miércoles, 26 de octubre de 2016

Medicina precolombiana, 2ª parte


El maíz, la patata, el cacahuate, el cacao, el tomate, el aguacate… fueron alimentos base en la dieta precolombina. Algunos como el cacao y el cacahuete, con un gran valor energético y una implantación cultural destacada.
AMÉRICA DEL NORTE

Indios del noroeste

    A lo largo de la costa del Océano Pacífico, desde el círculo polar ártico, existían las tribus de los Tlingit, los Haida, o los Bella Coola, que utilizaban en algunos casos productos vegetales para el tratamiento de las enfermedades, tal era el caso de los emplastos de falso heléboro y resma de abeto como revulsivo, así como el cocimiento de falso heléboro para la tos, que por su acción irritante en el estómago provocaba vómitos.

Atapascos

   Constituyen una familia lingüística de varias tribus del Oeste de América Septentrional.
   Como parte de algunas ceremonias, los Apaches consumían botones de peyote, Lophophora williamsii, cuya acción alucinógena se debe a la mezcalina, así como hojas de Estramonio, Datura stramonium, que contienen atropina, hioscina y escopolamina, de efecto intenso sobre los centros nerviosos superiores. Ahora bien, aunque la acción de estas drogas sobre el sistema nervioso está comprobada, los efectos terapéuticos de los remedios vegetales usados por Apaches y Navajos no se debían a la acción farmacológica en sí, sino al hecho de haber sido recolectados siguiendo unas ceremonias complejas, donde las oraciones eran las que daban valor mágico a las drogas. Los Apaches, muy eficientes en el tratamiento de dislocaciones, heridas y fracturas, aplicaban en las hemorragias compresas de polvos astringentes obtenidos de hierbas.

Indios de las praderas

  En las grandes praderas, situadas entre los Montes Apalaches y los Montañas Rocosas, existían al final del período precolombino tribus nómadas importantes, que desde las zonas boscosas del Norte, incluían a Pies negros, Crows o Cuervos, Cheyenne, Dakota o Sioux, Pawnee...
   La materia médica recogida por Robert H. Lowie (1954) en las tribus Pies Negros y Piegan incluye numerosas plantas, cuyas raíces, tallos y hojas se utilizaban en infusiones y cataplasmas como el pino, el zumaque y varias hierbas aromáticas. Había alguna enfermedades que los Cheyennes curaban con hierbas y
raíces, y todas las viejas de la tribu solían tener bolsas de cuero con hierbas mágicas, pero en las enfermedades importantes, donde era necesario ahuyentar los malos espíritus, recurrían al curandero, siguiendo para ello estrictas normas sociales.
En todas las tribus de las praderas, la pipa de tabaco del curandero, llamada calumet, tenía un papel importante en las ceremonias curativas. El curandero la encendía después de poner hojas de salvia en el suelo de la tienda o tipi del enfermo, la elevaba al cielo y la posaba en el suelo, repitiendo la ceremonia cuatro días durante los cuales ni el enfermo ni el curandero podían tomar agua.

Un remedio algonquino de reputación bien merecida fue la infusión de hojas de         Cedro blanco: Salvó del escorbuto a Jacques Cartier, navegante francés a quien se conoce como “el descubridor del Canadá” (1546) y a su tripulación.
Algonquinos
   Las tribus de lengua algonquina incluían indígenas precolombinos asentados en ¡a costa atlántica, tanto canadiense como norteamericana: los Beothuk de Terranova, los Micmac en la Península de Gaspé...
   Los algonquinos mostraron habilidad en reparar fracturas, para lo cual aplicaban primero la resma de abeto sobre la lesión, y hacían un apósito de musgo sobre cortezas de abedul para inmovilizar el miembro afectado.  Empleaban algunos brebajes hechos con plantas medicinales y trozos de serpientes y otros animales, pero tenían el tabú de sólo recolectar las plantas del bosque en primavera, pues en otra estación carecían de virtud curativa, los remedios más frecuentes eran infusiones de hojas de abeto y de raíces purgantes, y la grasa de oso. 
                 
Gabriel Sagard-Théodat (1 632) indica que los Hurones y los Iroqueses usaban infusiones de polígala como expectorante en las infecciones bronquiales, y raíces de ondocheria como purgante. Pero el remedio algonquino   de reputación bien merecida fue la annedda o cedro blanco, Thuja occidentalis, cuyas hojas en infusión salvaron del escorbuto a Jacques Cartier, navegante francés a quien se conoce como “el descubridor del Canadá”, (1546) y a su tripulación. Los Menomini, indica F. M. Keesing (1939), tenían dos clases de curanderos, unos adivinos wábano, y otros que curaban con magia y hierbas, jésako.
   Entre los Ojibway, mal llamados Chippewa, los remedios utilizados incluían plantas medicinales como la polígala, que es expectorante, y las hojas balsámicas de wintergreen.


Indios del sudeste
   La etnografía del sudeste norteamericano es compleja, porque algunas tribus cambiaron de asentamiento a finales del período precolombino, y otras desaparecieron tras el contacto con los europeos. En la tribu de los Seminolas, cuando el curandero era llamado a atender a un enfermo, tanto éste como el curandero iniciaban un ritual de purificación tomando un cocimiento de paraiskita, la bebida negra, preparada cociendo varias horas las hojas y los tallos de una planta emética, Ilex vomitoria. Este vomitivo se utilizaba, además, como preventivo de las enfermedades durante la danza del Maíz Verde, y tenían por seguro que quienes no tomaban esta bebida enfermaban antes de cumplirse un año. También usaron remedios vegetales como la zarzaparrilla, el roble y diversas plantas, pero tenían que ser recolectadas de manera que no fueran alteradas sus virtudes mágicas, las hojas tenían que ser del lado norte y este de la planta, pues las del lado sur u oeste eran de mal augurio y el enfermo podía morir.
   El curandero de los Cherokees, tribu que daba especial importancia a la pérdida del alma como causa de enfermedad, era quien conocía las virtudes de las hierbas y el que administraba remedios en las enfermedades, pero como ha señalado James Mooney (1932), la droga tenía que administrarse mientras hacía una invocación a los espíritus, y se entonaba una fórmula de encantamiento, creyendo que proporcionaba la virtud curativa, tal es el caso del uso del jugo de ginseng en las neuralgias, que ha de salpicarse cuatro veces en la cabeza.
   Las prácticas médicas de los Natchez fueron estudiadas con interés por los cronistas franceses. Existía, según Georges Marie Dumont (1753), un método racional de curación que los Natchez usaban en el tratamiento de laxitud generalizada, dolores corporales, calambres de las extremidades, padecimientos internos y fiebres, no descrito en otras tribus. Consistía en colocar al enfermo desnudo en unas parihuelas alzadas con musgo, cubriéndolo después completamente de musgo, salvo la cara; el curandero ponía luego tizones de leña debajo de aquel lecho y echaba algunas hierbas a la lumbre. El calor de la fogata y el humo de las hierbas provocaban intenso sudor en el enfermo, que al cabo de poco tiempo manifestaba encontrarse curado, o cuando menos aliviado.


Pueblos
   Los indios Pueblos incluyen tribus de ascendencia shoshon asentadas entre Texas y California, como los Hopi de Arizona, los Zuñi de Nuevo México... Eric Stone (1932) indica que los curanderos zuñi utilizaban algunas drogas cuyo poder curativo era debido a los ritos mágicos que se hacían durante la recolección y preparación de los remedios. Así, por ejemplo, la decocción contra el reumatismo compuesta de seis hierbas, de la logia zuñi del Fuego Pequeño, tenía que prepararse durante una ceremonia de danzas y cantos mágicos que duraba cuatro días.

 

 

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