida a la picadura de avispas aplicaban nidos de avispas aplastados, ciertas lianas serpenteantes estaban indicadas en la mordedura de serpientes, frutos amarillos para la ictericia. De aquel enorme número de material medicinal, sólo dos parecen haber sobrevivido en las farmacopeas, el xanav mucuy, Euphorbia hirga y el chacab, Bursera simaruba.


Taínos
   La población precolombina de las Antillas fue resultado de migraciones repetidas del área caribeña de América del Sur principalmente.
   Las costumbres de los Taínos y sus prácticas médicas fueron estudiadas desde bien temprano con método, debido a que Cristóbal Colón pidió a Ramón Pané que escribiera una relación sobre ellas (1496), que después fue utilizada por Martire d’Angh lera (1516) y otros cronistas.
   Los adultos se untaban el cuerpo con las semillas de bija, Bixa orellana, que les daba un color cobrizo y a la vez les protegía de los mosquitos. El suicidio estaba aceptado socialmente, y utilizaban con tal fin el hien, líquido obtenido al prensar la yuca rayada que contiene ácido cianhídrico. La enfermedad de los Taínos que más interesó a los cronistas americanos fue las bubas o frambesia tropical, que tradicionalmente fue considerada como sífilis venérea. Fernández de Oviedo (1535) dijo que los bohitío, como eran llamados los curanderos “...eran grandes hervolarios e tenían conoscidas las propiedades de muchos árboles e plantas e hiervas, e como sanaban a muchos con tal arte, teníanlos en gran veneración e acatamiento, como a sanctos”. Esta observación, que repiten los cronistas de otras culturas americanas, indica que paralelamente a las ceremonias mágicas, el tratamiento de las enfermedades incluía la administración de drogas, en su mayoría de origen vegetal. Los Taínos mencionan el guayacan, Guaiacum officinale o palo santo, y el cocimiento de sus virutas, que era utilizado en las bubas, y el manzanillo, Jatropa multiphida, del que se utilizaban sus avellanas como purgante.
   Dice Bartolomé de Las Casas (1547), al referirse a las indias Taínas, que si se enojaban los maridos al conocer que estaban embarazadas ‘... fácilmente con ciertas hierbas y zumos, abortan echando muertas las criaturas”; más adelante añade que eran muchas las madres que morían en Santo Domingo por abortar con el hien.


 

 

 

jueves, 27 de octubre de 2016

Medicina precolombiana, 3ª parte


AMÉRICA CENTRAL
Uto-aztecas
   Los pueblos cazadores y depredadores del Oeste de México, entre el desierto de Utah y Centroamérica, han sido agrupados como Uto-aztecas por constituir una familia lingüística homogénea.
   José Ortega (1 745) indica que los curanderos nayaritas empleaban algunas hierbas medicinales como la hierba del tabardillo y la hierba de las heridas. Algunas tribus, como los Nayaritas, los Laguneros y los Coras tenían un ritual en el que tomaban botones de peyote Lophophora williamsii, y se embriagaban de manera que sentían alucinaciones y se desdoblaba su personalidad.
   Los Tarahumaras producían tesgüino, cerveza fabricada a partir de maíz fermentado, y chachui, un vino hecho de trozos de maguey machacados, cocidos y fermentados. Cerca de Nogorachic utilizaban en sus curas una variante del baño de vapor, consistente en un hoyo capaz de acomodar a un hombre, que cubrían con ramas y pieles, colocando en el fondo piedras muy calientes a las que echaban agua y ramas de cedro aromáticas para producir vapor y hacer que los enfermos sudaran profusamente. En las ceremonias curativas tenía un papel decisivo el ritual mágico con el tesgüino y el jículi o peyote, pero, además, administraban diversas plantas de reputación medicinal como el pachoco, el ari y el palo amarillo. Los Tarascos del territorio michoacano cultivaban maíz, fréjoles y calabazas, y consumían con frecuencia infusiones de las hojas de nurite.


Aztecas
   En los Aztecas, por ser la última cultara precolombina del Anahuac, se integraron los mitos de las antiguas culturas mesoamericanas con su politeísmo, a la vez que se diversificaron y perfeccionaron las prácticas ceremoniales, entre las que destacan las referentes a la medicina.
   El panteón de los dioses mexicanos fue estudiado en detalle por Sahagún (1572). Entre ellos, Tzapot-latena, diosa nacida en Tzapotlan, a quien se debía la extracción del uxiti, aceite de la resina del pino, que según Sahagún, a aprovechaba” para sanar muchas enfermedades y primeramente… contra una manera de bubas o sarna que nace en la cabeza, que se llama quaxoxoxiuiztl, y también contra otra enfermedad nace en la cabeza que es como bubas que se llama chaquachiciuiztli, y
también para la sarna de la cabeza”. Dicha resima era buena contra la ronquera de la garganta, las grietas de los pies y los labios y otras enfermedades.
   El cronista agrega que como esta mujer debió ser la primera que halló este aceite, contáronla entre las diosas, y hacíanla fiesta y sacrificios aquellos que vendían el uxiti.
  
