¿Cómo saber si una persona está deprimida?
Existen diferentes tipos de
depresión, cada una con un conjunto de características particulares. Sin
embargo, a nivel general se dan una serie de síntomas que están presentes, en
más o menos medida, en cada forma de depresión.
Síntomas psicológicos
• Tristeza Desde un punto psicológico, en la depresión lo más relevante es la tristeza que envuelve la vida de la persona, todo acaba viéndose desde ese sentimiento, lo que produce una distorsión de los pensamientos (todo es culpa de uno, todo es blanco o negro. negativo y absoluto), así como una percepción parcial de la realidad (se sobrevalora lo negativo, debilitándose el concepto de positividad). De este modo, se va conformando una espiral descendente de la que sólo se podrá salir con ayuda.
• Ansiedad
Este aspecto puede aparecer en la depresión, así como un enfrentamiento con el entorno o irritabilidad (sobre todo en niños y adolescentes). • Apatía
El depresivo se vuelve apático, sin ganas de hablar. El rendimiento intelectual y la autoestima empeoran. Cada vez se es más incapaz para sentir placer en las relaciones sexuales, con la comida (se suele perder bastante peso), en el trabajo, en las relaciones sociales, etc. Hay una pérdida generalizada de la ilusión.
• Trastornos del sueño
El depresivo puede tener mucho sueño (hipersomnia) o querer estar en cama (clinofilia), o bien tener enormes dificultades para dormir (insomnio).
• Culpabilidad
Las personas con depresión dudan mucho, ven el futuro negro, sus problemas no tienen solución y se sienten culpables porque no pueden corresponder a los que les rodean e intentan ayudar: “Hago sufrir a todo el mundo”. Todo esto puede producir aislamiento e ideas de suicidio que pueden manifestarse en pensamientos, ganas de dejar de vivir o en conductas autodestructivas, como el alcoholismo, la anorexia, drogadicción, negativa a tomar medicación, etc.
• Soledad
La depresión puede hacer que uno sienta que los demás no lo entienden, que no pueden comprender su dolor, lo que lleva a un sentimiento de soledad. Algunas personas pueden intentar disimular ese sentimiento de desgarro interno y de vacío con una actitud más o menos animada ante los demás, pero suele delatarles la expresión de cara, su vestimenta descuidada y su postura decaída.
• Llanto
Un elemento importante del dolor psíquico en la depresión es el llanto prolongado e inmotivado que ni consuela, ni alivia. Si la depresión perdura durante mucho tiempo, se agudiza el embotamiento afectivo y nos podemos encontrar con personas que no pueden llorar: “Ahora ya ni lloro, no tengo ganas de nada, todo me da igual”.
Síntomas físicos
Desde un punto de vista
físico, se puede dar tanto agitación como enlentecimiento psicomotor, y aparece
también una sensación de cansancio y de fatiga, que no corresponde con la
actividad física real. Son personas que suelen padecer alteraciones gástricas,
estreñimiento, espasmos... y se quejan de dolor de cabeza y en la nuca, de
náuseas, palpitaciones, hipertensión, lipotimias, temblores, sudores, problemas
dermatológicos, de visión, etc. De hecho existen depresiones que se enmascaran tras alteraciones orgánicas, a veces, éstas son la única manifestación del problema depresivo. El diagnóstico es difícil, ya que se suele tratar el síntoma, lo que supone que diferentes especialistas pueden descartar otras patologías de tipo orgánico que podrían producir esos problemas.
¿Cómo se puede ayudar?
Cuando alguien cercano a
nosotros sufre el trastorno de la depresión, a menudo nos sentimos impotentes,
porque no sabemos ni cómo ayudarle ni cómo tratarlo. En ocasiones, desde fuera los demás pueden ver mejor lo que le sucede a la persona, mejor que uno mismo. Por eso, si se sospecha una depresión, es conveniente sugerirlo a la persona que la pueda padecer, para que ésta se ponga en manos de un especialista.
Puesto que el depresivo tiene la capacidad de ser consciente de que tiene una enfermedad, cualquier aviso podrá servir, tarde o temprano, para que se dé cuenta de que no está bien y de que debe buscar ayuda de un profesional.
Cuando empieza el tratamiento, las personas afectadas pueden mostrarse recelosas y escépticas, producto de la misma depresión. Por esto, es importante que la familia se muestre “en todo momento” de parte del terapeuta, confiando en el trabajo que se esta realizando. En ocasiones, cuando la persona está muy hundida, la familia o las personas cercanas serán las que deberán concertar la entrevista con el terapeuta, e incluso acompañar al enfermo a la visita con el especialista (a medida que mejore su autonomía podrá ir sola).
En el día a día con el enfermo, no se puede cargar con la responsabilidad de pretender cambiar su estado de ánimo con consejos o palabras alentadoras, porque la persona está muy poco receptiva y para ella representa un esfuerzo agotador y frustrante hablar de un problema. Es preferible dejar que la persona hable de su problema y cuando sea posible cambiar el centro de la conversación hacia cosas que la puedan distraer.
La actitud de la familia debe ser comprensiva, evitando sobreproteger al enfermo. La sobreprotección puede hacerle sentir más desvalido e incomprendido en unos casos y culpable en otros. Asimismo, ser objeto de múltiples atenciones cuando se está mal puede dificultar la curación.
¿Toda la gente que se deprime, lo hace de la misma
forma?
Cuando pensamos en la
depresión, lo primero que se nos puede venir a la mente, es un individuo
cabizbajo, triste, lloroso y apático. Si bien esto es cierto, se dan una serie
de características que nos permiten hablar de distintos tipos de depresión.
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