domingo, 13 de noviembre de 2016

Protegete de un modo natural: Tomar el Sol sin riesgo, 1ª parte


El sol, si se toma con precaución, tiene muchos efectos beneficiosos para la salud. Sólo hay que tener en cuenta la hora, la región geográfica en la que nos encontremos y la utilización
de una protección adecuada.
ALIMENTA TU PIEL
   Para mejorar la turgencia de la piel que ha sido expuesta al sol de una forma inadecuada, estimular el metabolismo cutáneo y su riego sanguíneo, un buen remedio son las vitaminas A, B, C y E, que las encontraremos en cremas de acción local o en aceites vegetales como los elaborados con semillas de cereales. Otro modo de paliar los efectos del sol en nuestra piel es tomando oligoelementos por vía oral. Con ellos conseguiremos mejorar la microcirculación cutánea para aumentar su oxigenación, como es el caso del Manganeso-Cobalto. También el azufre se utiliza por su efecto antioxidante en la lucha contra los radicales libres, participando en la formación de colágeno.

   En verano la piel sufre diversas alteraciones debido al aumento de la temperatura, la pérdida de líquidos por el sudor, y el efecto rayos solares. Pero tomado con las debidas precauciones, el sol produce múltiples efectos beneficiosos en nuestro organismo. Activa los precursores de la vitamina D, mejora el esta anémico y nos proporciona un bonito bronceado. De modo general, podemos valorar que este cambio estacional produce modificaciones ambientales que pueden comportarse de modo beneficioso y, en otras circunstancias, de modo perjudicial para nuestra piel. El factor más influyente, en una piel que frecuentemente ha tenido un proceso de despigmentación durante el invierno, es el aumento de temperatura y la exposición solar. La epidermis, cuando no está bronceada absorbe casi toda la radiación ultravioleta, al contrario de la piel pigmentada que actúa como un factor de protección a la penetración de los rayos solares. Es importante tener esto en cuenta, por cuanto en verano se produce un aumento de radiación solar y se hace recomendable la exposición gradual en pieles no protegidas para evitar dermatitis solares.
El sol como aliado
   Si el sol se toma con las debidas precauciones, es una fuente primordial de salud para nuestro organismo.
* Activa los precursores de la Vitamina D, esencial para la calcificación ósea y para la absorción de Calcio y Fósforo por el sistema digestivo.
* Aumenta la producción de melanina, sustancia que broncea la piel y actúa como un factor de protección frente a la radiación solar. El color de la piel varía según la cantidad de melanina presente en la epidermis. La diferencia de pigmentación en las personas viene determinada por factores genéticos y ambientales como la exposición a los rayos Ultravioletas, representando alrededor de un
5% de la radiación solar.
* Gracias a la exposición solar ultravioleta, mejora algunas enfermedades inflamatorias de la piel, como eczemas, dermatitis, psoriasis porque aumenta el recambio de las células superficiales de la piel y favorece, así, la regeneración cutánea.
* Estudios recientes demuestran que hay una relación directa entre la luz del sol y el estado mental, porque actúa como estimulante de nuestros sensores cerebrales en la síntesis de neurotransmisores que participan en el estado anímico. De ahí, que siempre se ha dicho que los países nórdicos tienen una mayor incidencia en alteraciones depresivas que los países con mayor exposición solar.


Tómalo con precaución

   Si bien es cierto que el sol puede ejercer múltiples acciones beneficiosas sobre nuestro organismo, si no se toma con precaución, puede ser perjudicial para nuestra salud.
* Debido a la exposición solar, la piel se vuelve más sensible a las sustancias externas, a causa de una mayor capacidad de reacción y respuesta del sistema inmunitario.
* La piel puede deshidratarse y envejecer de un modo prematuro debido a los cambios ambientales.
* En relación a lo anterior, hay tres factores que se revelan imprescindibles para una buena hidratación cutánea: Los lípidos o grasas de la superficie epidérmica, el colágeno y el ácido hialurónico de la profundidad dérmica.  A ellos hay que atenerse si queremos prevenir la deshidratación cutánea, que actúa como factor de aceleración en los síntomas de envejecimiento cutáneo como son la aparición de arrugas, flacidez, sequedad, manchas...  Los rayos ultravioletas en la exposición solar prolongada, inducen a nivel de la dermis a la disminución del colágeno, produciendo una pérdida de elasticidad de los tejidos y dando lugar al envejecimiento cutáneo precoz, junto a la deshidratación y al acumulo de radicales libres.
* Puede aparecer un aumento de las alteraciones vasculares superficiales en pieles muy finas y sensibles, como la couperosis debido a la hipersensibilidad, la vasodilatación y factores metabólicos producidos por un aumento de la actividad hormonal. Sin embargo, la reacción vascular que produce el contraste de la exposición solar alternada con los baños fríos, es muy útil en personas que padecen alteraciones venosas (varices, edemas, pesadez...), ya que se produce un efecto vasoactivo, aumentando la circulación sanguínea.

