martes, 22 de septiembre de 2015

Algunas respuesas sobre la Depresión: 3ª parte


La depresión neurótica
   Correspondería a la depresión exógena o distímica. El desencadenante principal son los conflictos psicológicos. Éstos provienen generalmente de la infancia y van conformando un tipo de personalidad predispuesta a padecer este trastorno. Son personas que afrontan sus vivencias marcadas por traumas internos anteriores, sobre todo pérdidas personales. Son individuos tímidos, inseguros, muy cumplidores, autoexigentes y con valores morales bastantes inflexibles. Tienen una percepción de debilidad personal, tienden al pesimismo y a la tristeza; no suelen disfrutar fácilmente de nada. Asimismo, les gusta el orden, son escrupulosos, conservadores y poco emprendedores, dejan poco margen a la improvisación, que les produce inseguridad y, en según que casos, ansiedad. Aunque tienden a la apatía y a mostrar una actitud bastante meditabunda, pueden ser irritables y tener una ligera ansiedad. Lo mal que lo han pasado en esta vida suele ser el motivo de su desgracia.
   En esta situación, pueden aparecer ideas claras de suicidio, sobre cuándo y cómo llevarlo a la práctica. El caso de la persona que tiene esas ideas y que no dice nada es más alarmante que la situación de la persona que lo habla. En este segundo caso (más propio de la depresión endógena), el hecho de comunicar esos pensamientos suele funcionar como mecanismo de detención del acto de suicidio. Cuando se está en tratamiento psicoterapéutico y existen o se sospechan estas ideas, la familia debe estar especialmente atenta al empezar la administración de antidepresivos. El fármaco suele actuar primero sobre la inhibición motriz antes que sobre los pensamientos negativos, por lo que éste es un momento delicado en el que el depresivo puede reunir bastantes fuerzas como para suicidarse.
   En contrapartida, en la depresión neurótica, las personas suelen responder mejor a las palabras reconfortantes que en los otros tipos de depresión, y en ella predomina la pérdida de la autoestima, por encima de los sentimientos de culpa. Aunque el estado de ánimo es básicamente depresivo, se dan altos y bajos según las circunstancias, e incluso hay etapas de relativa normalidad.
   Parece ser que las mujeres tienden más a deprimirse según estos parámetros. El mayor factor de riesgo suele estar entre los 30 y los 40 años, en personas que no tienen ninguna relación sentimental, o con una relación no satisfactoria.


La depresión endógena
   Algunos autores asocian este tipo de depresión a la melancolía. A pesar de que los conflictos internos pueden influir, lo que más pesa en su desarrollo es un desajuste bioquímico. Las personas afectadas en este proceso suelen ser sujetos más bien introvertidos, con problemas de autoestima, inseguros, apáticos, con tendencia a la obesidad y con relaciones interpersonales bastantes dependientes.
   Este modelo de depresión es más grave y de peor pronóstico que la depresión neurótica. En él puede haber periodos de excitación maníaca y predominan los sentimientos de culpa frente ala pérdida de auto- estima. Otra diferencia de la depresión neurótica es que domina la percepción de que uno es responsable de su enfermedad y no tanto las circunstancias. La evolución del trastorno está mas marcada por los ritmos biológicos y diarios que por las circunstancias externas. Así, las personas con este tipo de depresión suelen estar peor por la mañana y mejoran a medida que avanza el día.


Ciclotimias
   Las ciclotimias afectan tanto a hombres como a mujeres de clases socioeconómicas más bien altas, con una edad inferior a los 30 años. El estado civil no parece ser un factor relevante en el desarrollo de este tipo de depresión. A nivel general, son personas más bien extrovertidas, muy trabajadoras y que se plantean las cosas de forma muy radical. Asimismo, con frecuencia presentan grandes oscilaciones de temperamento.
   Las ciclotimias pueden presentarse de diversas formas. En el llamado trastorno ciclotímico hay una alternancia de episodios depresivos con episodios maníacos de forma leve. Por otra parte, en la psicosis maníaco-depresiva circular alteran fases de estado de ánimo depresivo y de enlentecimiento mental y psicomotor con etapas de irritabilidad, fuga de ideas y mucha actividad física, pero de forma mucho más aguda. En las ciclotimias pueden manifestarse solamente episodios de uno u otro tipo. Los episodios maníacos y depresivos pueden durar desde días hasta años, y en los periodos más o menos estables parece influir la época del año (primavera/otoño). En las fases depresivas suele pesar el factor genético, ya que se han encontrado antecedentes familiares de trastornos ciclotímicos en personas que también los padecían. En las fases maníacas, además, también influyen los factores psicológicos y socioculturales.


   Mientras que desde la neurobiología se trata de ver en qué medida una hiperactividad del sistema hipotálamo-hipófisis-adrenal o bajos niveles de neurotransmisores como la noradrenalina y la serotonina pueden ser responsables de la depresión, desde la nutrición es sabido que algunas deficiencias en la alimentación se asocian con este trastorno afectivo.
   Este es el caso de vitaminas como las que a continuación comento, nada de extraño si se considera la estrecha relación de estos micronutrientes con el sistema nervioso, ellas intervienen en el mantenimiento de sus estructuras, en su aporte energético y en la síntesis de sus mensajeros químicos:
• Tiamina o vitamina B1
  
Los déficits de tiamina se han asociado a una disminución del metabolismo de la serotonina y a una disminución de los niveles de noradrenalina.
• Niacina o vitamina B3
  
Su contribución resulta decisiva para la obtención de energía a partir de la glucosa, el combustible de las neuronas. Ninguno de los muchos intentos por relacionar los síntomas neurológicos y psicológicos de su carencia (pelagra) con alteraciones bioquímicas específicas dentro del sistema nervioso ha resultado completamente satisfactorio.
• Piridoxina o vitamina B6
  
La piridoxina es una vitamina esencial para el metabolismo de los aminoácidos. Tanto la síntesis de serotonina a partir de triptófano como la de noradrenalina a partir de tirosina necesitan de su presencia.
• Ácido fólico
  
El ácido fólico interviene en diversos procesos bioquímicos que controlan la función mental. Así, por ejemplo, interviene en la síntesis de la S-adenosilmetionina, que tiene confirmada su acción como agente antidepresivo.
• Cobalamina o vitamina B12
  
La vitamina B12 interviene en el metabolismo del ácido fólico y se ha sugerido que los desórdenes neurológicos observados en su carencia pueden ser debidos a la desmielinización progresiva del tejido nervioso.
   Más allá de estas deficiencias, numerosos estudios han hallado que la depresión es una secuela frecuente de la enfermedad vascular cerebral, un trastorno ligado a la aterosclerosis y a la hipertensión. Así, una adecuada elección de las grasas (cuidando de que las saturadas no sobrepasen el 10 % del valor calórico total de la ingesta) y el mantenimiento de balances adecuados de sodio, potasio, calcio y magnesio pueden resultar profilácticos, así como también un aporte energético adecuado a las necesidades.
   No hay duda de que una dieta suficiente desde el punto de vista energético (mantenimiento del peso) y proteico (1 g/kg/día), que sea, además, variada, nos proporcionará las mejores garantías de conseguir todos los nutrientes que necesitamos para gozar de una buena salud física y mental.
   Pero la relación alimentación-depresión no es unidireccional: el camino a la inversa es también conocido, a saber: la depresión puede perturbar el normal comportamiento alimentario.


 

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