jueves, 6 de octubre de 2016

Tu Piel: Mantenla siempre sana, 1ª parte


Las terapias naturales ayudan al organismo a equilibrar sus funciones metabólicas y,          con ello, a normalizar el estado de la piel y solucionar los problemas y dolencias                    que padece la dermis.

                                                 ¿Qué son los radicales libres?
+ Son moléculas que resultan de los procesos biológicos del metabolismo celular y que poseen una estructura electrónica inestable.
+ Los radicales libres influyen en el metabolismo de la piel, por cuanto pueden alterar distintas estructuras de sus células, provocando una alteración funcional y acelerando el proceso de envejecimiento.
+ Tienden a reaccionar con las moléculas circundantes para estabilizarse, produciendo reacciones en cadena y moléculas a su vez inestables.
+ El organismo tiene sistemas enzimáticos de compensación en la formación de los radicales libres, pero también hay factores que pueden aumentar su producción y desestabilizar la balanza, como el tabaco, la contaminación, la radiación o los tóxicos alimentarios.
+ Como nutrientes antioxidantes se encuentran principalmente ciertas vitaminas (Betacaroteno o Provitamina A, E, C) y minerales (Selenio, Hierro, Cobre, Zinc, Manganeso), que funcionan en concierto con los enzimas antioxidantes del organismo.                                                                                                                                                                                         + Las principales fuentes alimentarias antioxidantes son las frutas, las verduras, los aceites de semillas y los frutos secos. Actualmente se está investigando con los glioxales, de potente actividad antirradical libre, neutralizando el efecto tóxico de estas sustancias en la célula. Es el caso del rábano oriental
(Cochlearia armoracia).
La piel es el reflejo de nuestro mundo interior, en ella se valora el estado de equilibrio metabólico y de transformación biológica que sufre nuestro organismo con el paso del tiempo.
   Conocer nuestra piel y sus alteraciones, nos permite descubrir nuestra capacidad de adaptación física y psicológica, en relación a los mecanismos que ponemos en marcha para compensar una carencia orgánica o para eliminar un factor tóxico.
   La Fitoterapia, así como otras terapias naturales como la homeopatía, aporta soluciones reales a los problemas de la piel, actuando de un modo directo sobre la misma o ayudando al organismo a equilibrar sus funciones metabólicas y, con ello, a normalizar el estado y expresión de la piel en sus distintas dolencias.


Anatomía y fisiología
   La piel es el órgano más extenso y de mayor volumen de todo nuestro cuerpo. Está formada por células que se disponen de un modo superpuesto y estratificado desde dentro hacia el exterior, formando tres capas bien diferenciadas:
                                                         La epidermis, la dermis y la hipodermis.


   Las células cutáneas van madurando y creciendo desde la capa germinativa de la dermis profunda hacia la capa más externa de la epidermis. Al perder el contacto vascular que las nutre y oxigena, las células más superficiales de la epidermis degeneran y mueren, formando la capa córnea, la cual, con el roce y el tiempo, se va liberando en forma de descamación.
                                                                    La piel tiene múltiples funciones:
- Protección: Actúa como barrera ante los agentes externos agresivos al organismo (gérmenes, agentes químicos, físicos y mecánicos).
- Aislamiento: Evita la pérdida de líquido proveniente de la circulación sanguínea periférica.
- Eliminación: A través de las distintas glándulas, segrega sustancias nutritivas e hidratantes para la piel, así como sustancias que nuestro cuerpo intenta eliminar por el sudor, como distintos elementos minerales y sustancias tóxicas.
- Termorregulación: La temperatura corporal se mantiene constante, gracias a la vasodilatación o vasoconstricción de los vasos sanguíneos y a través del sudor.
- Sensitiva: En la superficie de la piel existen infinidad de receptores sensitivos, que nos permiten percibir los distintos estímulos externos de tipo mecánico, térmico o táctil.
+ Urticarias: Son reacciones de hipersensibilidad o alergia a un agente de contacto externo (metal, pelo, jabón, tóxico...) o interno (medicamento, alimento...), en las que se produce una vasodilatación local con edema y picor. Estas reacciones pueden ser de carácter local o generalizado. Todas se deben tratar rápidamente y buscar la posible sustancia alergizante.
+ Infecciones: Sobre la piel hay multitud de gérmenes que no tienen actividad infecciosa. Pero cuando la defensa inmunitaria del organismo baja o estos gérmenes penetran por una zona vulnerable de la piel, como una herida o los propios poros, aparece la infección en forma de lesiones enrojecidas, duras y sobreelevadas, a veces acompañadas de supuración central, como en el caso del acné de tipo infeccioso.
   Mención aparte requiere el Herpes, una infección cutánea causada por un virus que coloniza la piel en relación al territorio del nervio a la cual procede. Tiene unos estadios evolutivos de inflamación, vesículas y costrificación. Posteriormente, pueden producirse secuelas como el dolor nervioso (neuralgias). Se produce cuando hay desarreglos inmunitarios como los cambios hormonales cíclicos de la mujer, las convalecencias largas y el estrés, que favorecen que el virus emerja de su “escondite” (un ganglio regional) y se manifieste en la piel.
+ Tumores: El más frecuente y benigno es la verruga. La causa de su formación es vírica (papilomavirus), y tanto su disposición como tamaño y forma pueden ser variables. Suelen aparecer en momentos de bajas defensas y son susceptibles de transmisión por contacto. Otros tipos de tumores de carácter maligno adquieren un color y crecimiento diferente a las verrugas. Actualmente está aumentando la aparición de Melanomas, en países con una fuerte exposición solar.
+ Cicatrices: A lo largo del tiempo, la piel va regenerándose de las lesiones que ha sufrido. Si éstas son profundas o de tipo infeccioso, la piel puede regenerarse en forma de fibrosis o cicatriz, dando lugar a un aspecto rugoso. Esto se produce después de un episodio largo de acné o, lógicamente, después de una herida importante que afecte la capa germinativa de la piel.
+ Envejecimiento cutáneo: Con los años, la piel va perdiendo elasticidad y turgencia, debido a la desestructuración y debilitamiento de la dermis (donde existen las fibras de colágeno y de reticulina, además de la red vascular y las estructuras glandulares). Así, la aparición de las arrugas es debida a la atrofia de la unión dermo-epidérmica y a la descamación de las células desvitalizadas de la superficie cutánea. Los factores que pueden agravar este proceso (climáticos, curas de adelgazamiento rápidas, tóxicos, rayos ultravioleta, estrés...) están ligados a la formación de los radicales libres (ver recuadro), ya que su acumulación en el organismo altera la función metabólica de las células en constante división, como la piel, produciendo un envejecimiento precoz y procesos degenerativos.


