lunes, 24 de abril de 2017

Dietas rápidas de Adelgazamiento, 1ª parte


Dietas rápidas de adelgazamiento

Resultados y contraindicaciones

La consolidación de la delgadez como ideal estético ha llevado a la aparición de un sinfín de propuestas en forma de dietas rápidas que prometen eliminar peso en poco tiempo.                       
Conocer las bases de estos regímenes ayuda a determinar sus posibles riesgos.

   Los objetivos principales de las dietas de adelgazamiento son la pérdida de peso y la educación alimentaria del paciente, fenómeno este último que la mayoría de dietas de temporada o de urgencia no suelen cumplir. La aparición de este tipo de regimenes “rápidos” se produce básicamente con la llegada de la primavera y el buen tiempo, debido a la proximidad verano, época en que la estética desempeña un papel principal.
   Es en este contexto cuando la búsqueda de dietas rápidas y divertidas que combinan alimentos más o menos apetecibles, o bien de regímenes muy estrictos pero que se soportan por la brevedad de tiempo de duración, hace que se siga un sinfín de dietas sin validez nutritiva ninguna, que, si se mantienen de forma persistente, pueden generar problemas de cierta gravedad.
   Lo mismo sucede cuando la selección de este tipo de dietas no está guiada por el consejo de un especialista, ya que no todas las personas se encuentran en estado óptimo para realizar estos descalabros nutritivos.

Tipos de dietas rápidas

   Las alternativas dietéticas para “perder kilos” o adelgazar rápidamente se pueden concretar en varios grupos. Pero además, existen aquellos regímenes denominados dietas hipocalóricas equilibradas.
   Éstos contienen aproximadamente de 800 a 1.600 Kcal, en una proporción equilibrada de los nutrientes (50% en forma de hidratos de carbono, 30-35% en forma de grasas y 15- 20% en forma de proteínas), y en ellas se recomienda la exclusión de la ingesta de alcohol y bebidas que contienen gran cantidad de hidratos de carbono simples (azucarados).
   Dado que las dietas equilibradas son ricas en verduras y frutas, no es necesario un aporte adicional de vitaminas y minerales, aunque por prevención, muchas veces se prescriben suplementos, ya que el paciente disminuye la ingesta de los alimentos citados con el fin de acelerar el proceso de adelgazamiento.
   Con estas dietas se suele conseguir un descenso ponderal de 5-6 Kg/mes durante el inicio, y posteriormente esta cifra desciende a unos 2,5 Kg/mes, durante un año, siempre que estos kilos estén en exceso.

Dietas especiales o atípicas

Ayuno total (o dieta cero)

   El ayuno total consiste, como bien puede suponerse, en no ingerir ninguna clase de alimentos, aunque sin embargo, se suministra agua a voluntad, vitaminas y sales minerales.
   Esta dieta es cada vez menos utilizada, ya que requiere hospitalización y vigilancia continuada. Además, los exiguos resultados a largo plazo no justifican el enorme sacrificio y el gasto que comportan al enfermo, especialmente porque cuando la persona suspende el ayuno absoluto suele ganar peso con rapidez.
   Esta pauta genera complicaciones importantes (cetosis), depleción de potasio (hipopotasemia), anemia, acidosis láctica, lo que unido a la necesidad de hospitalizar al enfermo, la hacen muy poco aconsejable.

* No se debe cometer el error de confundir el ayuno absoluto con el ayuno terapéutico o terapia de ayuno, que es una interrupción voluntaria de la toma de alimentos.

Dietas con muy pocas calorías o ayuno modificado

   Son dietas líquidas o semilíquidas, que se utilizan en obesidades importantes o, en determinados casos, como tratamiento inicial. Son dietas (de IV grado) de VCT (Valor Calórico Total) de entre 300 y 500 Kcal, con un aporte proteico de unos 40- 70 g diarios de proteína (entre el 40 y el 60% del total calórico) de alto valor biológico, siendo el resto calórico suministrado fundamentalmente por hidratos de carbono: 60g (37%) y grasas: 24g (32%). Para evitar graves complicaciones, estas pautas deben tener en cuenta los suplementos de vitaminas y minerales.
   Estos tratamientos suelen ser bien aceptados, aunque a veces se pueden presentar síntomas de cefaleas, fatiga, intolerancia al frío y pequeñas crisis diarreicas. Otra de sus ventajas es que su prescripción no precisa ingresar al paciente, el cual puede realizar una actividad laboral normal.
   Por otra parte, los efectos anoréxicos (pérdida del apetito) de estas dietas son menores que los del ayuno absoluto, puesto que al contener una porción de hidratos de carbono suficiente para las necesidades diarias, éstos eliminan la formación de cuerpos cetónicos (cetonas), los cuales son anoregíneos. Sin embargo, la pérdida ponderal es similar a la que se obtiene con el ayuno absoluto, obviándose, además los peligros que este último conlleva.
   Otra de las ventajas del ayuno modificado sobre el ayuno absoluto es que el primero no produce una caída tan rápida del metabolismo basal (que en el ayuno total es aproximadamente del 20% o superior). Esto se debe principalmente a la disminución de la T-3 (hormona tiroidea de estructura proteica), provocando como consecuencia un estado de hipotiroidismo en el que el paciente se queja muy a menudo de frío, letargia (o sueño morboso profundo y continuado) durmiendo mucho más de lo habitual. La presencia del aporte proteico impide la disminución de la albúmina, del hematocito, de la hemoglobina, de los hematíes y del hierro sanguíneo (sideremia). Asimismo, el mínimo aporte necesario de glúcidos impide la pérdida de potasio, sodio y calcio, y las complicaciones que dicha pérdida conlleva. Por último, con el ayuno absoluto se da, con mucha frecuencia, la formación de un hígado graso debido a la excesiva movilización de ácidos grasos del tejido adiposo y a la acumulación de éstos en el hígado.
   Este tipo de dietas con muy pocas calorías son muy estrictas y sólo se pueden utilizar durante periodos de tiempo limitados, con un máximo de 15 días. Durante este periodo se deben realizar controles analíticos y del corazón (electrocardiograma).

 

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