lunes, 27 de junio de 2016

La Fiebre del Heno, 1ª parte


Una forma de catarro alérgico
La polinosis o fiebre del heno es una forma de alergia propia de la primavera, que afecta                         a un número cada vez mayor de personas.
La fitoterapia y la homeopatía ofrecen tratamientos naturales para evitar las                                          molestias que se derivan de esta situación


   La llegada de la primavera y el verano, y el contacto con el aire libre suponen para muchas personas el inicio de un tormento que dura meses. Los ataques de estornudos, el goteo nasal y el escozor en los ojos se hacen habituales, y se acompañan de malestar general. Esta situación recibe el nombre de Fiebre del Heno o también el de Polinosis alérgica.
   Ya en la medicina antigua se describieron reacciones hipersensibles que hoy se designan como alérgicas. En el siglo XVI, Paracelsus reconoció la relación de la flor de la rosa con la aparición de determinados malestares como el catarro, los ataques de estornudo y el prurito. En el año 1873, el médico escocés Blackley pudo establecer la conexión entre el polen y la enfermedad.
Introducción
  En general, el concepto usual de “fiebre del heno” no es demasiado apropiado, puesto que el causante de la enfermedad no es el heno, sino el polen. De este modo, el desencadenante de esta fiebre recibe el nombre médico de “polinosis”. Otra apreciación del término Fiebre del Heno a tener en cuenta es que ésta molestia no aparece con fiebre, al contrario que lo que sucede con el catarro de la infección gripal. Según estas apreciaciones, será más adecuada la expresión “rinitis alérgica de temporada”, ya que se trata de un catarro alérgico condicionado, que reaparece cada año durante semanas e incluso meses determinados.
   La diferencia entre esta afección y los catarros alérgicos que se prolongan durante todo el año es evidente, ya que en este último caso, el problema se desencadena a partir de distintas sustancias, como el polvo de la casa o el pelo de animales.
   Las alergias pertenecen a un grupo de enfermedades frecuentes, aproximadamente una de cada cinco personas reconoce sufrir alguna y la tendencia es creciente. La enfermedad alérgica más frecuente es el catarro alérgico, que sufre más de un 10% de la población. Esta enfermedad se presenta todavía raramente en niños pequeños, ya que en la mayoría de los casos aparece en adolescentes y adultos jóvenes, en edades más avanzadas disminuye su frecuencia y grado.


¿Qué es una alergia?
   El sistema inmunológico innato en la persona hace que ésta disponga de un dispositivo normalmente muy útil para la defensa de cuerpos extraños. El cuerpo tiende a deshacerse a diario de este tipo de sustancias o a hacerlas inofensivas, sin que la persona se de cuenta. En una alergia se produce, sin embargo, una hiperreacción del organismo frente a un cuerpo extraño, en general e inicialmente sustancias inofensivas como el polen de las flores, a las que se les denomina “alergenos”.
   Una alergia se desarrolla durante un largo periodo de tiempo. Cuando se da un primer contacto con los “alergenos”, por ejemplo el polen de determinadas plantas, normalmente no aparece ninguna molestia, sin embargo, el cuerpo reacciona desde el principio, aunque de un modo imperceptible (sin marcas externas). Sólo después de repetidos contactos, que se pueden producir a través de años, se muestra la reacción patológica, por lo que se puede hablar de sensibilización.
   En este proceso el organismo forma un exceso de proteínas especiales contra los “alergenos”: son los llamados anticuerpos que, en el caso de la Polinosis, pertenecen al grupo de las inmunoglobinas E (IgE). Los anticuerpos vienen a localizarse en la superficie de determinadas células del organismo (mastocitos).
   El polen penetra en el organismo a través de la mucosa respiratoria y es reconocido, captado y enlazado por los anticuerpos. La unión del polen con los anticuerpos actúa sobre los mastocitos como un estímulo para liberar sustancias disponibles de su interior. Estas sustancias producen la reacción alérgica, es decir, son la causa de las molestias.
   El mediador más conocido en una alergia es la histamina, principal responsable de los síntomas de la Polinosis (se da un aumento de la permeabilidad (porosidad) de los vasos sanguíneos y estimulación de las terminaciones nerviosas sensitivas).


¿Cómo se manifiesta la polinosis alérgica?
  Las molestias en la Fiebre de Heno comienzan normalmente después de haber estado al aire libre en un día seco y ventoso. Contrariamente, en los casos de catarro alérgico que se prolongan durante todo el año, las molestias aparecen principalmente cuando la persona se queda en casa, condicionada por sustancias que están presentes durante todo el año el polvo, las secreciones de animales y las esporas de hongos.
   Al principio de la Polinosis se dan cosquillas y prurito en la nariz acompañado de ataques de estornudos. Posteriormente aparecen síntomas de irritación de la nariz, con signos de congestión mucosa y taponamiento.   En muchos casos el paciente sufre prurito en los ojos, sobre todo en la parte interior del rabillo del ojo, y un progresivo lagrimeo, ya que la conjuntiva se ve también afectada (conjuntivitis).
   Ocasionalmente aparecen escozores y sensación de sequedad en la boca, y también puede darse hinchazón de las cuerdas vocales con ronquera y molesta necesidad de carraspear la voz, así como la invasión de las vías respiratorias superiores con ataques de tos súbita e irritante.
   En situaciones extremas puede darse una reacción asmática con sofocación, producida por una fuerte hinchazón de las mucosas en los bronquios, que disminuye el paso del aire a los pulmones. Los afectados por esta afección se sienten en general muy enfermos y abatidos. Además, muchos pacientes se quejan de nerviosismo y cansancio.
   El catarro alérgico representa muy a menudo una limitación considerable del nivel de vida, y puede ser precursor de otras enfermedades. Así, puede presentarse una infección adicional con afectación de los orificios de la nariz o bien un asma alérgico.


 

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