Con
la llegada de
las buenas temperaturas se recrudecen las preocupaciones por
nuestra imagen corporal.
Aprovechándose de ello, muchos desconsiderados hacen su agosto, al poner en marcha un
negocio que descuida los mas elementales principios de la dietética, unos principios que
tienen en el huerto un buen fundamento
Por ello creo que es mejor ir al huerto que dejarse llevar.
nuestra imagen corporal.
Aprovechándose de ello, muchos desconsiderados hacen su agosto, al poner en marcha un
negocio que descuida los mas elementales principios de la dietética, unos principios que
tienen en el huerto un buen fundamento
Por ello creo que es mejor ir al huerto que dejarse llevar.
Algo sobre las dietas milagro
Cada año,
al llegar los calores,
rebrotan con fuerza, con o sin razón, las cuestiones ligadas al peso corporal. Este típico ciclo anual da a entender que el
motor de la preocupación es más estético que de salud. Constantemente nos llegan mensajes que no
por repetitivos son ni más creíbles, ni más veraces. Pero, ¿qué pretenden?, ¿se limitan a decir lo que cierta gente quiere oír?,
¿se proponen crear más presión acerca del patrón de figura ideal?, ¿estamos
simplemente ante un negocio?
La realidad es que, cuando se analizan las propuestas que aparecen en los medios, con una relación desparpajo/rigor que asusta, uno se puede dar cuenta rápidamente de que la mayoría no tienen ni pasado, ni presente, ni futuro. Es el oportunismo del que recoge a río revuelto, del que sin escrúpulos succiona en las heridas abiertas por la ignorancia, la inseguridad y las necesidades. Los resultados saltan a la vista y son también cíclicos, el público, en lugar de formarse se deforma aún más.
Yo no quiero estar por esa labor. Prefiero sembrar (¿por qué no hortalizas?) y recoger frutos maduros. Requisito previo, no servir a ningún interés más que al de la realidad, al del consumidor que pide información. En este negocio nadie pierde y todos ganamos.
La realidad es que, cuando se analizan las propuestas que aparecen en los medios, con una relación desparpajo/rigor que asusta, uno se puede dar cuenta rápidamente de que la mayoría no tienen ni pasado, ni presente, ni futuro. Es el oportunismo del que recoge a río revuelto, del que sin escrúpulos succiona en las heridas abiertas por la ignorancia, la inseguridad y las necesidades. Los resultados saltan a la vista y son también cíclicos, el público, en lugar de formarse se deforma aún más.
Yo no quiero estar por esa labor. Prefiero sembrar (¿por qué no hortalizas?) y recoger frutos maduros. Requisito previo, no servir a ningún interés más que al de la realidad, al del consumidor que pide información. En este negocio nadie pierde y todos ganamos.
¿Es cierto
que te sobran kilos?
La obesidad se define como un
aumento del peso corporal superior al 20 % de lo indicado por los estándares
debido a un aumento del contenido en grasa del organismo. Hablo del trastorno metabólico más frecuente, y se estima que en el mundo económicamente desarrollado afecta de un
Pero a pesar de este elevado porcentaje de individuos afectados por este problema, no es menos cierto que muchas de las personas (y muy especialmente mujeres) que se pelean con la báscula no lo hacen por 10 o
Me propongo dar ahora unas ideas generales sobre lo que es la dieta hipocalórica. El interés de su aplicación estará en función de las necesidades reales de la misma.
El peso también está determinado
genéticamente, y no solo por el ambiente.
Existen unas tendencias que están más allá de deseos, sacrificios y
engaños.
¿Qué es la
dieta hipocalórica?
Es una dieta
EQUILIBRADA EN TODO MENOS EN LAS CALORÍAS.
Se pretende crear un desequilibrio energético con la finalidad de que las Calorías de menos que ingerimos respecto a las que gastamos, el cuerpo las obtenga de su lugar principal de almacenamiento energético, las grasas del tejido adiposo. Desde un punto de vista nutricional, el principal problema que plantea la dieta hipocalórica es conseguir las cantidades adecuadas de proteínas y micronutrientes tras la reducción del volumen global de la ingesta, máxime si se tiene en cuenta que ya con las ingestas habituales no son infrecuentes las deficiencias de vitaminas y elementos químicos, ingestas que en el caso de la mujer adulta se suelen situar entre 1.800 y 2.200 Cal/día. Las dietas que se sitúan por debajo de 1.200 Cal/día empiezan a plantear problemas para alcanzar las recomendaciones de algunos micronutrientes, y las exigencias de una buena selección de alimentos aumentan a medida que disminuyen las Calorías. De ninguna manera es permisible que, por entrar en la loca carrera del modelismo actual, se corran riesgos de desequilibrios nutricionales graves y se pueda perder la salud en el intento.
