viernes, 18 de septiembre de 2015

Depresión: 5ª parte


¿Sabías que…?
Aunque la depresión está considerada como una enfermedad moderna, ya se tiene constancia de la existencia de este trastorno desde la antigüedad. Los griegos asociaban la depresión con estados de extrema tristeza y melancolía. De todas formas, fue en la Edad Media cuando surgió la concepción de la depresión como enfermedad y cuando surgieron los primeros tratamientos para curarla. El Dr. Reinhard Sciller nombra en su libro Remedios Naturales de la Edad Media, que eran frecuentes las curas a base de jugo de hinojo frotado sobre las sienes y el pecho, o las que recomendaban aplicar jugo de castaña sobre la zona del corazón, para fortalecerlo.
   Los aceites esenciales tienen una gran afinidad con el cerebro a través del olfato, provocando respuestas nerviosas y hormonales mediante las células nerviosas relacionadas directamente con el sistema límbico y el hipotálamo, que intervienen en la regulación y expresión de las emociones.

Aceites esenciales
   Desde que, en 1.979, John Steel realizó los primeros electroencefalogramas sobre la actividad cerebral de los aceites esenciales, se ha podido comprobar que la acción más interesante se da en el tratamiento de la depresión.
   El factor psicológico es, por supuesto, el eje sobre el cual se apoya el aromaterapeuta en el momento de elegir el aceite más adecuado y la forma de administrarlo. La estimulación necesaria en episodios de infelicidad, tristeza y perdida de energía e interés puede iniciarse con la ayuda de los aceites esenciales neuroestimulantes, que provocan una expansión del campo energético vital.
   Una cualidad de estos aceites es la de evocar recuerdos relacionados con su aroma particular. En el tratamiento de la depresión es muy importante “grabar en la memoria de la persona determinadas experiencias del tratamiento psicológico y corporal, con los aceites esenciales seleccionados para esa parte del proceso. Posteriormente, el paciente puede evocar e iniciar un movimiento energético y psicológico, aprendido en la consulta, oliendo el aceite esencial (o la mezcla de ellos) en los momentos o situaciones aconsejados por el aromaterapeuta. En general, los aceites esenciales neuroestimulantes más indicados para este caso son los de angélica, basílico, cardamomo, canela, clavo, hinojo, geranio, jazmín, limón, naranja, pino, romero, sándalo, salvia, verbena y ylang-ylang.


Aromaterapia para los síntomas
   Los síntomas más importantes manifestados en las diferentes formas de depresión, cuentan con aceites esenciales indicados para cada caso:
• La depresión aparece tras un largo periodo de estrés en el que la persona se ha sometido a un trabajo duro para alcanzar ambiciones o perspectivas personales y trae como consecuencia un estado de frustración, tensión y negatividad. Se requiere, por tanto, un reencuentro con la calma y la relajación. Se pueden emplear aceites esenciales relajantes y refrescantes como la bergamota, la naranja y el neroli y posteriormente de jazmín, para reconfortar la mente. Si la persona está irritable y sufre frecuentes “ataques de nervios”, la manzanilla romana le ayudará a bajar la presión en esos momentos de impaciencia ante la adversidad..


• Otra forma de depresión se presenta cuando la persona pierde la alegría de vivir porque su corazón se siente herido. Alguna experiencia emocional adversa la ha enfriado y sumergido en la apatía, o la agitación e hipertensión, vive en constante inseguridad emocional y experimenta un distanciamiento sus relaciones personales.
   El jazmín, el ylang ylang y la naranja la reconfortarán física y mentalmente. La melisa ayudará a centrar su dispersión emocional, el patchouli, en cambio, le devolverá a alegría, motivándola a explorar nuevas cosas.   Finalmente, el coriandro confortará su intelecto en la búsqueda de iniciativas.
   Si, por el contrario, la persona se muestra hiperrefiexiva, puede, por agotamiento mental, llegar a un estado de depresión con autonegatividad. El vetiver, el cardamomo y la rosa ayudan a que conecte más con el entorno y con su cuerpo, aliviando de forma placentera su mente de embotamiento y autoabsorción.
Cómo se toman los aceites esenciales
   La forma de administración puede variar según las técnicas utilizadas.
   En el caso de tomarlas oralmente, la dosis debe ser de una gota del aceite esencial especificado -o la mezcla de los aceites prescritos- por cada
25 kg. del peso corporal del paciente. La dosis debe tomarse con un poco de miel o alguna infusión, tres o cuatro veces al día.
   En el caso de masajes se añadirán entre
5 y 10 gotas por cada 20 ml. de aceite o crema portadora.
   Para dispersar en el ambiente o para su uso en inhalaciones, se aplicarán algunas gotas sobre un material absorbente.

 

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