Fitoterapia de uso externo o tópico
   La manera más directa y eficaz de tratar la piel es mediante la penetración tópica de los principios activos de las plantas. Estos se aplican en forma de pomadas, cremas, geles o emplastes. Podemos distinguir los siguientes grupos de plantas:
Con acción astringente:
+ Hamamelis, nogal, ortiga blanca, escaramujo, zarzamora, rosa roja.
   Son plantas ricas en taninos y otros componentes como los ácidos orgánicos, los flavonoides o las antocianinas.
   A nivel cutáneo producen una disminución de la secreción sebácea, cerrando los poros y reafirmando la piel. Tienen un efecto vasoconstrictor, descongestivo y antiinflamatorio y se emplean preponderantemente en pieles secas.
Con acción emoliente:
+ Hamamelis, nogal, ortiga blanca, escaramujo, zarzamora, rosa roja, lino, malvavisco, llantén, borraja, saúco, gordolobo, violeta, pensamiento.
  
Son plantas ricas en mucílagos, pectinas y almidón. Gracias a estos componentes pueden retener agua, manteniendo una adecuada hidratación y formando una barrera protectora sobre la piel. Actúan sobre todo en pieles secas con prurito.
Con acción antiséptica:
+ Bardana, caléndula, hipérico, hisopo, ajedrea, nogal, lavanda, menta, albahaca, mejorana, romero, salvia, serpol, tomillo, propóleo.
  
Su acción se debe a la presencia de esencias y otras sustancias como por ejemplo las naftoquinonas y lactonas.

Con acción antifúngica (Hongos):
+ Enula, propóleo, nogal, orégano, tomillo, ajedrea, ajo.
Con acción cicatrizante:
+ Centella asiática, milenrama, manzanilla, caléndula, cola de caballo, consuelda, agrimonia.
   Favorecen la cicatrización, gracias a la presencia de sustancias regenerativas como la alantoína o el asiaticósido.
Con acción protectora-nutritiva:
+ Aceite de almendras, de olivo, de maíz, de lino, de borraja, de germen de trigo.
   Su acción se debe a la presencia de aceites ricos en glicéridos, vitamina E, ácidos grasos esenciales, lecitinas, etc.                                                                                                                                                                             
Plantas medicinales de uso Interno
  
Como ya he dicho anteriormente, muchas alteraciones de la piel pueden estar relacionadas con los órganos de drenaje (hígado, riñones, intestino) y con desequilibrios del estado hormonal (ovarios, testículos, páncreas). Por este motivo debemos de atender a estos procesos directamente.
Con acción depurativa:
+ Bardana, brezo, lavanda, levístico, ulmaria, abedul, fumaria, cola de caballo, ortiga, enebro, ciprés, diente de león.                                                                                                                                                            
Con acción antiséptica:
+ Tomillo, salvia, espliego.
Con acción antialérgica y antipruriginosa:
+ Grosellero negro, fumaria, pensamiento, helenio, marrubio, helicriso, viola tricolor.
Con acción estimulante de las defensas contra las Infecciones:
+ Equinácea, propóleo (producto que producen las abejas a expensas de la polinización de álamos, abedules y coníferas).
Con acción drenadora:
+ Las plantas de actividad drenadora, es decir, que estimulan los órganos de eliminación tóxica, se suelen dar para ejercer una acción depurativa inicial y así hacer más receptivo al organismo ante una terapia dirigida a la patología que debemos tratar.
   Las diluciones utilizadas son entre la 3 y la 6 decimal. Partiendo de las tinturas madres correspondientes, se pueden mezclar a proporciones iguales tres o cuatro plantas de acción sinérgica o complementaria.
   La posología es de 30 gotas, dos veces al día.
A nivel cutáneo:
Saponaria, iris versicolor, hidrocotile asiática, zea itálica, dipsacus silvestris, platanus occidentalis.
A nivel hepático:
Chelidonium, china, fumaria, taraxacum, Cardus marianus, pulsatilla.
A nivel hepático y renal:
Berberis vulgaris, zarzaparrilla.
A nivel renal:
Solidago virga.
A nivel vascular:
Pulsatilla, hamamellis, aesculus.
A nivel linfático:
Scrofularia.

 

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