Este fenómeno biológico es la
consecuencia de las exigencias crecientes de energía mental y física a las que
estamos sometidos cada día, y puede tratarse de forma natural, con la ayuda de
la Fitoterapia, la Homeopatía, la Reflexología podal o la Aromaterapia
El estrés o ansiedad es una
respuesta del organismo a una demanda que se le realiza, ya sea de tipo físico,
psíquico o emocional, y se presenta como un problema cada vez más grave que
afecta en algún momento a buena parte de las personas que viven en la sociedad
de hoy en día, dominada por las prisas y las exigencias tanto físicas como
psíquicas. Este fenómeno, caracterizado por la fatiga y la incapacidad de
afrontar situaciones conflictivas, deriva a menudo en enfermedad. En este contexto, las terapias naturales aportan soluciones destinadas a equilibrar nuestro estado y mejorar la capacidad de superación personal.
Aunque en nuestro entorno el estrés se interpreta de distintas formas, pueden apreciarse distintas connotaciones relacionadas a este concepto, como la fatiga e incapacidad que siente la persona, las graves dificultades que sufre para enfrentarse a una situación conflictiva, la sensación de encrucijada frente a la toma de decisiones y el cansancio con predominio del factor psíquico sobre el físico.
La fatiga
El estrés como fenómeno biológico puede ser
producido, entre otros motivos, a consecuencia de un estado de fatiga. La
fatiga por sí misma no es una enfermedad, sino una respuesta biológica normal
del organismo, que se activa cuando éste se ve sometido a un trabajo físico o
psíquico de intensidad superior al que la persona está acostumbrada. Si bien en general se asume con facilidad el concepto de cansancio físico (por ejemplo, es el que se produce cuando se sube un buen tramo de escaleras con un gran peso), es más difícil entender el cansancio psicológico, pues parece que a este nivel todo es posible. Además, es habitual el hecho que se atribuya a una persona mayor inteligencia y capacidad o voluntad en la medida en que es capaz de soportar situaciones tensas durante mucho tiempo.
Una de las causas de fatiga, y en consecuencia, del estrés, es el tipo de actividad que desarrolla la persona, principalmente según su forma de vivirla. Todas las actividades son más o menos estresantes en función del nivel de responsabilidad que conlleven y el grado de preocupación que generen. El medio ambiente en el que se
desarrolla la actividad tiene una gran repercusión en el índice de fatiga. Favorecen el estrés, por ejemplo, los ambientes con sobrecarga de humos, ruidos, con una iluminación inadecuada, con mucha gente en poco espacio, etc.
Una alimentación desequilibrada provoca una serie de enfermedades (obesidad, afecciones cardiovasculares, etc.) y una disminución de la capacidad de trabajo y la consecuente aparición de fatiga.
El reposo inadecuado provoca asimismo fatiga. Descansar no es sólo dormir o desconectar, también implica adquirir una disposición positiva en la búsqueda de actividades diversas que causen satisfacciones y complacencias. Para conseguir este objetivo, cabe saber que el período dedicado a dormir tiene una gran trascendencia para afrontar adecuadamente la jornada.
El cansancio también puede ser producido por los trabajos monótonos, repetitivos, situaciones de poca actividad o de subestimulación. Cualquiera de las situaciones que generan “incapacidad” comporta la aparición de un estado de “angustia” que aumentan progresivamente hasta desembocar en un estado de “bloqueo”.
La fatiga es una respuesta del
organismo ante un esfuerzo físico o psíquico de
intensidad superior a la habitual
Tipos de estrés
La vida se compone de una
serie de etapas con distintos problemas y la persona ha de adquirir una serie
de habilidades para enfrentarse a ellos y a la vez ir aprendiendo sobre la
marcha a resolverlos. Asimismo, en la sociedad cada persona tiene un grado de tolerancia diferente frente a las exigencias que se le hacen y respecto a su energía mental, algunas las resisten bastante bien, mientras que otros llegan enseguida al límite de lo que pueden soportar. Todo individuo necesita un cierto nivel de estrés ya que, después de todo, éste responde a una función natural del cuerpo (la hormona llamada adrenalina se produce en los momentos de estrés).
Ahora bien, la ansiedad crónica de la vida en la ciudad, los problemas monetarios, los familiares, la salud, etc., hacen que la presencia constante de la adrenalina pase factura, llevando a la hipertensión o al aumento de la presión arterial, y a muchas otras enfermedades somáticas más o menos graves. La solución se encuentra en el equilibrio.
En cualquier caso, dentro de la forma generalizada del concepto de “estrés” pueden distinguirse dos tipos.
• El Eutrés, en el que la reacción del organismo se encuentra
adaptada a su fisiología normal. Este es el tipo de estrés que se sufre en la
vida cotidiana, que ejerce una función benefactora sobre el organismo y gracias
al cual se consigue el progreso personal y el desarrollo psicológico.
• El Distrés, al que normalmente se hace referencia como estado
desagradable, ya que afecta de forma negativa tanto a nivel físico como
psicológico.
Fases del estrés
El estrés pasa por distintas fases,
reaccionando de distinto modo a nivel psicológico y corporal. Psicológicamente, el organismo se
encuentra sumido en un estado en el cual se siente amenazado por una fuerza o
por una presión que puede desequilibrarlo, o bien se enfrenta a una situación
de emergencia. A nivel psicológico, el estrés hace que el cuerpo movilice todos sus recursos y gaste más energía de la habitual. Las reacciones del organismo frente al estrés constituyen el Síndrome General de Adaptación (SGA).
No hay comentarios:
Publicar un comentario