Sahagún (1572) describió los ideales del médico y el sabio aztecas con gran belleza: “De los médicos: El médico suele curar y remediar las enfermedades; el buen médico es entendido, buen conocedor de las propiedades de las yerbas, piedras, árboles y raíces, experimentado en las curas etc.”.
   El aspecto más universal de la terapéutica mexicana precolombina lo constituye el uso de las hierbas medicinales. Su mejor repositorio fue el Códice Badiano (1552), de Martín de la Cruz, médico xochimilca, traducido al latín por Juan Badiano. Contiene 13 capítulos de remedios por sus nombres nahuatls, que están ordenados por la localización de las enfermedades a las cuales se aplican, de capite ad pedem, de ahí que en un mismo área anatómica se trate de enfermedades sin ninguna relación. En total se mencionan 251 plantas medicinales, de las cuales 185 están reproducidas en color. Sahagún (1572) trató “De las enfermedades del cuerpo humano y de las medicinas contra ellas’ y amplió los remedios con dos secciones más bien extensas “De las hierbas medicinales” y “De las piedras medicinales”. Describió en total 185 hierbas medicinales que en muchos casos aparecen en el C. Badiano. Francisco Hernández, como resultado de su exploración de la materia médica mexicana (1570- 1577), describió cerca de 1200 drogas, aunque su índice con los sinónimos nahuatls alcanza 4043. La nomenclatura botánica nahuatl es sistemática, y permite identificar la apariencia y hasta el uso de la droga; el sufijo xihuitl significa herbácea


Los códices
  Las culturas precolombinas no llegaron a conocer la escritura, si bien en Mesoamérica, la expresión de su mayor refinamiento cultural, fueron los códices jeroglificos mayas y los códices pictográficos mexicanos, que incluyen los aztecas, cholultecas, mixtecas, zapotecas y otros de difícil clasificación.
   Los códices americanos han sido estudiados repetidamente, y en algunos casos se ha analizado su posible interés médico, los más antiguos datan de hacia 1050 d. de C. y son mayas: el C. Dresden, el C. Madrid, el C. París y el C. Grolier, hallado recientemente muy fragmentado. La clasificación de los códices de América Central de interés médico es compleja. Su estudio e interpretación histórica médica están sembrados de dificultades que han dado por resultado graves errores. La inclusión de los códices, con imágenes anatómicas o actos como el parto o la extracción del corazón, de apariencia médica, como fuentes de la Medicina precolombina, no es correcta, pues se olvida que su medicina es por esencia mágica, y el concepto de la enfermedad, sobrenatural. Así, podemos entender que los códices americanos que se refieren de algún modo a la medicina precolombina ofrecen información al respecto cuando contienen un componente calendario augural mediante el cual el médico establecía el origen y el pronóstico de la enfermedad. Por tanto, todos los códices augúrales son médicos, mientras que los históricos con narrativas de migraciones, genealogías y hechos de las tribus, tienen interés médico al mencionar episodios de hambrunas, epidemias y sucesos en directa relación con la medicina anual, xochiltes flor, quahuiti, árbol y pahtli, medicina. Algunas drogas aztecas como la jalapa, la zarzaparrilla, el ricino o los bálsamos fueron muy utilizadas en el pasado, pero rara es la que ha sobrevivido en las farmacopeas contemporáneas. Un grupo de ellas ha visto reactivado su interés por tener propiedades alucinógenas, los hongos teonanacati, el cacto peyotl, la trepadora ololiuhqui y el arbusto toluah.
  
A los Toltecas, una corriente migratoria de origen chichimeca y lengua nahuatl que llegó a la altiplanicie mexicana hacia 200 a. de C., se les atribuye la preparación de una bebida embriagante obtenida de la fermentación del aguamiel del agave, el octli o pulque, así como el conocimiento de las plantas medicinales.