Efectos de una exposición solar
   El sol emite varios tipos de radiaciones que se componen principalmente de los rayos ultravioleta (UVA y UVB), infrarrojos y fotones de alta energía. Los UVB penetran en la capa más superficial de la piel y son la causa principal de las quemaduras solares y contribuyen también al envejecimiento prematuro de la piel.  Estudios recientes demuestran que los rayos UVA penetran en la piel a un nivel más profundo en el tejido conectivo, donde agravan los efectos de la radiación UVB y juegan un papel importante en el envejecimiento de la piel. No obstante, a diferencia de los UVB, que son más potentes por la mañana, los UVA son intensos durante todas las horas del día y todo el año.
   La atmósfera es el primer factor de protección natural que existe para los rayos solares y concretamente la capa de Ozono. De ello se deduce que en alta montaña la exposición solar debe efectuarse con mayor precaución y protección, pues la cantidad de radiación solar que la piel absorbe es mucho mayor. Los filtros solares de los efectos nocivos de las Radiaciones Ultravioleta e infra-roja, bloqueando la formación de radicales libres.
   La luz ultravioleta da origen a la producción de radicales libres que pueden alterar la piel y los tejidos adyacentes.
   Una exposición prolongada al Sol además de poder producir quemaduras, aumenta el riesgo de padecer Cáncer en la piel (melanoma)
y por ello es importante aplicarse productos de protección. En caso de producirse quemaduras en una amplia zona del cuerpo que formen flictemas (ampollas), hay que contar con un médico porque al tener un nivel de inflamación mayor, pueden producir síntomas generales como deshidratación, hipotensión, infección, mala, cicatrización, etc.. De todos modos, a nivel fitomédico, podemos aplicarnos localmente plantas medicinales como aceites de oliva, almendras dulces o aguacate. También es válida la aplicación de suspensiones ricas en mucílagos o fitocoloides (derivadas del aloe, malva, malvavisco, manzanilla común o algas ricas en alginatos). Otra opción son los antisépticos y los antiinflamatorios como el hidrocotilde, hipérico, milenrama, bardana, pensamiento, calaguala, caléndula o centella asiática.

Dieta para regenerar la piel
   Para preparar nuestra piel para los baños de sol es importante seguir una dieta equilibrada y variada, rica en frutas, verduras y hortalizas frescas.
   Los alimentos proteicos como huevos, derivados lácteos descremados, legumbres, frutos secos y cereales deben tenerse en cuenta para dar el aporte proteico necesario para la regeneración de nuestros tejidos (principalmente la piel). Una deficiencia de estos alimentos puede producir alteraciones cutáneas como eczemas y dermatitis.
   Es conveniente reducir el aporte de grasas animales y de azúcares simples o refinados, porque son deficitarios en vitamina B. Por ese motivo se produce su transformación en forma de grasas debido a una falta de metabolización. Es preferible tomar azúcares de origen natural e integral que contienen esta vitamina como la fruta, miel, azúcar moreno y los cereales.
   Para mantener la buena función de nuestras glándulas sebáceas, necesarias para formar el agente natural protector externo, no debemos olvidar los alimentos ricos en ácidos grasos insaturados que se encuentran en los aceites vegetales (cártamo, girasol, germen de trigo o el maíz).Además, los aceites vegetales son ricos en vitaminas A, E y F, muy importantes en el metabolismo de nuestra piel.
   Además de seguir esta dieta, también es aconsejable tomar algunos complementos dietéticos:
• Complementos nutritivos e hidratantes como son el germen de trigo, levadura de cerveza y la lecitina de soja.
• Suplementos de vitaminas y minerales con potencial antioxidante, como son las vitaminas A, B, C, E y el Selenio.
• El polen de abejas contiene vitaminas, proteínas, sales minerales y derivados hormonales y entre sus acciones destacar la tonificación general orgánica junto a una mejora en la calidad de la piel.
• Ácidos grasos poliinsaturados de origen vegetal, como el aceite de onagra y el aceite de borraja, los dos encapsulados.


 

 

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