martes, 2 de agosto de 2016

La Inmunidad: Fiel guardian de nuestra salud, 3ª y última parte


OTROS MÉTODOS TERAPÉUTICOS
   No sólo podemos basar todo el poder terapéutico de la medicina natural en las plantas anteriormente comentadas, sino que tenemos un amplio arsenal terapéutico al respecto, que hay que considerar.
   La inmunoterapia en dosis homeopáticas, lo que produce frente a la acción de sustancias inmunomoduladoras la ausencia de efectos tóxicos o secundarios.


La terapia inmunitaria no puede descartar la interrelación entre el aspecto
psicológico del paciente y el mantenimiento de una buena respuesta inmunitaria
   Otro factor a tener en cuenta es la nutrición. Se ha demostrado que la malnutrición disminuye todas las líneas defensivas inmunitarias, dando lugar a infecciones que a su vez empeoran el estado nutritivo.
   En este caso es necesaria una alimentación equilibrada, lo más variada posible, junto a un correcto aporte de proteínas, ácidos grasos esenciales, vitaminas y minerales como el hierro, el zinc y el selenio.
   Dentro de la dieta y la reposición de complementos nutricionales se tiene que dar importancia al aporte de determinados nutrientes con capacidad inmunoprotectora y antioxidante como son las Vitaminas A, C y E, los elementos minerales como el zinc, el hierro, el selenio y el germanio, los amino-ácidos esenciales como la      L-Cisteína y otras sustancias reguladoras como el coenzima Q-1 O, la lecitina de huevo (actualmente está siendo testada como medicamento contra el SIDA) y los sistemas enzimáticos antioxidantes como son el Superóxido dismutasa y el glutatión.
   Es conveniente dar los antioxidantes a pacientes que tengan procesos infecciosos de repetición o en fase de convalecencia larga, ya que en estos dos procesos es en los que por desgaste se acumula un mayor número de radicales libres que impiden la regeneración de las células y, en el caso que nos ocupa, de células que participan en la inmunidad.


   Otra cuestión a tener en cuenta en la dieta es el aporte de fibra, frutas, verduras y granos de cereales.
   Reducir la ingesta de proteínas de origen animal, y en su lugar aumentar las leguminosas, la soja y el pescado blanco. Sustituir las grasas saturadas de origen animal por las grasas insaturadas vegetales.
   Evitar el tabaco, el alcohol, y hacer ejercicio regular.
   En la línea de las costumbres higiénico-dietéticas relacionadas con el medio ambiente y/o la forma de vida, tenemos otros factores capaces de alterar nuestro ejército defensivo inmunológico, como son la contaminación ambiental, el exceso de aditivos y el uso de tóxicos como el tabaco u otras drogas.
   Incluso una actitud mental negativa, una depresión o una mala adaptación a situaciones mantenidas de estrés, pueden alterar la respuesta inmunitaria dando lugar a infecciones o cáncer, fenómenos que estudia la medicina psicosomática y recientemente una nueva ciencia denominada Psicoinmunología.
   A tal respecto el Dr Fawzy, Oncopsiquiatra y Director del Departamento de Psiquiatría y de Ciencias del Comportamiento en Ucla (California), ha realizado un estudio en el que se valora la evolución de pacientes con cáncer de piel, tipo Melanoma, en cuanto a la clínica evolutiva, aparición de recidivas y nivel básico de células NK, aportando argumentos en cuanto a la necesidad para los enfermos cancerosos de participar en terapias psicoemocionales y comportamentales del tratamiento médico estándar, dando a entender que el enfermo que adopta un comportamiento activo frente a la enfermedad aumenta mediante este aprendizaje sus posibilidades de supervivencia, junto al tratamiento básico instaurado.
Una actitud mental negativa, una depresión, situaciones mantenidas de estrés...                     pueden alterar la respuesta inmunitaria.
   Dentro de la terapia inmunitaria no podemos descartar algo tan humano y biológicamente establecido como es la interrelación entre el aspecto psicológico del paciente y el mantenimiento de una buena respuesta inmunitaria.
   La experiencia nos demuestra que una buena interpretación del estado de la enfermedad de un paciente, en la que se valore tanto un aspecto vital como es el conocimiento de su estado de salud en base a la confianza médico-paciente y al apoyo sociofamiliar de las personas con las que vive, así como métodos de capacitación personal para hacer frente a la enfermedad, sin lugar a duda ayudará a que el sistema inmunitario interprete su capacidad de respuesta en base a un equilibrio psicofísico, y ante la situación de agresión física reaccione y no baje la guardia, potenciando la capacidad fisiológica del organismo para hacer frente a la enfermedad.
Por el contrario, cuando el sistema inmunitario no está funcionando correctamente, se produce una mayor predisposición a enfermedades infecciosas que dan a la larga un acumulo de radicales libres que aumentan aun más la posibilidad de sufrir enfermedades infecciosas y tumorales.

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