Por consiguiente, en el planteamiento fundamental de una dieta hipocalórica se debe aumentar la densidad nutricional (cantidad de micronutrientes/Calorías) y, en consecuencia, evitar al máximo los alimentos que, a la inversa, contienen muchas Calorías y pocos nutrientes: azúcar, grasas animales, bebidas alcohólicas... Además, la dieta hipocalórica ofrece otras prestaciones a las que no pueden acceder las dietas milagro: se individualiza y se adapta en la medida de lo posible a los gustos de la persona, establece unos ritmos de ingestas adecuados y, sobre todo, evita sufrimientos inútiles (pasar hambre, restricciones infundadas) y no crea falsas expectativas.
Pero, al margen de estos aspectos, en la planificación de una dieta hipocalórica se aspira a mucho más. Puesto que el exceso de peso real, más que un acontecimiento ocasional es una situación que reviste aires de cronicidad, se intenta proporcionar a la persona una educación nutricional y alimentaria básica que le permita establecer los fundamentos de su propio equilibrio nutricional, es decir, enseñarle a comer. La dieta hipocalórica no sólo se convierte entonces en la prescripción dietética que merece más garantías, sino también en una herramienta para el buen estado nutricional del futuro, y encuentra en la práctica de un ejercicio físico bien programado el complemento ideal y necesario no sólo para la pérdida de peso, sino también para el mantenimiento del mismo.
Se pretende crear un desequilibrio energético con la finalidad de que las Calorías de menos que ingerimos respecto a las que gastamos, el cuerpo las obtenga de su lugar principal de almacenamiento energético, las grasas del tejido adiposo. Desde un punto de vista nutricional, el principal problema que plantea la dieta hipocalórica es conseguir las cantidades adecuadas de proteínas y micronutrientes tras la reducción del volumen global de la ingesta, máxime si se tiene en cuenta que ya con las ingestas habituales no son infrecuentes las deficiencias de vitaminas y elementos químicos, ingestas que en el caso de la mujer adulta se suelen situar entre 1.800 y 2.200 Cal/día. Las dietas que se sitúan por debajo de 1.200 Cal/día empiezan a plantear problemas para alcanzar las recomendaciones de algunos micronutrientes, y las exigencias de una buena selección de alimentos aumentan a medida que disminuyen las Calorías. De ninguna manera es permisible que, por entrar en la loca carrera del modelismo actual, se corran riesgos de desequilibrios nutricionales graves y se pueda perder la salud en el intento.
Por consiguiente, en el planteamiento fundamental de una dieta hipocalórica se debe aumentar la densidad nutricional (cantidad de micronutrientes/Calorías) y, en consecuencia, evitar al máximo los alimentos que, a la inversa, contienen muchas Calorías y pocos nutrientes: azúcar, grasas animales, bebidas alcohólicas... Además, la dieta hipocalórica ofrece otras prestaciones a las que no pueden acceder las dietas milagro: se individualiza y se adapta en la medida de lo posible a los gustos de la persona, establece unos ritmos de ingestas adecuados y, sobre todo, evita sufrimientos inútiles (pasar hambre, restricciones infundadas) y no crea falsas expectativas.
Pero, al margen de estos aspectos, en la planificación de una dieta hipocalórica se aspira a mucho más. Puesto que el exceso de peso real, más que un acontecimiento ocasional es una situación que reviste aires de cronicidad, se intenta proporcionar a la persona una educación nutricional y alimentaria básica que le permita establecer los fundamentos de su propio equilibrio nutricional, es decir, enseñarle a comer. La dieta hipocalórica no sólo se convierte entonces en la prescripción dietética que merece más garantías, sino también en una herramienta para el buen estado nutricional del futuro, y encuentra en la práctica de un ejercicio físico bien programado el complemento ideal y necesario no sólo para la pérdida de peso, sino también para el mantenimiento del mismo.
La valoración del peso corporal se puede realizar de
varias formas. En la I Conferencia Internacional sobre el Control de Peso
celebrada en Suiza en 1985 se llegó a la conclusión de que la definición más
simple y aceptada del peso ideal venía determinada por un Índice de Masa
Corporal (I.M.C.) o Body Mass Index, también llamado Índice de Quetelet.
Este índice es el resultado de relacionar el peso con la talla de la siguiente
forma:
Peso (kg) I. M. C. =------------------------------- Talla (m) 5
Peso (kg) I. M. C. =------------------------------- Talla (m) 5
Los valores de
referencia son los siguientes:
Peso adecuado:…………………………….…….20 – 24.9
Grado I de obesidad (obesidad leve):…………..25 – 29.9
Grado II de obesidad (obesidad moderada):…..30 – 39.9
Grado III de obesidad (obesidad grave):……….40 – o más
Por debajo de 20 se considera delgadez.
Peso adecuado:…………………………….…….20 – 24.9
Grado I de obesidad (obesidad leve):…………..25 – 29.9
Grado II de obesidad (obesidad moderada):…..30 – 39.9
Grado III de obesidad (obesidad grave):……….40 – o más
Por debajo de 20 se considera delgadez.
El principal problema que plantea la
dieta hipocalórica es conseguir es conseguir las cantidades adecuadas de
proteínas y micronutrientes tras la reducción del volumen global de la ingesta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario