martes, 25 de abril de 2017

Dietas rápidas de Adelgazamiento, 2ª parte


Dietas hiperproteícas

   Las dietas hiperproteícas se basan en el aumento total de las proteínas (hasta 100-120 g por día en una dieta hipocalórica). Así, por ejemplo, en una dieta de 1200 Kcal corresponderían del 30 al 40% del total de las calorías).
   Estos regímenes se apoyan en el elevado efecto térmico de las proteínas, es decir, en el gasto energético ocasionado por su metabolización. Este gasto energético asciende al 20-30% del total calórico. Por ejemplo, en una dieta con 100 g de proteínas, éstas aportan, por combustión celular, un valor energético de 400 Kcal en forma de calor (un gramo de proteína libera cuatro kilocalorías), pero para poder llegar a producirse esta combustión, se ocasiona una liberación energética “extra” a expensas del material de reserva (las grasas). Esta energía extra oscila entre el 20-30% del valor calórico total de las proteínas ingeridas, lo cual se traduce en un valor de 80-120 Kcal, que se suman a las 400 totales.
   La ventaja de esta dieta es que es muy bien admitida por parte de los pacientes, pero no se puede prescribir durante mucho tiempo, pues no es equilibrada y, por otra parte, puede ocasionar un exceso de ácido úrico libre en sangre. Este ácido aparece como resultado del metabolismo de la proteína alimentaria, pero sobrecarga de ácidos al organismo, y puede ocasionar depósitos de éste en las articulaciones (gota) en pacientes con predisposición.
   Así pues, es una dieta válida como alternativa temporal a una dieta hipocalórica equilibrada o como inicio de un tratamiento.
   Por otra parte, dentro de este grupo también se encuentran las dietas que aportan unas 1000 Kcal diarias, aunque no son tan estrictas como las de ayuno modificado. Éstas se pueden aplicar a obesidades del grado IV (mórbida) y III (con sobrepeso grave) y si se complementan con vitaminas y minerales, pueden realizarse durante un periodo bastante largo de tiempo (siempre bajo la supervisión de un dietista).

Pautas intermitentes

   Estas pautas introducen de forma intermitente una dieta alternativa del tipo “monodieta” (a base de zumos de frutas, derivados lácteos o combinando ambos grupos alimentarios en un mismo régimen). En cualquier caso, estas conductas sólo son útiles como pautas de mantenimiento.

Ejemplo de dieta hiperproteica-hipocalórica

Desayuno
yogur desnatado
queso magro
infusión o café
Media mañana
yogur desnatado
infusión o café
Comida
consomé
ensalada variada
ración de cárnicos magros o huevo infusiones o café
Media tarde
un yogur
almendras tostadas
infusión
Cena
consomé
ensalada o verdura
ración de cárnicos o queso
infusiones

Dietas no aconsejadas

Dieta del Dr. Atkins

   Este régimen, que ha gozado de gran popularidad desde que el médico norteamericano Robert C. Atkins publicó en 1972 sus teorías en un libro de gran difusión, tiene su precursora en la llamada dieta Banting. La historia de esta dieta empezó en 1860, cuando alguien sugirió a William Banting, que pesaba 92 kilos y era incapaz de perder peso, que se abstuviera de tomar leche, mantequilla, azúcar, patatas y fruta, y que únicamente consumiera carne y pescado. Así perdió 22 kilos.
   La idea fundamental de la dieta del Dr. Atkins estriba en reducir al máximo e incluso eliminar los hidratos de carbono durante los primeros días. Así pues, este régimen desequilibrado se basa en un aporte libre de proteínas y grasa, con la práctica exclusión de los hidratos de carbono. Esta situación metabólica provoca en el organismo una gran formación de cuerpos cetónicos y, como consecuencia, una pérdida de apetito.
   Esta dieta puede dar lugar inicialmente a un espectacular adelgazamiento, debido a una gran pérdida de agua y electrolitos (sustancias minerales que intervienen en el metabolismo del agua: sodio, potasio y cloro). De este modo, los resultados iniciales, junto con la amplitud de selección de alimentos, que normalmente suelen estar prohibidas (cortezas de cerdo, mantequilla, nata, panceta, charcutería, etc.), hacen que sea muy apreciada.
   Pero a largo plazo aparecen una serie de consecuencias que asustan a la persona y favorecen el abandono de la dieta: vómitos, náuseas, cefaleas, y todos aquellos signos típicos de un estado de “acetona». Y es que las características del régimen pueden ocasionar elevadas hiperuricemias (aumentos de ácido úrico en sangre), y, tal como he referido, una cetosis. Además, el contenido de fibra de esta dieta es escasísimo o nulo, lo que provoca estreñimiento y las consecuencias que de ello se derivan.
   En cuanto a las contraindicaciones, los pacientes con tasas de colesterol elevadas o con incidencia o predisposición a ello, no deben realizar este tipo de dieta. Lo mismo ocurre con los pacientes con problemas de hipertensión, cardiocirculatorios, renales y con alteraciones metabólicas.

 

 

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