jueves, 28 de julio de 2016

Impotencia; Causa y tratamiento natural, 4ª y última parte


El tratamiento de disfunción eréctil empieza por la valoración                                                 de las enfermedades asociadas
Tratamientos para la impotencia
   El tratamiento del paciente con disfunción eréctil se basa en los resultados de la evaluación clínica. Por ejemplo, hay que empezar tratando cualquier enfermedad asociada con la disfunción eréctil se debe cambiar los medicamentos prescritos que puedan tener efectos negativos sobre la disfunción eréctil y es importante animar a los pacientes a mar. No se deben infravalorar factores emocionales.
   El hecho de enviar al paciente y a su pareja a un terapeuta sexual puede ser muy útil para la disfunción erectil tanto orgánica como psicológica incluso si se está pensando en una intervención física. Ya he  mencionado la mayor incidencia de impotencias psicógenas sobre las orgías.
- La yohimbina, principio activo de la Yohimbo (Pausinystalia ypimbe), posee una acción vasodu1atadora general y especialmente sobre los órganos genitales (acción afrodisíaca Estudios recientes indican que su eficacia primordial se centra en los pacientes con una disfunción eréctil psicógena. A pesar de ser bien tolerado como tratamiento de primera línea, deben tenerse en cuenta los posibles efectos secundarios, como pequeñas subidas de la presión arterial, palpitaciones, nerviosismo e irritabilidad.
- La corinantina es un principio activo de estructura química muy similar a la yohimbin presenta las mismas funciones orgánicas con una potencia de 5 a 10 veces menor, pero es de destacar su menor grado de toxicidad.   - Existen otros tratamientos orales más eficaces y satisfactorios para el paciente. La L-arginina, reconocida como el aminoácido precursor que libera el óxido nítrico, con función erectógena, se encuentra en investigación.
- Los tratamientos de aplicación local, tanto mecánicos como quirúrgicos, quedan reservados al especialista urológico en impotencia sexual.
- Puesto que la impotencia psicógena es la de mayor incidencia, puedo afirmar que en la mayoría de casos se precisa psicoterapia. Cuando la inhibición es transitoria, ésta suele bastar para evitar una verdadera disfunción eréctil. Si el trastorno ya está instaurado, por lo general, cuanto antes se inicie el tratamiento, mayores garantías de éxito tendrá, puesto que la autoestima del hombre estará menos dañada. Otro indicador de éxito terapéutico es la inclusión de la pareja en el tratamiento.
   Las formas de intervención desarrolladas para hacer frente a la impotencia van desde las terapias de insight y reconstrucción, centradas en las causas profundas, hasta las técnicas breves dirigidas a las causas inmediatas y al síntoma, cuya función es modificar la conducta sexual de forma directa. Aunque todas estas terapias son efectivas, las formas más breves lo son más, ya que las de insight requieren más tiempo e ignoran los antecedentes inmediatos que producen ansiedad.
   En el caso de la impotencia secundaria, al cabo de entre 4 y 10 semanas se puede observar una remisión o una disminución del número de fallos. Aunque el pronóstico en la impotencia primaria no es tan bueno, ésta también puede beneficiarse de los diferentes tratamientos.


Causas profundas
   Los puntos en los que se apoya el tratamiento de las causas más profundas, consisten en tomar consciencia de la inmadurez afectiva, reflexionar sobre actitudes infantiles, relaciones sociales, familiares, profesionales y políticas, desbloquear la asociación madre/mujer que hace el hombre como consecuencia del complejo de Edipo mal resuelto y, por último, trabajar la desmesurada voluntad de poder que presentan algunos varones, para compensar su sentimiento de incapacidad (son personas agresivas con sus parejas y aficionadas, a menudo, a practicar actividades y ejercer profesiones arriesgadas y violentas).
Causas inmediatas
   Las directrices que sigue el tipo de tratamiento basado en las causas inmediatas parten de un objetivo inicial: reducir o eliminar la ansiedad que se da en el momento del acto sexual y que es directamente responsable de la no erección. Esto sólo es posible si se consigue restablecer la confianza en uno mismo. A partir de aquí, se posibilitará la consecución de erecciones espontáneas y más tarde de coitos normales. A rasgos generales, esta forma de intervención sigue los siguientes pasos:
Primer paso
  
Se “prohíbe” intentar el coito hasta finalizar el tratamiento. Se da información sexual relativa a la erección. El hombre redescubre la estimulación erótica con su pareja a base de caricias mutuas en diferentes partes del cuerpo, pero sin exigencias (no tiene porqué acontecer una relación sexual). Si el hombre deja de angustiarse por su capacidad en el momento del coito, podrá reaccionar a la estimulación de su pareja con erecciones espontáneas. La consecuencia inmediata es generalmente un aumento de la autoconfianza.
Segundo paso
   Aunque se hayan conseguido erecciones, resurgen miedos y pensamientos obsesivos sobre la posibilidad de tener más erecciones y el temor a que éstas no sean suficientes para tener una relación sexual normal. En estos casos, se puede pedir al paciente que se recree en una fantasía erótica favorita. De este modo irá tomando conciencia de que estos pensamientos negativos distraen y no permiten disfrutar del momento.
   El exceso de preocupación por la compañera es también una fuente de distracción y de ansiedad. Como medida de compensación se incita el hombre a que se centre en su gratificación sexual, puesto que el goce mutuo pasa por que cada uno se abandone a sus propios sentimientos eróticos. Si la consigna consiste, de momento, en pensar más en uno mismo que en el otro, la ansiedad que siente el hombre impotente ante la “necesidad” y la “imposibilidad” de satisfacer a la pareja desaparece.
Tercer paso
   En la última fase del tratamiento, se autorizará el coito pero será el mismo varón el que escoja la ocasión. La eyaculación no se producirá enseguida, para que el hombre vea que penetrar no supone obligatoriamente tener que eyacular.
   Al margen de la intervención de tipo psicológico, las terapias hormonales apuestan por el uso de la testosterona como apoyo del tratamiento de la impotencia. Estudios realizados con hombres impotentes que habían tomado esta hormona muestran buenos resultados. Probablemente, la mejoría se debe a que la hormona da un “empujón fisiológico” temporal que sirve para romper el círculo vicioso que caracteriza este trastorno. El valor de la testosterona sería equivalente a las tareas sexuales eróticas en las primeras semanas de la sexoterapia.
   No obstante, con esta sustancia no se puede asegurar del mismo modo una curación permanente, porque ni se identifican ni se modifican las fuentes de la impotencia. Además, tampoco se trabaja la relación de pareja, frecuentemente dañada en estos casos, por lo que la mejor opción parece ser incluir la administración de testosterona dentro de la terapia, en casos en que el impulso sexual es muy débil.
   En cualquier caso, es relativamente fácil solucionar un problema de impotencia y aunque aproximadamente hay un 5% de recaídas (suelen coincidir con cambios importantes o negativos en la pareja), nunca se reproduce la misma situación de temor y ansiedad. Por tanto, lo que suelen ocurrir son episodios de impotencia transitoria, por lo que es poco factible que se acabe dando una impotencia crónica.


 

 

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