 

miércoles, 26 de octubre de 2016

Medicina precolombiana, 2ª parte


El maíz, la patata, el cacahuate, el cacao, el tomate, el aguacate… fueron alimentos base en la dieta precolombina. Algunos como el cacao y el cacahuete, con un gran valor energético y una implantación cultural destacada.
AMÉRICA DEL NORTE

Indios del noroeste

    A lo largo de la costa del Océano Pacífico, desde el círculo polar ártico, existían las tribus de los Tlingit, los Haida, o los Bella Coola, que utilizaban en algunos casos productos vegetales para el tratamiento de las enfermedades, tal era el caso de los emplastos de falso heléboro y resma de abeto como revulsivo, así como el cocimiento de falso heléboro para la tos, que por su acción irritante en el estómago provocaba vómitos.

Atapascos

   Constituyen una familia lingüística de varias tribus del Oeste de América Septentrional.
   Como parte de algunas ceremonias, los Apaches consumían botones de peyote, Lophophora williamsii, cuya acción alucinógena se debe a la mezcalina, así como hojas de Estramonio, Datura stramonium, que contienen atropina, hioscina y escopolamina, de efecto intenso sobre los centros nerviosos superiores. Ahora bien, aunque la acción de estas drogas sobre el sistema nervioso está comprobada, los efectos terapéuticos de los remedios vegetales usados por Apaches y Navajos no se debían a la acción farmacológica en sí, sino al hecho de haber sido recolectados siguiendo unas ceremonias complejas, donde las oraciones eran las que daban valor mágico a las drogas. Los Apaches, muy eficientes en el tratamiento de dislocaciones, heridas y fracturas, aplicaban en las hemorragias compresas de polvos astringentes obtenidos de hierbas.

Indios de las praderas

  En las grandes praderas, situadas entre los Montes Apalaches y los Montañas Rocosas, existían al final del período precolombino tribus nómadas importantes, que desde las zonas boscosas del Norte, incluían a Pies negros, Crows o Cuervos, Cheyenne, Dakota o Sioux, Pawnee...
   La materia médica recogida por Robert H. Lowie (1954) en las tribus Pies Negros y Piegan incluye numerosas plantas, cuyas raíces, tallos y hojas se utilizaban en infusiones y cataplasmas como el pino, el zumaque y varias hierbas aromáticas. Había alguna enfermedades que los Cheyennes curaban con hierbas y
raíces, y todas las viejas de la tribu solían tener bolsas de cuero con hierbas mágicas, pero en las enfermedades importantes, donde era necesario ahuyentar los malos espíritus, recurrían al curandero, siguiendo para ello estrictas normas sociales.
En todas las tribus de las praderas, la pipa de tabaco del curandero, llamada calumet, tenía un papel importante en las ceremonias curativas. El curandero la encendía después de poner hojas de salvia en el suelo de la tienda o tipi del enfermo, la elevaba al cielo y la posaba en el suelo, repitiendo la ceremonia cuatro días durante los cuales ni el enfermo ni el curandero podían tomar agua.

Un remedio algonquino de reputación bien merecida fue la infusión de hojas de         Cedro blanco: Salvó del escorbuto a Jacques Cartier, navegante francés a quien se conoce como “el descubridor del Canadá” (1546) y a su tripulación.
Algonquinos
   Las tribus de lengua algonquina incluían indígenas precolombinos asentados en ¡a costa atlántica, tanto canadiense como norteamericana: los Beothuk de Terranova, los Micmac en la Península de Gaspé...
   Los algonquinos mostraron habilidad en reparar fracturas, para lo cual aplicaban primero la resma de abeto sobre la lesión, y hacían un apósito de musgo sobre cortezas de abedul para inmovilizar el miembro afectado.  Empleaban algunos brebajes hechos con plantas medicinales y trozos de serpientes y otros animales, pero tenían el tabú de sólo recolectar las plantas del bosque en primavera, pues en otra estación carecían de virtud curativa, los remedios más frecuentes eran infusiones de hojas de abeto y de raíces purgantes, y la grasa de oso. 
                 
Gabriel Sagard-Théodat (1 632) indica que los Hurones y los Iroqueses usaban infusiones de polígala como expectorante en las infecciones bronquiales, y raíces de ondocheria como purgante. Pero el remedio algonquino   de reputación bien merecida fue la annedda o cedro blanco, Thuja occidentalis, cuyas hojas en infusión salvaron del escorbuto a Jacques Cartier, navegante francés a quien se conoce como “el descubridor del Canadá”, (1546) y a su tripulación. Los Menomini, indica F. M. Keesing (1939), tenían dos clases de curanderos, unos adivinos wábano, y otros que curaban con magia y hierbas, jésako.
   Entre los Ojibway, mal llamados Chippewa, los remedios utilizados incluían plantas medicinales como la polígala, que es expectorante, y las hojas balsámicas de wintergreen.


Indios del sudeste
   La etnografía del sudeste norteamericano es compleja, porque algunas tribus cambiaron de asentamiento a finales del período precolombino, y otras desaparecieron tras el contacto con los europeos. En la tribu de los Seminolas, cuando el curandero era llamado a atender a un enfermo, tanto éste como el curandero iniciaban un ritual de purificación tomando un cocimiento de paraiskita, la bebida negra, preparada cociendo varias horas las hojas y los tallos de una planta emética, Ilex vomitoria. Este vomitivo se utilizaba, además, como preventivo de las enfermedades durante la danza del Maíz Verde, y tenían por seguro que quienes no tomaban esta bebida enfermaban antes de cumplirse un año. También usaron remedios vegetales como la zarzaparrilla, el roble y diversas plantas, pero tenían que ser recolectadas de manera que no fueran alteradas sus virtudes mágicas, las hojas tenían que ser del lado norte y este de la planta, pues las del lado sur u oeste eran de mal augurio y el enfermo podía morir.
   El curandero de los Cherokees, tribu que daba especial importancia a la pérdida del alma como causa de enfermedad, era quien conocía las virtudes de las hierbas y el que administraba remedios en las enfermedades, pero como ha señalado James Mooney (1932), la droga tenía que administrarse mientras hacía una invocación a los espíritus, y se entonaba una fórmula de encantamiento, creyendo que proporcionaba la virtud curativa, tal es el caso del uso del jugo de ginseng en las neuralgias, que ha de salpicarse cuatro veces en la cabeza.
   Las prácticas médicas de los Natchez fueron estudiadas con interés por los cronistas franceses. Existía, según Georges Marie Dumont (1753), un método racional de curación que los Natchez usaban en el tratamiento de laxitud generalizada, dolores corporales, calambres de las extremidades, padecimientos internos y fiebres, no descrito en otras tribus. Consistía en colocar al enfermo desnudo en unas parihuelas alzadas con musgo, cubriéndolo después completamente de musgo, salvo la cara; el curandero ponía luego tizones de leña debajo de aquel lecho y echaba algunas hierbas a la lumbre. El calor de la fogata y el humo de las hierbas provocaban intenso sudor en el enfermo, que al cabo de poco tiempo manifestaba encontrarse curado, o cuando menos aliviado.


Pueblos
   Los indios Pueblos incluyen tribus de ascendencia shoshon asentadas entre Texas y California, como los Hopi de Arizona, los Zuñi de Nuevo México... Eric Stone (1932) indica que los curanderos zuñi utilizaban algunas drogas cuyo poder curativo era debido a los ritos mágicos que se hacían durante la recolección y preparación de los remedios. Así, por ejemplo, la decocción contra el reumatismo compuesta de seis hierbas, de la logia zuñi del Fuego Pequeño, tenía que prepararse durante una ceremonia de danzas y cantos mágicos que duraba cuatro días.

 

 

martes, 25 de octubre de 2016

Medicina precolombiana, 1ª parte


Las prácticas curativas de los aborígenes americanos interesaron vivamente a los colonizadores del Nuevo Mundo, y las ideas que tenían acerca de las causas de sus enfermedades, así como los remedios que usaban en su tratamiento, fueron mencionados con frecuencia en las crónicas americanas.
   El uso de drogas vegetales constituyó una práctica extendida en las enfermedades leves, pero no siempre eran activas o se administraban con el propósito debido, aparte de desconocerse su dosificación y posología. Del enorme caudal de plantas medicinales precolombinas son contadas las que poseen actividad farmacológica conocida, y no hay que olvidar que fueron usadas por un pretendido efecto mágico y no por su valor
terapéutico. Encontraremos repetidamente datos sobre la creencia de que al hombre precolombino le curaban los dioses, lo cual no hace más que afirmar la verdadera naturaleza de su medicina.


LAS CRÓNICAS DE LA CONQUISTA Y COLONIZACIÓN DEL NUEVO MUNDO CONSTITUYEN LAS FUENTES PRINCIPALES PARA EL ESTUDIO                                             DE LA MEDICINA PRECOLOMBINA.
ENTRE ELLAS,
LAS CRÓNICAS DE LAS ÓRDENES RELIGIOSAS SON LAS QUE CON MAYOR FRECUENCIA DEDICAN ALGÚN CAPITULO A DESCRIBIR LOS RECURSOS ALIMENTICIOS, LAS CREENCIAS RELIGIOSAS, Y LAS PRÁCTICAS MEDICAS DE LOS INDIGENAS.                                                                                                                                
LA RAZÓN ES OBVÍA: NO ERA POSIBLE LA EVANGELIZACIÓN SIN DESENTRAÑAR ANTES LOS COMPLEJOS MECANISMOS MÁGICOS
DE LA MENTE PRECOLOMBINA, DONDE SE ENRAIZABAN, ENTRE
OTRAS, LAS PRÁCTICAS MEDICAS.
ICONOGRAFÍA
   La historia de la medicina precolombina carece de nombres propios, y parecería inútil buscar imágenes de sus médicos. Sólo fray Bernardino de Sahagún (1572) mencionó los nombres de cuatro sabios toltecas de quienes los mexicanos reconocían ser deudores por haber descubierto las influencias de los astros y las virtudes de las hierbas: Oxocomo, Cipactonal, Tlatetecui y Xochicaoaca, pero no dejó figuras de ellos.
   En América del Norte los códices pictográficos indígenas ofrecen imágenes infantiles, pero realistas, particularmente las pieles dakotas. El C. Canadiense muestra a un médico indígena atendiendo a un enfermo, imágenes sobre el cuidado de los niños, así como varias ilustraciones de plantas medicinales.
   En Mesoamérica existe una iconografía médica muy diversa. Entre los códices postcolombinos hay varios de gran interés médico, como el C. Badianus, que tiene 204 ilustraciones en color de plantas medicinales, muchas de ellas con signos aztecas que han pasado inadvertidos; el C. Magliabecchi y los otros cuatro que de él se derivan tienen imágenes de los dioses de la medicina, pictogramas de plantas alucinógenas, escenas del diagnóstico y el pronóstico médico...
   En América del Sur, la iconografía indígena de interés médico es muy tardía, aunque tenga igual valor documental. El C. Martínez Compañón, aunque es también colonial, tiene ilustraciones en color de indios con viruelas, de la extracción de muelas, y dedica un tomo a describir en 138 láminas las plantas medicinales del área de la ciudad peruana de Trujillo.


NUTRICIÓN PRECOLOMBINA
   Además del maíz, la patata y la yuca, que fueron alimentos básicos de la agricultura precolombina, hubo otros cultivos complementarios de gran importancia nutritiva, cuyo valor  dietético como fuente de proteínas grasas vegetales sólo ha sido apreciado en fechas recientes. Tal es el caso del fréjol, Phaseolus vulgaris, que fue una de las primeras plantas domesticadas.                                                                                                                          
La quinua Chenopodium quinoa, es una planta andina que según explica Pedro de Cieza de León (1 553) los indígenas tenían por buen bastimento, y comían sus semillas blancas y coloradas en guisados, utilizándolas además para hacer brebajes. Su aspecto parecido por las hojas a los bledos de Castilla, y su sabor amargo debido a la saponina que desaparece al lavar las semillas, encubren sus cualidades alimenticias, que explican su extenso consumo precolombino.
   El cacahuete, Arachis hypogea, parece originario del área andina. Se consumían las semillas crudas y tostadas, y una vez molidas entraban a formar parte de guisos y condimentos. Fue descrita por varios cronistas, y Nicolás B. Monardes dejó buena descripción de la planta, alabando sus propiedades nutritivas. Constituyó uno de los alimentos precolombinos de más alto valor energético.
   La zanahoria blanca, Arracia esculenta, está considerada como una de las primeras plantas americanas cultivadas. Durante el período precolombino se consumía cocida y asada, y entró a formar parte de sopas y pasteles debido a su elevado contenido en almidones.
   Hubo otras plantas americanas de escaso valor energético, pero que tuvieron presencia habitual en la dieta precolombina, como la calabaza, Cucurbita moschata y las diferentes variedades de las cucurbitáceas, o el tomate, Lycopersicum esculentum.
  
Entre la gran diversidad de frutos americanos, algunos tuvieron un valor energético importante, como es el caso del cacao, Theobroma cacao, originario del área maya en América Central, de donde pasó a las zonas tropicales de América del Sur. Su consumo en la altiplanicie mexicana aparece con la cultura teotihuacana, y llegó a alcanzar gran importancia cultural como alimento, al ser consumida la baya de cacao molida, sola o mezclada con maíz y aderezada con ají, Capsicum annuum, condimento universal precolombino del cual, tan sólo en México, se conocen más de 30 variedades, u otros condimentos.
   Los indígenas consumían el fruto del aguacate, Persea americana, directamente y en ensaladas, junto con otras verduras, debido a su forma lo asociaban al vigor reproductivo, por ello su nombre en lengua nahuatl equivale a testículo. Otras frutas americanas de interés nutritivo marginal fueron la piña, Ananas sativus, consumida por los indígenas precolombinos de las regiones tropicales, la chirimoya, Anona cherimo!ia, a gua
nábana, Anona muricata, el capulin, Prunus capuli, la papaya, Carica papaya, el mamey, Mammea americana, la guayaba, Psiclium guajava y el zapote, Achras sapota.
  
Esta apreciación de la dieta precolombina resultaría incompleta sin considerar las bebidas habituales de los indígenas americanos. Curiosamente, no solían tomar agua en las comidas, y acompañaban los alimentos con bebidas fermentadas de baja graduación, entre el 5 y el 10% de alcohol etílico, pues no conocían la destilación para producir licores. Las bebidas precolombinas de mayor significación fueron el pulque octli de los aztecas. Se obtenía haciendo fermentar el aguamiel recogido diariamente del agave, Agave mexicana o pita, al que se le habían removido las pencas centrales. Con la fermentación se transformaba en un líquido blanquecino cuyo sabor y contenido alcohólico se modificaba agregando frutas y raíces. Los Mayas preparaban otra bebida alcohólica, el baiché, partiendo de miel de abejas, raxcab diluida en agua en grandes vasijas, hasta 500 litros, agregando la raíz y la corteza del árbol también llamado baiché, Lonchocarpus longistylus, al cabo de dos días, la fermentación producía un vino de fuerte sabor. La chicha, obtenida por fermentación del maíz, era la bebida principal de los Incas, también se hacía chicha de tubérculos como la occa y la yuca, de cereales como la quinua, o de frutas. A través de las noticias del inca Garcilaso de La Vega (1539-1616) de 1609, se estima que los indígenas incaicos consumían diariamente más de litro y medio de chicha.


 

 

lunes, 24 de octubre de 2016

La Polinosis alergica: Una forma de catarro alergico, 4ª y última parte


Tratamiento natural de las polinosis alérgicas
    Puesto que, como he comentado, el tratamiento conservador de estas afecciones tiene considerables efectos secundarios, existe en muchos pacientes el deseo de una alternativa eficaz. Particularmente a resaltar son la Fitoterapia y la Homeopatía.

Homeopatía
   La enfermedad alérgica a menudo cambia evolutivamente en el tiempo y en un mismo individuo. Este proceso viene dado por dos motivos: primero porque el paciente alérgico es una persona hipersensible, independientemente de cual sea el agente al cual se enfrente y segundo, la terapia antialérgica convencional frecuentemente cura el síntoma local, pero desvía el proceso alérgico a otra “vía de salida” cutáneo-mucosa, cambiando con el tiempo su manifestación. Así pues, para definir un tratamiento es importante conocer las características propias de la persona en cuanto a su topología, sus antecedentes patológicos previos e incluso su psicología.
   La Homeopatía, como terapia de estimulación y regulación, sensibiliza las propias fuerzas del cuerpo a la curación espontánea y así reconstruye el equilibrio del organismo. Éste es un método de tratamiento eficaz y pobre en contraindicaciones, que tiene muy buena tolerancia. Estos son algunos de los preparados homeopáticos destinados a tratar las reacciones alérgicas.
Pollens 30 CH*
  
Es útil en la terapia preventiva de las Polinosis y actúa como desensibilizante. En fase aguda sintomática se administrará varias veces al día, espaciando las tomas según mejoría. En su composición encontramos las plantas polinizantes que con mayor frecuencia producen alergia.                                                                                   
• Poumon Histamme o Histaminum 15 CH*
  
Sirve para inhibir la reacción alérgica del organismo. Contiene los denominados “mediadores de la anafilaxia”, es decir, las aminas biogénicas (histamina, bradiquinina...), sustancias liberadas en el organismo cuando se produce el reconocimiento y contacto de los mastocitos (células de defensa inmunitaria) con elementos extraños y alergénicos. A partir de este momento se desencadena toda la sintomatología de alergia.  En el caso de la Homeopatía, como este producto está diluido y dinamizado, lo que produce es el efecto contrario, ya que el organismo se desensibiliza.
• Galphimia glauca, Cardiospermum halicacabum y Luffa operculata*
  
Se usan para tratar de un modo directo las manifestaciones inflamatorias de la Polinosis alérgicas. Estos tres remedios actúan sobre las mucosas nasales, de la faringe y de las fosas de la nariz, reduciendo la secreción nasal, el prurito, hormigueo y escozor. También disminuyen la frecuencia de los ataques de estornudos, eliminan la sensación de nariz taponada y suavizan la conjuntivitis con enrojecimiento e hinchazón, y el lagrimeo y escozor en los ojos.
   Según estudios clínicos diversos, se ha podido constatar la eficacia de esta combinación en el tratamiento y la prevención de la Fiebre del Heno, empezando un mes antes de que aparezca el factor polinizante. Esta medida no sólo reduce la severidad de los síntomas sino que en muchos casos anula su aparición.
• Aflium Cepa 5 CH*
  
Se da en casos de secreción nasal acuosa e irritante, con inflamación de la conjuntiva ocular y lagrimeo no irritativo, y estornudos repetitivos y tos ronca.
* Badiaga 5 CH*
  
Se debe tomar en casos de coriza abundante acompañada de estornudos y tos espasmódica precedida de estornudos, con expulsión de mucosidad y de cefaleas frontales con dolor en los ojos.
• Naphtalinum 7 CH*
Se da para la coriza espasmódica con rinorrea y lagrimeo irritativo, estornudos en salvas, y la reacción asmática (dificultad respiratoria) que mejora al aire libre.
• Arsenicum album 7CH*
  
Se toma en casos de derrame acuoso urente y excoriante, estornudos con sensación de ardor interna, con empeoramiento nocturno y mejoría con el calor, y alternancia de problemas cutáneos y respiratorios.
• Nux vomica 7CH*
  
Se da para los estornudos espasmódicos de predominio matinal, con coriza seca nocturna y fluida durante el día, y una gran sensibilidad a los olores.
• Pulsatilia 5 CH*
  
Este remedio debe tomarse en casos de secreción nasal amarillenta y espesa que no termina de curar y obstrucción nasal nocturna, con mucosa nasal congestionada, que empeora con el calor.
• Sabadilla 7 CH*
  
Se da cuando existe rinorrea abundante con estornudos espasmódicos, picor, comezón del velo del paladar e hipersensibilidad al olor.
Apis Millefica 15 CH*
   Puede tomarse cuando hay inflamación de los ojos y de la garganta, edemas de las mucosas y sensación de picor que mejora con el frío.                                                                                                                                    
• Euphrasia 7 CH*
   Se da en casos de lagrimeo irritativo o rinorrea no irritativa, con molestias con molestias  a la luz (fotofobia) y párpados hinchados y pegados entre sí.
• Phleum pratense 5 CH*
   Este remedio se toma si existe irritación ocular con obstrucción nasal y rinorrea escasa.
• La dosificación viene dada según la intensidad de los síntomas. Normalmente se dan 5 gránulos 3-4 veces al día, aunque se pueden prescribir con más frecuencia si se considera oportuno.


Fitoterapia
   La fitoterapia recoge plantas de actividad antialergénica directa, con ausencia de efectos secundarios.
• Pino maritimo (Pinus pinaster)
  
Del pino marítimo se utiliza la corteza, resinas, hojas tiernas y yemas. Contiene Leucocianidol, esencia de trementina (pinenos, canfeno, sesquiterpenos) y catequinas, y tiene una acción antihistamínica indirecta, por estimulación de la corteza suprarrenal y simpaticomimética (sobre todo a nivel bronquial).
   Las hojas son ricas en Vitamina C, y el Leucocianidol presente posee propiedades antihemorrágicas y Vitamina P, que junto al catecol ejerce una acción protectora capilar.
   La trementina y su esencia ejercen una acción balsámica, expectorante, antialérgica y antiséptica de las vías respiratorias, pero para su uso es importante vigilar las cantidades, ya que una dosis alta puede originar alteraciones nerviosas y cuadros convulsivos, sobre todo en niños.
   El pino marítimo está indicado en afecciones respiratorias congestivo-inflamatorias, problemas alérgicos y reumáticos e infecciones urinarias.
• Tomillo (Thymus vulgaris)
   Se emplean las hojas y las flores, y contiene esencia rica en timol y carvacrol (dos fenolisómeros), flavonoides (derivados de apigenol y luteolol), ácidos-fenoles (ácido caféico, ácido rosmarínico), taninos, saponinas, Vit Bi, Vit C y manganeso.
   El Tomillo es un estimulante del sistema nervioso, tiene, entre otras, acción antiespasmódica y antiinflamatoria, y es un estimulante circulatorio. Sobre el aparato respiratorio es antitusígeno y expectorante.  También es antiinfeccioso, y tiene propiedades antibióticas, antivirales, antifúngicas y antihelmínticas. Es muy útil en el tratamiento del asma, bronquitis, catarros, tos espasmódica y alteraciones digestivas diversas.
• Eleuterococo (Eleuterococcus senticosus)
   Esta planta pertenece a la misma familia que el ginseng (araliáceas), y de ella se emplea la raíz. Contiene numerosos heterósidos (eleuterósidos A, B, C, D, E, 1, K, L, M), componentes no glucídicos y una mezcla de pigmentos.
   Tiene acciones diversas, principalmente como tónico-energético y adaptógeno, y ejerce una actividad protectora frente a sustancias químicas (tiene una acción antinarcótica demostrada frente al éter, el hidrato de cloral y el alcohol).
   Estimula las glándulas sexuales y suprarrenales, y ejerce una acción antiinflamatoria por disminución de la permeabilidad vascular y antiestrés.
   Su acción sobre las alergias es indirecta, tratando la distonía vegetativa, la estimulación suprarrenal, la fatiga y el aumento de la permeabilidad vascular de tipo inflamatorio.
• Hisopo (Hyssopus officinalis)
  
Se utilizan las hojas y las sumidades floridas del Hisopo, que contiene un principio amargo lactónico (marrubina) de propiedades antitusivas, expectorantes y fluidificantes.
   Su aceite esencial es rico en tuyona, pineno y pinocanfeno, de propiedad antiséptica bronquial. También contiene ácidos fenoles, flavonoides (diosmósido), ácidos fenoles (caféico, clorofénico, rosmarínico) y triterpenos (ácido ursólico), que le confieren actividad relajante de la musculatura lisa vascular, estimulante del SNC y parasimpaticolítico.
   El Hisopo está indicado en bronquitis, catarros, asma, tos seca y dispepsia. Su esencia (tuyona), en alta dosis, puede tener efecto convulsivante.
• Marrubio (Marrubium vulgare)
   Del Marrubio se utilizan las hojas y sumidades floridas. Contiene principios amargos (marrubina), sales minerales ricas en potasio y hierro, saponinas, trazas de aceite esencial, taninos, mucílagos y ácidos fenoles (caféico, clorogénico). Posee propiedades expectorantes y fluidificantes sobre el sistema respiratorio y es un tónico amargo colerético y sedante cardíaco. Se utiliza en afecciones pulmonares acompañadas de inflamación, congestión y mucosidad (bronquitis, asma).
* Pensamiento (Viola tricolor)
  
Del Pensamiento se utiliza la planta entera florida y las flores. Contiene saponinas con acción diurética, depurativa, antidermatósica (antipruriginosa) y expectorante. Posee también mucílagos, derivados salicílicos, taninos, pigmentos flavónicos (violaquercitina, rutósido) y carotenoides (violaxantina).
   Trata problemas de la piel (acné, eczema, psoriasis, dermatosis, impétigo...), y es selectivo frente a patologías respiratorias (bronquitis, tos seca) y reumatismos. Su uso en afecciones de la piel, por vía tópica, se produce en tratamientos prolongados.
• Pasifiora (Passiflora incarnata)
   De la Pasiflora se utiliza el corpúsculo floral. Contiene trazas de alcaloides indólicos (harmano, harmanina y harmol), derivados de ci-pirona (etilmaltol, maltol), derivados flavónicos (quercetol, apigelol, luteolol) y C-flavonoides (vitexina, isovitexina, orientina, saponaria y flavononas).
   Tiene propiedades sedantes y antiespasmódicas sobre la musculatura estriada, la musculatura lisa intestinal y sobre las vías respiratorias. Se utiliza, entre otros, en estados de nerviosismo, ansiedad, insomnio, neuralgias, espasmos digestivos y respiratorios, asma bronquial y palpitaciones.
• Cola de caballo (Equisetum arvense)
  
De la Cola de caballo se utiliza el tallo y las hojas. Esta planta contiene un principio amargo, resma, pectina, ácido linoléico, oléico y esteárico, así como equisetina.
   Posee una gran cantidad de sílice (6-8%) fácilmente absorbible y metabolizable en forma orgánica por el organismo. Además contiene otras sales y minerales (carbonato cálcico, sulfato de magnesio, cloruro de potasio, fosfato cálcico, hierro y manganeso.
   La sílice juega un papel importante sobre la nutrición mineral, en la regeneración de tejidos, y sobre el crecimiento y sistemas de defensa. Debido a esta acción sobre los tejidos, tiene un efecto remineralizante, regenerador de la mucosa respiratoria y del árbol bronquial (tejido elástico), y del tejido elástico ligamentario (aumenta la resistencia del tejido conjuntivo) y de la piel.
   También tiene un efecto depurativo-diurético, y a nivel tópico es astringente, antiinflamatoria, antiedema, cicatrizante y hemostática. Por otro lado, favorece las reacciones de defensa inmunitaria (aumenta la actividad leucocitaria en la infección) y se utiliza para alteraciones del crecimiento óseo-ligamentoso, consolidación de fracturas, hemorragias, edemas, alteraciones estructurales de la mucosa y del árbol bronquial, procesos reumáticos y arteriosclerosis (bajo nivel de sílice).